Estoy yendo al estudio, voy a llegar media hora tarde, voy corriendo la última cuadra, Daniel siempre me dice que llego tarde a todo, y le encanta restregarme que tiene la razón, estoy segura que contará hasta el último minuto y me esfuerzo porque sean los menos posibles, toco el timbre y digo casi sin aliento "Soy María" y me abren la puerta.
Trato de que no se me note lo agitada que estoy, camino tranquilamente y entro a la sala de grabación y cuando veo para todos lados, mis ojos se topan con todos, menos con Daniel.–¿Y Daniel? –Pregunto más aliviada que preocupada.
–Él no ha llegado, dijo que llegaría tarde, pero ya es más que tarde. – Me contesta Ricardo.
Ajá, sí, al fin Daniel tarde. Un momento, debo dejar mi actitud infantil y comportarme como la adulta que soy ¿Y si le pasó algo? Agarro el teléfono y le marco, contesta al tercer timbre.
–Hola, amor, justo estaba por llamarte. –Me dice.
–Uy, sí, justo, estoy como una hora esperándote.
Gino me mira porque sabe que miento, y le saco la lengua.
–Lo siento, amor, lo compensaré.
–Más te vale ¿Ya vas a llegar?
– Ahhh, la verdad es que no voy a llegar, estoy en medio de un lío familiar y no creo librarme pronto, pero está noche te llevaré a dónde quieras.
Guardo silencio mientras me imagino como una caricatura echando humo.
–¿Mary? –Insiste Daniel.
–Te has metido en una buena –Le digo.
–Dile a los chicos que no llegaré, que mañana les dejo el instrumental de guitarra que grabé.
–Está bien, chau.
No estoy tan molesta, pero tiene que parecer que sí para que no se acostumbre a plantarme.
–Daniel no viene –digo y no me hacen caso –¿Me escucharon?
–Sí, María, te escuchamos –Me dice Marco.
–Mejor así, solo nos iba a torturar haciéndonos escuchar una y otra vez lo que grabó, para al final quedarnos con la guitarra que ya tenemos –dice Gino.
–No creo que haya mucho que cambiar –Dice Jose y le da play a una canción desde la laptop.
Me quedé mirando a Jose, recordé lo que me dijo Gabriela y no pude evitar pensar en lo que me gustaba de él. Está tan concentrado en la música, siente tanta pasión en lo que hace, él debería ser productor musical y no manager. Observo los rizos que se le forman en la frente y en el cabello que le cae cerca a las orejas, ese cabello castaño que no es nada rebelde, esa arruguita en medio de las cejas que aparece cuando se concentra, como tamborilea con los dedos al compás de la música. Ese chico, si las cosas hubieran pasado diferente ahora estaríamos juntos ¿Cómo hubiera sido eso? No importa, no pasó, ahora solo somos amigos, amigos que están alejados. Me acerqué a él con una idea fija.
–Tienes razón, la verdad así suena perfecta –Le dije.
Me dedicó una media sonrisa mientras apagaba la laptop.
–Terminamos, ya pueden ir a disfrutar su sábado. –Dijo.
Se oyeron bostezos y desperezamiento exagerados. Me había acercado con una intención, ahora me estaba acobardando, tenía que actuar antes de arrepentirme por completo.
–¿Quieres ir a tomar un café? –Le pregunté.
Jose se quedó paralizado con los audífonos a medio camino, me miró y preguntó "¿Contigo?", pues claro, o es que quiere que llame a Xena, la princesa guerrera, la princesa Leia o a Star Butterfly, oh, no, esa princesa es muy pequeña. Arqueé mis cejas y tan solo sonreí.
–Claro –dijo, aunque me sonó aterrorizado.
Mientras caminábamos hacía una cafetería cercana se hizo un silencio incómodo, reí ligeramente y él volteó a verme.
–Dime por favor que no te molesta salir conmigo –Se lo dije con una sonrisa, pero por dentro sentía angustia.
–No, para nada. –Contestó– Solo es extraño, hace mucho que no tenemos una conversación de más de 5 minutos.
Llegamos a la puerta del Sarcletti y la cruzamos.
–Pues con más razón –Dije– Hay mucho de que ponernos al día.
Nos sentamos en una mesa junto a la ventana, siempre me ha gustado ver a la gente pasar, imaginar sus historias, pero en ese momento tenía la mirada clavada en la carta mientras pensaba ¿De qué rayos vamos a hablar?
–No sé por qué miras tanto la carta, siempre pides lo mismo.
Ufff, tenía una sonrisa y se le veía más relajado, esto irá bien.
–¿Y qué voy a pedir? –Le pregunto en tono desafiante.
–Capuccino y sandwich de queso.
Tiene razón, son mis favoritos, no puedo evitarlo.
–Quizás pida otra cosa.
–No lo harás.
–Ay, es que hace mucho que no vengo y en serio me encanta.
Soltó una pequeña carcajada y luego me dijo muy solemnemente "Pide lo que te haga feliz, María".
Comencé hablándole de mí, de todo lo que había avanzado en este tiempo y mis planes, conversamos también de los chicos, de la banda, los proyectos, nos reímos recordando cosas y recordé lo bien que nos llevábamos, lo sencillo que era tener una conversación y pasarla bien. Pude ver debajo del cuello de su polo la cadena del colgante que le regalé, lo tenía bajo de la ropa, pero la estaba usando. Pensé en la cadena que me regaló y en el cajón dónde la tenía guardada, me sentí culpable, pero ¿culpable de qué? ¿De no usar un regalo?–Hemos hablado mucho, pero casi no me has contado de ti. Dime algo ¿Al fin te decidiste por tener alguna mascota?
–No, no... –Dijo y luego guardó silencio, se puso nervioso.
–¿Qué pasa?
–Debería hacerlo, debería tener una mascota.
–Pues sí, yo quiero adoptar un cachorrito.
–Juntos harán muchos desastres.
–¡Hey!
La voz de Jose se habia apagado, algo le pasaba.
–¿Me vas a contar? De pronto tu ánimo bajó.
–Hay algo que no le he dicho prácticamente a nadie... Sabes, a veces me parece una locura...
–Me estás preocupando.
–No es nada malo –sonrió y luego agregó con timidez – voy a empezar a estudiar otra vez.
–¿Es en serio? Me parece genial.
–Quiero ser productor musical. –Dijo con firmeza.
–No puede ser...
–¿Tan mala idea te parece?
–Nooo, todo lo contrario. Es que justo hace un rato estaba pensando en eso. Jose, es tu vocación, lo sé, debes seguir adelante con eso.
–Empezar una nueva carrera es tan difícil.
–Pero tú puedes.
Me dio una tierna sonrisa, se le veía vulnerable.
Salimos de la cafetería y caminamos hasta la estación del autobús, quiso acompañarme hasta mi casa, siempre tan caballero, pero le dije que estaba bien, que no se preocupara.
–Lo pasé bien –Dijo Jose.
–Yo también, te he extrañado, por favor prométeme que nos veremos más seguido.
–Está bien, María, disculpa si yo he estado...
–No, eso no importa, importa el ahora ¿ok?
–Ok.
Me despedí de él y me subí al bus. Camino a casa estuve pensando en lo bien que me había hecho salir con Jose, que me hacía bien ser su amiga y así cerrar esa etapa.
Estoy lista, es hora de planear una noche especial.
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Matando ilusiones
Novela JuvenilAhora María está encaminada en su objetivo, ser una gran escritora ¿pero qué pasa en su corazón? ¿Habrá otro gran amor para ella? ¿O volverá el pasado a arrastrarla hacia un error? Nadie es perfecto y tal vez ella lo descubra matando ilusiones. Seri...