Capítulo 14: Un Asunto Internacional

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Mientras tanto al otro lado del charco, en España. Eran las dos de la tarde Vanessa, Ángela y Márgara estaban en la mesa de la cocina, comiendo...
-¿Dónde está? -preguntó Vanessa rompiendo el silencio que las rodeaba.
-¿Dónde está quién? -le preguntó Márgara metiendose el tenedor en la boca.
-¡No hagáis como si no lo supierais! -les ordenó Vanessa golpeando la mesa haciendo que parte de la comida saliese por los aires.
-Relájate Vanessa.-le indicó su hermana bebiendo un poco de agua.
Pese a la tensión que se respiraba en la cocina, nadie, aparte de Vanessa parecía estar preocupado por nada.
-Ha pasado ya, casi un mes desde que Alfredo desapareció. Mamá me dijiste que me ibas a ayudar con este tema; pero no has movido ni un dedo por nadie, ni siquiera te has molestado en saber el paradero de Remiux... no se que te está pasando; pero así, no nos ayudas.
-Mira Vanessa...-la interrumpió Márgara.-No he movido ningún dedo por Alfredo, porque su huella de energía se perdió en Japón. Solo sabemos que fue a Nueva York y después a Japón con otra persona, la cual tenía una huella de energía superior a la de Alfredo.
-Eso es imposible los únicos que tenemos una huella de energía notable en la Tierra, somos Alfredo, Remiux y yo. Solo sería posible si fuera un Guerrero Celestial...
-O si hubiese entrenado y adaptado su cuerpo para que la energía no lo quemara por dentro.-le interrumpió Ángela.
-No sé por donde quereis ir.
-No queremos ir por ningún sitio.-continuó Márgara.-Lo que queremos decir, al menos yo, es que esa persona ha estado en la Tierra mucho tiempo y que se ha esforzado en ocultarse, con mucho éxito además.
-¿Y qué podemos hacer? -le preguntó Vanessa levantándose de la silla por los nervios.
-Nada, por el momento. ¿Y tú, sabes algo de Remiux? ¿sabes dónde puede estar?
-No, nada, he rastreado todo el planeta; pero ni rastro de él. ¿Has averiguado algo que nos sea de ayuda Ángela?
-Pues, la verdad, es que yo sí que he encontrado algo con una pizca de relevancia.-dijo Ángela colocando un portátil sobre la mesa, apartando los platos hacia un lado.-Resulta que la última vez que vieron a Alfredo estaba en el aeropuerto internacional de Kawasaki junto con un hombre anciano, trajeado y con el pelo blanco; mira estas son unas imágenes captadas en la salida del aeropuerto, muestran como se subieron a unos caballos feudales.-le dijo a Vanessa girando el portátil para que pudiera ver la escena.
-¿Caballos feudales? ¡Mierda! -masculló Vanessa golpeando nuevamente la mesa con el puño y llevándose las manos a la cabeza.
-¿Qué ocurre? -le preguntó Márgara.
-Ahora si que no podremos encontrarle...
-¿Por qué no? -le interrumpió Ángela cerrando el portátil.
-Los caballos feudales son los únicos, junto con los kondórax, capaces de atravesar lo espejos de la realidad
-Pues eso es un problema muy grande.
De repente llamaron a la puerta... Vanessa dejó la conversación y abrió la puerta de la casa.
-¿Si? - preguntó Vanessa abriendo la puerta. Dos hombre trajeados, con pinganillos y gafas de Sol, se encontraban tras la puerta; uno de ellos se dispuso a hablar.
-¿Usted es Vanessa Ruiz?
-Sí, ¿qué ocurre? -les preguntó cruzándose de brazos.
-Somos de la interpol.-prosiguió el hombre enseñándole la placa.- Tendrás que venir con nosotros..
-¿Puedo saber para qué?
-Estamos investigando sobre el atentado del pasado mes, en el que murió el famoso empresario Javier López; si nos han informado correctamente, usted se encontraba en el lugar de los hechos en ese momento y nos gustaría tomarle algunas declaraciones para el caso.
-Suena bastante convincente... de acuerdo.-dijo Vanessa saliendo al porche y cerrando la puerta tras de sí.
Caminaron por el camino que atravesaba el césped del jardín delantero y subieron a un todoterreno negro con las ventanillas tintadas; Vanessa subió en la parte trasera del coche, donde habían dos personas más, cerró la puerta al subir, los hombres trajeados la aplastaban las caderas con sus rocosos cuerpos.
El coche arrancó, se dirigieron por la avenida de la casa de Vanessa, torciendo la primera a la derecha. Los hombre no tenían expresión facial, ni emociones, ni nada, parecían robots controlados por un ordenador. De repente empezó a sonar un móvil.
-Lo siento, tengo que cogerlo.-dijo Vanessa poniéndose el móvil en la oreja, mientras era fulminada por aquellos hombre, que aunque no se les veía los ojos sus caras lo decían todo.-Hola mamá.
-¿Dónde estás? -le preguntó Márgara desde el otro lado del la línea.
-Era la interpol, no te preocupes a las siete estaré en casa...
-Vale intentaré encontrar alguna manera de traspasar el espejo. Por cierto, ¿qué quieres de cenar?
-De acuerdo. Lo que quieras menos pescado, que ya sabes que lo odio.
-Vale, vale.
En lo que duró la conversación el vehículo ya había llegado a su destino; Vanessa salió del coche colgando el móvil y metiéndolo en el bolsillo trasero de sus pantalones. Habían llegado a un edificio con la fachada blanca y con toque futuristas, era la comisaría, había unos cuantos coches igual aparcados frente al mismo. Entraron en el edificio, pasaron la recepción y se dirigieron a la sala de interrogatorios atravesando los pasillos llenos de policías. Entraron en una habitación oscura, de ladrillo gris y con un espejo, Vanessa se sentó en una silla metálica frente a una mesa de madera.
-Espera aquí le indicó el hombre.-saliendo de la sala cerrando la puerta al paso.
Vanessa estaba balanceándose en la silla, cuando sin previo aviso un hombre vestido con un gabán marrón oscuro y gafas de sol entró en la sala; era un hombre de unos cincuenta años con el pelo oscuro y un gran mostacho. Se sentó frente a Vanessa al otro lado de la mesa. La tensión se palpaba en el ambiente.
-Buenas tardes -le saludó Vanessa para romper el hielo.
-Vamos a ser concretos, soy el inspector Mcjonin.-le dijo el hombre inclinándose sobre la mesa.-¿Quién eres? Mejor dicho, ¿qué eres?
-Sí que es usted directo.
-Sabemos que no eres normal. Al igual que tu amigo el gato y el terrorista del sombrero. Así que te lo preguntaré una vez más; ¿qué eres?
-Verá señor.-le dijo Vanessa inclinándose también sobre la mesa acercando su nariz con la del señor.-No se lo puedo decir, los humanos no están preparados para saber la verdad. Si bien es cierto, que no somos normales, también lo es que correis un grave peligro sin nosotros; solo le diré que estamos aquí para protegeros: a la especie humana.
-Sí, y también nos quería proteger el terrorista del sombrero ¿no? -insinuó el inspector con un tono irónico.
-Esta conversación ha terminado.-le aseguró Vanessa levantándose.
-No, todavía, no.-la interrumpió esposándole la mano derecha a la mesa.
-Suélteme, por su bien.
-Siéntese, señorita, ya le he dicho que todavía no hemos terminado. ¿Qué hay de Alfredo, el hijo de el señor Kain? Tengo entendido que se alojaba en su casa.
-¿Qué problema hay con eso? -le preguntó Vanessa sentándose de nuevo.
-¿Entablaban alguna relación entre sí? -le preguntó el señor cruzando los brazos y posicionándose frente al espejo.
-Sinceramente, creo que eso no es de su incumbencia.
-¿Podría decirme, dónde está Alfredo?
-Claro...
-¿Y bien?
-Está en otra dimensión.-le indicó Vanessa con una risita burlona.
-No lo entiendo.-le indicó el señor.
-Era de esperar. Alfredo está en la Tierra; pero a la vez no está en la Tierra.
-¿Me estás tomando el pelo? -dijo el hombre crugiéndose los dedos en un intento de parecer varonil.
-No le tomo nada, no es mi culpa si no comprende lo que no puede ver.
En ese momento volvió a sonar el móvil. Vanessa lo cogió unos segundos después de que empezara la canción.
-Dígame.-saludó Vanessa poniendo el teléfono en altavoz y dejándolo sobre la mesa.
-¡Vanessa ven rápido, tenemos problemas! -le dijo Ángela angustiada mientras se escuchaban aullidos de dolor de fondo.
-Voy para allá.-le aseguró Vanessa colgando el teléfono con la mano libre.
-¡Todavía no hemos acabado!-le indicó el señor golpeando la mesa con un repentino golpe.
-Me temo que sí.-le dijo Vanessa rompiendo las esposas con un leve tirón, desplazando la mesa al mismo tiempo.
-Detente o disparo.-le amenazó el hombre apuntándola a la cabeza con una pistola.
-No haga esto más difícil.-continuó Vanessa abriendo la puerta de la sala.
-Te lo he advertido.-le dijo hombre disparando a Vanessa en la pierna; pero la bala se aplastó y cayó al suelo con un fuerte chasquido.
-Que no me afecten las balas, no significa que me guste que me disparen.-le indicó Vanessa, propinándole una patada en la mano, que hizo que la pistola saliera volando impactando y rompiendo el espejo, dejando al descubierto una habitación llena de aparatos electrónicos y en la que dos personas les espiaban. Los dos hombres salieron a ayudar al inspector saltando sobre el hueco del espejo. El primero lanzó un puñetazo que se dirigía a la mandíbula de Vanessa; pero esta lo esquivó echándose para atrás y poniéndole la zancadilla, haciendo que cayera al suelo por el impulso. El otro hombre placó a Vanessa; pero no logró moverla del sitio, ella contraatacó con un codazo en la espalda que lo tumbó de golpe. Vanessa se acercó al inspector agarrándole por las solapas del gabán y estrellándole contra la pared.
-Déjame en paz y yo les dejaré en paz a ustedes.
-Me temo que eso no será posible.
Vanessa lo dejó caer al suelo y salió corriendo por los pasillos; giró a la derecha cuando pudo, chocó contra uno de los policías tirándolo al suelo.
-Lo siento.-se disculpó Vanessa sin detenerse.
Tras esto, saltó por encima del mostrador tirando unos cuantos papeles. Se dirigió a la puerta puerta de la comisaría.
-Disparad a las piernas.-dijo el inspector por el walkie talkie, saliendo a correr torpemente detrás de Vanessa.
Vanessa salió de la comisaría, allí una barricada de todoterrenos la cortaban el camino junto con una decenas de policías y agentes uniformados.
-Detente o abriremos fuego.-anunció uno de los agentes trajeados con un megáfono; pero Vanessa no le hizo caso.-¡¡FUEGO!!
El aire se llenó de plomo, los pantalones de Vanessa se destrozaron al paso de las balas dejando ver parte de sus fuertes piernas. Los proyectiles solo lograban rasgar la ropa; Vanessa siguió corriendo hacia la hilera de coches sin detenerse.
-¡¡TODOS ATRÁS!! -les ordenó el agente del megáfono a sus hombres los cuales obedecieron al instante.
Vanessa dio una patada al coche, el cual salió por los aires abriendo una brecha en el perímetro, enseguida materializó el traje y flexionó las piernas, abrió las palmas de las manos y se impulsó despegando con un fuerte impulso, el cual generó una onda expansiva que golpeó a los coches aboyándolos y rompiendo tanto las ventanillas, como el grueso cemento del pavimento.
Estaba atardeciendo y sobre el negro cielo se divisaba la estela de luz blanca, que se generaba al paso de Vanessa. Llegó al instante a su casa, aterrizó fuertemente en el suelo con una voltereta y entró por la puerta rápidamente cerrando tras de sí.
-¿Mamá? ¿Estás ahí? ¿Ángela? -preguntó Vanessa mientras caminaba lentamente por el pasillo; entró en el salón pero no había nadie, al igual que en las habitaciones.
-¡Vanessa! -gritó Ángela.
Vanessa se guió por el sonido el cual la llevó a la cocina. Allí se encontraban Márgara, Ángela y Remiux malherido, él estaba apoyado sobre la mesa de la cocina apretándose el costado en el cual tenía una enorme herida, como un zarpazo, le goteaba sangre blanca.
-¿Qué le ha pasado? -preguntó Vanessa acercándose para ver mejor la herida.
-No lo sabemos, se ha estrellado cerca del Retiro, no ha hablado nada, ni una sola palabra.-le respondió Ángela limpiando la sangre del suelo con una fregona.
-Ayudadme, llevémoslo al ala médica.-ordenó Vanessa cogiéndole de un brazo. Mientras Ángela cogía del otro y Márgara abría las puertas y despejaba el camino.
Una vez llegaron a el ala médica, Ángela no pudo soportar el peso y cayó desplomada y sobre ella Remiux.
-Está peor, si no hacemos algo morirá.-les advirtió Márgara abriendo una de las cápsulas.-Metedlo aquí.
-Ahí no cabe, tenemos que recurrir a un ritual de sangre.-le respondió Vanessa quitando a Remiux de encima de Ángela.
-¿En qué consiste? -le preguntó Ángela jadeando mientras se incorporaba.
-Va ha resultarnos un tanto difícil. Consiste en una transfusión de energía por parte de un Maker o por parte de su clariceo...
-¿Clari... qué? -intervino Ángela.
-Al igual que Remiux es el guardián de Alfredo, Alfredo es el clariceo de Remiux.-le respondió Margara.-No podemos hacer nada por él.-dijo Márgara.
En ese momento Atila, el perro de Ángela, entró en el ala médica. Estaba inquieto y no paraba de saltar y subirse por todos los sitios. ¿Pretendía decir algo? Si era así, ¿qué quería decir?
-¿Qué le ocurre? -preguntó Vanessa agarrándolo para que no armara un desastre.
-No lo sé, siempre es muy tranquilo.-respondió Ángela acariciándolo.-Quiere decirnos algo.
-¿Cómo lo sabes? -preguntó Vanessa soltándolo.
-No lo sé; pero es lo único que se me ocurre.
Al soltarlo el perro salió corriendo al ascensor.
-Mamá cuida de Remiux, Vanessa vamos.
Ángela y Vanessa salieron corriendo detrás de Atila, entraron en el ascensor; el perro empezó a saltar intentando presionar el botón de la planta noventa y uno. Al ver que no podía, Ángela lo presionó por él. Empezaron a moverse, tras unos momentos llegaron a una planta con la luces fundidas. Esa planta llevaba deshabitada casi diez años. Atila salió corriendo por el angosto pasillo, se metió por un hueco que había en la pared, todo estaba muy oscuro.
-¿Atila? -preguntó Ángela.- ¿Dónde estás?.
-Espera.-le indicó Vanessa iluminando su puño, para poder ver más allá de un metro.
-No cabemos por ahí.-dijo Ángela acercándose al hueco.
En ese momento Vanessa golpeó la pared haciendo que esta se derrumbara debido al impacto. Al otro lado se encontraba Atila tumbado, mordiendo algo metálico. Ángela se acercó y se lo quitó de los dientes.
-¿Qué es esto? -le preguntó Ángela a su hermana mientras observaba el objeto con mayor detenimiento. Era una placa metálica de color negro con una forma hexagonal.
-Es un implante intracraneal post mortem.
-En castellano.
-Sirve para dotar de inteligencia a los seres vivos que ya han muerto.
-Creo que quiere que se lo pongamos.-dijo Ángela entregándole el chip a Vanessa para que lo viera.
Ella lo cogió.
-Pero eso es imposible.-le dijo Vanessa entregándoselo de nuevo.
-¿Por qué no?
-Ya te he dicho que debe de estar muerto para que funcione y supongo que no querrás matar a tu perro.
-Hazlo.-le dijo Ángela sujetando a Atila por el collar rojo para que no tuviera tiempo de escapar.
-Espera... ¿qué? -dijo Vanessa sorprendida por las palabras dichas por su hermana.
-Lo quiero mucho; pero también quiero a Remiux y tal vez esto sea la respuesta, alo mejor Atila apareció en nuestros caminos con un propósito. Hazlo.
-No lo haré.
-Pues lo haré yo.-dijo Ángela cuando cogió un cristal roto del suelo.
Ángela hundió el fino cristal en el cuello de Atila que cayó al suelo junto con un aullido de dolor.-¡Ponlo!
-No puedo, has de hacerlo tú, tú lo has matado.
Vanessa le entregó el chip con cara de asombro extendiendo el brazo. Ángela lo cogió y se puso de rodillas para ponérselo a Atila.
-¿Qué tengo que hacer? -preguntó Ángela cogiendo el cristal.
-Tienes que incrustarlo en su cráneo.- le dijo arrodillándose junto a Ángela.
Ángela agarró el cristal con fuerza y se lo acercó a Atila, a la cabeza. Ella apretó, una sangre blanca empezó a brotar de la herida. La incisión abarcaba desde el entrecejo hasta la nuca, pasando por la parte superior de la cabeza. Tras esto cogió el chip y se lo acercó al hueso, este se tornó blanco y los detalles emitían una luz amarilla; del hexágono salieron unas barras metálicas que se incrustaron en el sólido hueso, dejando así el chip pegado a este. Segundos después la herida empezó a cerrarse, quedando sellada en un momento. El perro empezó a convulsionar y a echar espuma por la boca.
-¿Qué le pasa? -le preguntó Ángela a Vanessa preocupada mientras intentaba detenerlo.
-Déjale, es normal, el chip se está activando.
Atila se detuvo, por un instante parecía estar muerto; cuando de repente el perro se incorporó y meneó la cabeza como si quisiera despertar, Vanessa y Ángela también se incorporaron; el animal buscó con la mirada a Angela.
-Madre mía que ganas de hablar enserio, con este cuerpo solo podía babear, comer y oler el culo de otros perros, aunque había buenas vistas cuando te ponías minifalda.
-Pero, ¿¡Qué!? -dijo Ángela sorprendida tropezando y cayendo hacia atrás por el sobresalto.
-Fascinante.-dijo Vanessa sorprendida.-No recordaba que el chip fuera tan potente como para otorgar la capacidad de habla.
-Te equivocas, este chip no llega a tanto, lo que ocurre es que yo no soy un perro. Bueno, está claro que ahora sí lo soy; pero no he sido un perro toda mi vida. Por Dios, ¿dónde están mis modales? Soy Chack, hijo de Chick.-dijo el perro estirando la pata, (no murió, sino que extendió su patita en forma de saludo) Vanessa se la estrechó.-Que suave, ¿me dejas echar un lametón? -le dijo acercándole el hocico.
-¿¡Qué!? ¡¡Noo!! -le dijo Vanessa apartando su mano antes de que su lengua llegara a tocarla.
-Anda, es verdad, que tontas que estáis, tenemos que salvar al viejo, vamos.
Chack salió corriendo a toda velocidad seguido de Ángela y Vanessa. Llegaron al ala médica.
-¡Mamá! -gritó Ángela entrando en la sala.
-¿Qué ocurre? -le preguntó Márgara tocándole la frente a Remiux.
-Yo soy tu salvación... ¡Uh! Qué épico a sonado eso.-dijo Chack acercándose a Remiux.
-Pero, ¿¡Qué!? -dijo Márgara sorprendida.
-Sí, yo dije lo mismo.-le aseguró Ángela.
-Dejaros de tonterías, sí, soy un maldito perro que habla; pero, ¿acaso no veis la tele? Bueno que me subo por las paredes, transferidle mi sangre al puerco ese.
-Solo se puede hacer con sangre de Maker.-le corrigió Márgara cogiendo una aguja.
-¿Quién ha dicho que yo no lo sea? No enserio, me cabrean mucho los mentirosos.
Márgara resopló y le puso la aguja en la pata.
-¡¡¡Aaaaaaaaahg!!! -gritó Chack.-Que no, que es broma.
-¡¡Aaahg!! -gritó Márgara asustada por el grito.
-Lo siento.-se disculpó Chack.-Aunque lo he hecho aposta.-dijo Chack mientras su sangre corría por un tubo de plástico transparente y se incorporaba al torrente sanguíneo de Remiux.
-Con esto bastará.-dijo Márgara tras unos minutos retirando la aguja.-Vayamonos arriba y dejémosle descansar, dejaré una cámara por si se despierta enterarnos.-dijo Margara andando hacia una pared blanca y colocando una cámara minúscula.
Todos hicieron lo que les decía.
Una vez arriba se fueron al salón y se sentaron en el sillón.
-No, no tu te vas al suelo.-le dijo Márgara a Chack dándole un azote en el trasero para que se bajara del sofá.
-Venga ya, ¿es qué ahora estamos en el siglo XIX? Que yo me lamo el pelo todos los días y me limpio el trasero después de ir al baño.
-Venga súbete encima mía.-le dijo Vanessa, mientras se le subía a las piernas.
-Eres realmente amable Vanessa.-le dijo Chack lamiendole la piernas por los huecos que habían hecho las balas.
-Para que me haces cosquillas...
-Mamá.-intervino Ángela abriendo las persianas del salón y miraba fuera poniendo las manos en el cristal de la ventana.
-¿Qué? -preguntó Márgara mientras leía una revista de moda.
-No sé para qué lees eso, si siempre vas vestida como si tuvieses ochenta bisnietos.-dijo Chack mientras se ponía boca abajo para que Vanessa le rascara la barriga.
-Tampoco te pases.-le dijo Vanessa.
-Vanessa creo que tus amigos te han seguido.
-¿A quién te refieres refieres con "amigos"? -le preguntó Vanessa mientras se levantaba haciendo que Chack se bajara, se dirigió a la ventana. Afuera había una decena de coches aparcados en la acera a modo de barricada, también había dos helicópteros que apuntaban a la casa con sus intensos focos, empezaban a venir los G.E.O. que aparcaron los furgones en medio del jardín delantero.-Mamá activa el campo de fuerza.
Márgara se levantó y caminó lentamente hacia la pared que estaba en frente del sillón, puso la mano en la pared, encima de la chimenea, esta empezó a vibrar, justo delante del sillón se abrió el suelo, y de él apareció un pedestal y en este se encontraba un botón rojo, que presionó sin demora. En ese mismo instante un campo de fuerza transparente formado por miles de hexágonos y en forma de cúpula se generó alrededor de la casa partiendo un furgón que había aparcado en el jardín.
-Con eso debería ser suficiente.-dijo Vanessa satisfecha.
-Para no serlo.-le dijo Chack volviendo al sillón.
-Sube.-le dijo Vanessa sentándose nuevamente en el sillón, una vez estaba arriba.-Vale ahora que tenemos algo de tiempo, ¿nos puedes contar por favor, quién eres? -le preguntó Vanessa acariciándolo.
-De acuerdo, me llamo Chack... obviamente. Cuando teletransportaron a Remiux hace ya casi diecocho años; yo me colé "accidentalmente", bueno pues el caso es que el teletransportador solo tenía una cápsula de seguridad, entonces yo no pude protegerme de el salto interestelar y mi forma, más bien dicho, mi cuerpo se desintegró y mis moléculas se separaron y pasé de tener una forma física a una forma abstral y solo cuando Kiko, el verdadero dueño de este cuerpo, murió, es cuando pude "tomar prestado su cuerpo".
-¿Por qué te metiste en la nave? -le preguntó Vanessa.
-Por dos motivos principalmente. El primero: quería ser el guardián de alguien.
-¿Y el segundo? -dijo Ángela incorporándose a la conversación sentándose en el sillón, al lado de Vanessa.
-Quería alejarme cuanto pudiese de Raika.
-¿Y eso por qué? -le preguntó Vanessa mirando el móvil.
-Tres milenios antes de que a Remiux le fuera asignado la protección de Alfredo, mis padres encontraron el Libro del Destino, un libro que contiene el destino de todos los seres vivos.
-Raika lleva buscando ese libro desde que Éthala murió.-le dijo Vanessa mirándolo fijamente.
-Y, ¿por qué lo busca? -le preguntó Ángela.
-Porque con él puede revivir a los muertos.-le respondió Vanessa junto con un resoplido.
-Y con él podría revivir a los Ancianos y controlar a un ejército de inmortales.-dijo Chack.-Mi madre escondió el libro en alguna parte de esta galaxia para que no pudiese encontrarlo, tras eso mi madre volvió al planeta Maker, Raika se enteró y la ejecutó por alta traición, mi madre no le contó el paradero de ese libro, así que torturó a mi padre; pero a diferencia de mi madre, mi padre no lo sabía y no le sirvió de nada a Raika, así que también lo ejecutó. Yo era un bebé en ese entonces; Raika me acogió, me dio cobijo y me cuidó; me trató como a su hijo; pero cuando me enteré de que... bueno de que mató a mis padres, me puse tan furioso que, que...
-Que solo querías acabar con él.-le interrumpió Vanessa cruzándose de brazos tras guardar el móvil.
-Exacto. Antes de marcharme de mi planeta de origen encontre un cristal Guillán, es un cristal azul, como un pendrive, sirve para almacenar información codificada. Lo llevo en mi collar, es esto.-dijo Chack alzando el cuello para que los demás lo pudieran ver, era un pilar hexagonal de unos cinco centímetros de largo y tres de apotema.-Gracias a esto sé donde se encuentra el libro del destino. Está en Andrómeda lo tiene Líwol.
-¿Quién, el hijo de los Ancianos? -le preguntó Vanessa con gran curiosidad.
-En efecto. ¿Podría alguien cerrar las cortinas? -preguntó Chack pegando un salto para bajar de las piernas de Vanessa que se levantó y cerró las cortinas para que la policía no pudiese fisgonear.- Ángela, ¿podrías apagar la luz por favor?
-Claro.-respondió Ángela presionando el interruptor.
-¿Podríais apartaros un poco? -les preguntó Chack posicionándose en el centro del salón.
Las tres se alejaron un par de pasos.
Chack tocó el collar con una de sus patas, este empezó a brillar; Chack tensó sus patas para ponerse firme. El collar se soltó de su cuello cayendo al suelo brillando aún más, de él apareció un holograma.
-¿Esa es tu madre? -le preguntó Ángela acercándose para ver a una mujer Maker alta y con los ojos de gato; pero a diferencia de los otros makers que tenían las pupilas amarillas, esta las tenía de un color azul cielo.
-Sí.-le respondió Chack.-¡¡CUIDADO!! No toques el holograma, podría alterar tu estructura molecular.
El holograma empezó a hablar.
-Si ves esto hijo mío, significa, que ya he muerto. Encontré "el Libro del Destino" en mi última misión.-comenzó el holograma haciendo señas con las manos.-Le he dado el libro a uno de los tres descendientes, a Líwol, él lo custodiará y solo te lo dará a tí; está en el planeta Foron, en Andrómeda, un planeta fuera del sistema planetario principal. Encuentralo y derrota a Raika, con cada día que pasa él se hace más y más poderoso. Solo el poder del libro es capaz de detener su ejército, tu padre me ha contado, que Raika quiere unificar el universo. Manda a los Guerreros con un propósito y no es el de proteger los planetas, todos los Guerreros tienen implantados en el A.D.N una base primaria artificial que creó Raika. Si activa esa base, todos los Guerreros pasaran a ser mascotas controladas por él. Existe un elixir que contrarresta esa base principal, el problema reside en que no está a nuestro alcance. Lo tiene Drivol; pero él no sabe lo que es, ni sabe lo de la base. Corren un grave peligro, ayúdales, no les queda mucho tiempo y tú eres su única esperanza. Te quiero.-tras esto el holograma se desvaneció.
-No, no... espera, ¿me está diciendo que yo soy el perro de ese hipócrita asqueroso, y que la única manera de librarme de esa base, es enfrentarme al asesino de mi familia? -le preguntó Vanessa histérica.
-Sé que es duro; pero ya la has oído, yo soy la única esperanza de la vida universal y mírame... soy un maldito perro -susurró apenado.
-Vanessa, Chack tiene razón.-le dijo Ángela intentando convencerla.-Esto no se trata de un asunto personal, estamos hablando de la vida de miles de trillones de personas en peligro. Vamos a necesitar algo más que venganza.
-Lo siento, tienes razón, la venganza no es el camino. Buscaremos ese libro primero.
-Siento interrumpiros; pero, Remiux se ha despertado.-dijo Márgara caminando hacia el pasadizo de la estantería, puso la mano sobre el lomo del libro, que hizo la estantería se desplazara y dejara a la vista el ascensor. Bajaron al ala médica. Remiux estaba tumbado con los ojos cerrados y confuso.
Tras unos minutos empezó a volver en sí. Comenzó a mirar a todos lados desconcertado. Márgara cogió una linterna y se la acercó a las pupilas, estas no se movieron, seguían con su distintiva forma alargada.
-Sus ojos no responden a los estímulos.-dijo Márgara tras eso le examinó los dientes.
-¿Quiénes sois? -preguntó Remiux desconcertado, incorporándose y mirando a todos, intentando reconocerlos.
-¿Cómo que "quién somos"? Acaso no te acuerdas.-le preguntó Ángela sorprendida y agarrándole la cara delicadamente con las manos.
-¿Qué es este sitio?
-¿Qué es lo último que recuerdas? -le preguntó Vanessa cogiéndole la cabeza para examinarlo.- Lo más reciente.
-A mi hijo, Krifa. Tuve que despedirme de él porque me mandaban a un misión, me asignaron a el proyecto Átena con destino la Tierra. ¡¡ES VERDAD!! Tengo que encontrar a Javier Kain y a su mujer.-dijo Remiux corriendo hacia la salida.
-¡Espera! Javier Kain está muerto.-le interrumpió Vanessa.- y a Márgara la secuestraron. Fuiste atacado y perdiste la memoria; tu clariceo nació hace diecisiete años.
-Pero, ¿cómo es eso? -le preguntó Remiux volviéndose y caminando de vuelta.
-Por la herida y los efectos secundarios; yo diría que fuiste atacado por Shashune.-le respondió Vanessa.
-¿Qué es eso?
-Es el guardián de la noche. También llamado el Kondorax legendario, protege todas las entradas de los agujeros de gusano.
-¿Quiénes sois vosotras?
-Perfecto, ahora hay que educar al viejo.-le dijo Chack mordiéndole los zapatos a Vanessa.
-¡Quita! -le ordenó Vanessa propinándole una patada en el hocico que la hizo retroceder.
-Yo me llamo Chack soy un precioso Husky Siberiano, antes era un Maker, como tú; pero me convertí en un perro al colarme donde no debía. La del pelo moreno con tirabuzones y de ojos azules y con más mala leche que Raika, es Vanessa, la Guerrera de Marte.
-¡EH! Que yo no tengo tan mala leche. Te recuerdo que soy la única que te dejó subir al sofá
-Es verdad; "la bonita y dulce niña de ojos azules y que para nada tiene mala leche", es Vanessa. La hermosa rubia macarra es Ángela y la señorita Rotenmeyer es Márgara, "la madre de Vanessa y Ángela".
-Chicos, el campo de fuerza se apagará en cinco minutos.-les interrumpió Márgara mirando un panel de control en la pared.
-Remiux quédate aquí.-le ordenó Ángela sacando sus pistolas de la chaqueta de cuero.
-¡Vamos! -dijo Vanessa corriendo hacia la puerta materializando su traje y su arco.
Vanessa entró en el ascensor seguida de Ángela y más tarde Chack.
-Espera, espera, tú te quedas aquí.-le dijo Ángela agarrándole por el collar para sacarlo fuera.
-No, no, espera tú. Aunque no lo creas yo no soy un perro. Eh... convencional.
-Procura que no te maten.-le sugirió Vanessa apretando el botón de la planta principal.
Una vez arriba...
Vanessa salió la primera del ascensor, seguida de Ángela y Chack. Se dirigieron a la puerta.
-Ángela.-dijo Vanessa agarrando el pomo de la puerta.
-¿Qué ocurre? -le preguntó Ángela poniendo un silenciador a cada pistola.
-No dispares a matar. Y en cuanto a tí Chack, sea lo que sea lo que puedes hacer no uses métodos letales. Estas son personas ajenas a nuestro mundo y no tienen que morir por su ignorancia, al menos no hoy.
-Oído cocina.-le respondió Chack estirándose.
-Vamos.-dijo Vanessa abriendo la puerta.
Al otro lado de la puerta decenas de policías y agentes de las fuerzas especiales esperaban una sola orden para abrir fuego. Vanessa caminó por el jardín y se colocó delante del campo de fuerza a esperas de que se apagara.
-Un minuto.-les advirtió Vanessa mirando a sus compañeros.-Preparaos. Chack sea lo que sea que haces, hazlo ya.
-Apartaros un poco.-les indicó Chack.
Chack tensó las cuatro patas. Sus ojos azules se volvieron amarillos; sus patas empezaron a alargarse, y su cuerpo entero empezó a crecer gradualmente hasta alcanzar una altura de casi cuatro metros, su hocico era tan alto como el segundo piso de la casa.
-A que molo.-dijo Chack con una voz tronante.
-Eres impresionante.-le dijo Ángela acariciándole la pata, ella notaba sus fuertes músculos y su pulso acelerado.
-No te irás a enamorar de un perro gigante, ¿no? -le dijo Vanessa a Ángela junto con una sonrisa burlona.
-¿¡Qué!? Noo. No seas ridícula.
El campo de fuerza empezó a parpadear.
-Cinco, cuatro, tres, dos...-contó Vanessa hacia atrás.
El campo se desvaneció.
-¡Última oportunidad! Soltad las armas.-les aconsejó uno de los G.E.O. Con un megáfono.
-Lo mismo les digo.-les dijo Vanessa mientras generaba una flecha.-Ángela.-le empezó a susurrar a su hermana.-Cuando disparen te pones detrás mía, sal cuando tengan que recargar.
-¡Fuego! -les ordenó el mismo guardia.
Las balas empezaron a salir de las metralletas, Vanessa cubrió a su hermana abrazándola con todas sus fuerzas. Las balas impactaron contra su espalda, el traje se rompía y se regeneraba con cada impacto y la metralla era incapaz de atravesar el grueso pelaje de Chack. Cuando tuvieron que recargar.
-Ahora.-dijo Vanessa.
Vanessa se dió la vuelta y disparó dos flechas que hicieron explotar dos coches. Ángela realizó doce disparos que impactaron en los hombros de doce agentes; cada cargador contaba con seis balas, ella los vació en pocos segundos y los recargó con una voltereta en el aire y siguió disparando. Chack salió a la carga aplastando varios furgones con las patas delanteras y mandando a volar a varios agentes golpeándolos con el hocico. En pocos segundos todos los agentes de tierra fueron derrotados. Vanessa se preparó para saltar e interceptar a los helicópteros; salió despedida al estirar las piernas, se agarró a uno de los helicópteros como pudo y escaló por el lateral. El piloto intentó deshacerse de ella con unas maniobras bruscas; pero no pudo. Vanessa extendió el brazo y arrancó la puerta de la cabina.
-Largo de mi jardín, ¡rufianes! -le ordenó Vanessa.
Uno de los francotiradores que estaba en la parte trasera del helicóptero agarró a Vanessa por el pelo y tiró con fuerzas. Vanessa se percató de esto y lo lanzó fuera del vehículo.
-Ya me habéis oído. ¡Largo!
Vanessa pegó un salto mortal hacia atrás y se lanzó en picado hacia el francotirador. Lo abrazó con fuerza y aterrizó en la carretera generando un boquete gigante, la onda expansiva hizo saltar las alarmas de todo el vecindario.
-Mi pelo solo lo toca mi novio y a menos que te llames Alfredo y seas el Dios de la Tierra no lo tocarás. Ni se te ocurra tocarlo de nuevo.-le amenazó Vanessa tirándolo al suelo y presionándole el pecho con la rodilla.
-Lo siento.-se disculpó el francotirador a duras penas.
-Más te vale sentirlo porque mi perrito tiene hambre.-le sugirió Vanessa pegando un silbido que hizo que Chack llegara a la escena dando saltos de alegría y babeando todo el suelo.
-¿Me lo puedo comer? -le preguntó Chack olisqueándole.
-¿Me vas a tocar el pelo?
-No, no, lo juro no dejes que me coma.-le suplicó el francotirador.
-Lo siento Chack, después te daré alitas. Hemos terminado. Vamos dentro.-dijo Vanessa caminando hacia la entrada mientras Chack volvía a su forma original.
Vanessa abrió la puerta con la mano derecha mientras que con la otra sujetaba el arco. Chack entró tras ella.
-¿Dónde está tu hermana? -le preguntó Chack tumbándose en el suelo.
-Se suponía que estaba contigo.-le respondió Vanessa abriendo la puerta nuevamente para ver si estaba fuera.
-Yo creía que estaba contigo.
- Se la han debido de llevar en el otro helicoptero.
-Voy a buscarla.-le dijo Vanessa mientras salía al porche.
-Yo voy contigo. Tampoco tengo mucho que hacer aquí.-le contestó Chack saliendo por la puerta con la lengua afuera.
-No, no hace falta; además aquí te necesitan, tal vez necesites realizar otra transfusión. Os llamaré si la encuentro.-dijo Vanessa despegándose del suelo con un fuerte salto.
Vanessa se elevó tanto que tocaba las nubes con las manos, encima de estas todo estaba en silencio. Todo estaba brillante aunque fuera de noche. Las estrellas iluminaban su camino y la Luna se reflejaba en las grises nubes. Vanessa giró bruscamente hacia la derecha desviándose de la "ruta".
Aterrizó cerca del centro y siguió a pie. Empezó a llover, aunque el agua caía sobre su cuerpo, no la calaba gracias al traje. No había ni un alma por la calle. Anduvo durante veinte minutos. Eran la una de la madrugada. Vanessa escucho unos pasos que se acercaban con rapidez, no miró para no parecer maleducada.
-Dame todo el dinero que lleves encima.-dijo una voz varonil.
Vanessa notó como la punta de una pistola le tocaba la espalda.
-No tengo tiempo para esto.-le dijo Vanessa dándose la vuelta.
El hombre se asustó y retrocedió.
-No te lo repetiré de nuevo, te lo aseguro, ya he matado antes y no me importaría acabar con tu vida en este preciso momento.
-Las balas no me afectan.
El hombre disparó, una bala negra salió del cañón. Se dirigía a la cabeza de Vanessa.
De repente Chack apareció y empujó a Vanessa fuera de la trayectoria del proyectil tirándola al suelo en el acto. Chack se transformo en un abrir y cerrar de ojos.
-Chack, ¿qué haces aquí? Te dije que te quedaras en casa, no hacía falta que vinieras, es solo un ladrón de poca monta.
-Tu madre me dijo que viniera, porque no le hacia falta mi sangre, además a este hombre le ha enviado Raika. Huele a él y eso no era una bala normal y corriente, era de kuarlum.
-¿Es eso cierto? -le preguntó Vanessa al hombre el cual iba vestido con un largo abrigo negro y una boina.
-Raika te quiere y no parará hasta encontrarte.-dijo el hombre corriendo en dirección contraria.
-¿No le detienes? -le preguntó Chack volviendo a su forma normal.
-No, todavía tengo que encontrar a mi hermana y no sé ni por donde empezar a buscar esto es un asco... poco a poco mis seres queridos van desapareciendo de mi vida y no lo soporto.
-¿Recuerdas que soy un perro? Y ¿qué hace un perro? -le preguntó Chack sacando pecho.
-¿Ladrar? -le contestó Vanessa secándose las lágrimas que le surcaban la mejillas.
-También; pero yo esperaba más un "rastrear".-le corrigió Chack imitando la voz de Vanessa.
-¡Eres grande! -le alagó Vanessa abrazándole.
-Ahora mismo no.
-Era un expresión. Significa que eres auténtico, único, yo que sé, no le des importancia.
-De acuerdo. Sígueme.-le dijo Chack mientras olisqueaba el suelo en busca de algún rastro que les llevara hasta Ángela.
Chack olisqueó el suelo durante unos minutos, hasta que encontró el olor de Ángela y empezó a correr parándose cada tantos metros para no perder el olor. Sin previo aviso Chack se transformó, frente a una autopista transitada.
-Sube, iremos más rápido si te llevo en mi espalda.-le dijo Chack agachándose para que pudiera subir.

El límite de lo infinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora