Capítulo 22

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Me levanté temprano para ir al estudio, estoy haciendo algo cursi, le voy a llevar el desayuno a Daniel, aunque para hacerlo menos cursi, le estoy llevando desayuno a todos, waffles y jugo de fresa con leche, estoy feliz.
Toco el timbre y nadie abre, llamo a Daniel y no me contesta, finalmente Gino aparece, tiene llave y entro con él.
Gino se quedó hablando por teléfono y yo subí, parecía que no había nadie, pero pronto escuché unas voces que venían de la sala de grabación.

—¡Eres un cobarde! ¡idiota!

Era la voz de Carla.

—Te juro que no planeé que esto suceda así. —Le dijo Daniel.

—Me humillaste, Daniel. Nunca te voy a perdonar.

—Carla, por favor, esa no fue mi intención, en serio te aprecio mucho y no quisiera que acabemos mal.

—Ya es tarde, no solo terminamos mal, terminamos pésimo.

—Carla...

—Me has decepcionado completamente, espero no saber de ti nunca más.

Escuché los pasos de Carla acercándose (esos odiosos tacos que la hacen ver aún más esbelta), no sabía dónde meterme y me quedé ahí congelada en medio del pasillo.
No tardó en aparecer, me miró con odio, me evadió casi empujándome, reaccioné unos segundos después, dejé las bolsas de comida en el suelo y fuí tras ella.

—¡Carla! —Le grité cuando estaba a punto de cruzar la pista.

Me quedó mirando como preguntándose "¿Qué diablos quiere esta ahora?", me acerqué a ella ¡Estaba temblando! No sabía que ella me intimidaba tanto.

—En serio lo siento. —Le dije tratando de sonar firme.

—¿Qué es lo que sientes? —Preguntó con ironía.

—Como pasó todo, ninguno de los dos quiso lastimar a nadie.

—¿En serio?

—Sí, en serio lo siento, sabes...

—No, tú ¿sabes algo? No eres más que una engreída y una egoísta. Tratas a Daniel como un juguete...

—¡Yo quiero a Daniel!

—Siempre dudé de ti, pero confiaba en Daniel, pensé que era más inteligente, me equivoqué.

Me quedé otra vez sin poder pronunciar una palabra mientras veía como se alejaba ¿Qué podía decir? Ella estaba en el derecho de estar enojada ¿Pero que trato a Daniel como juguete? No, los sentimientos son raros, y a veces son ellos los que juegan contigo.

Volví a subir al estudio, mi ánimo se había bajado de golpe.

—¿Estás bien? —Me preguntó Gino cuando nos cruzamos.

—Sí... sí...

Me dio un apretón en el hombro y fue reconfortante, decidí que no me iba a poner mal, recogí las bolsas con comida y entré a ver a Daniel, lo encontré mirando al vacío.

—Hola, amor —le dije.

Pareció volver al lugar exacto en donde estaban sus pies, me saludó amorosamente y toda sombra desapareció.

—Les traje una sorpresita —dije justo cuando los demás llegaban.

Me quedaron mirando esperando a que continúe.

—¡Waffles!

Ni siquiera dejaron que les sirviera, comenzaron a devorarlos como animales salvajes, mientras servía el jugo.
Me acerqué a Jose que se había servido su porción y comía frente a su laptop, le dí un pequeño termo rojo que contenía felicidad.

Matando ilusionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora