Formar una familia (Final)

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Felicidad

Era lo único que podía sentir en ese momento Jack. Dentro de su cabeza no cabía otra descripción para lo que sentía, quizá fueran delirios suyos, pero el mismo juraría que ahora era más veloz y fuerte. La buena noticia de su futuro hijo le había sentado tan bien que ya ni siquiera recordaba a dónde iba.

El de rastas caminaba sonriendo ampliamente, ¿Y quien no? Acababa de enterarse de que iba a ser padre y con la mujer a la que amaba. ¿Podría salir algo mejor? Bueno, quizá si acabara con el idiota que vino a perturbar la paz...

De todos modos no era momento para pensar en eso, no. Ahora mismo lo único que pasaba por su mente era... ¿Que nombre le pondría? Si fuera niño... Jack Junior no sonaba mal para el, sin embargo a Cath no le gustaría, ella era más creativa en esto de los nombres. Aunque una cosa tenía clara, si fuera niña siempre había querido llamarla Astrid. Una vez leyó que Astrid era el nombre Vikingo que  representaba la fuerza y valentía de una mujer. Tanto que incluso había valquirias llamadas así.

Le sonaba bien, majestuoso diría el. Eran infinitas posibilidades y mucho tiempo para pensarlo. Tanto era el trance en el que estaba que por poco no esquiva el ataque que un vigilante del abismo le lanzó.

- Por poco. - Suspiró Jack. Quizá y solo quizá, no era momento para pensar en eso. Toda la situación en la que estaban le vino de sopetón al recordar hacia dónde se dirigía.

Jack se puso firme y miró a su alrededor, los vigilantes del abismo seguían presentes y no desaparecerían a no ser que acabaran con el idiota de la gabardina. Sin esperar más, se puso en posición y comenzó a correr por las calles de Yharnam.

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Eileen había llegado a la plaza, esta estaba en estado de tensión. Se podía palpar si movías la mano. En cualquier momento María se lanzaría a por el, estaba segura. Y solo faltó pensarlo para que lo hiciera.

María alzó sus espadas y trató de partir en dos al desconocido, pero este solo se movió hacia a un lado. Y así era golpe tras golpe, ninguno acertaba. Ningún tajo conseguía golpear al desconocido y esto ya cansaba a María.

- ¡Deja de esquivar y ataca cobarde! - María no midió bien sus palabras.

El albino sonrió y paró uno de los tajos de María con dos dedos sorprendiendo a todos los presentes..

- Si insistes. - Una sonrisa ladina se formó en su rostro. Levantó su pierna derecha y golpeó el abdomen de María lanzándola a varios metros. Esta aguantó el impacto y se puso en posición para seguir combatiendo, grave error. El desconocido volvió a atacar está vez con su espada haciendo retroceder a María. Y repitió el acto una y otra vez aumentando su velocidad, tanto que ahora solo se veía a María moverse de un lado a otro por impactos invisibles. Más bien era un milagro que está pudiese protegerse de los golpes. Sin embargo la paciencia no era la virtud del desconocido el cual se colocó detrás de María y clavó su espada en ella.

Un sonido asqueroso resonó en toda la plaza, acompañado del suave goteo de la sangre que caía desde la punta de la espada que ahora atravesaba todo el abdomen de María. ¿Moriría? No, por supuesto que no. Era mucho más dura que eso, pero la imagen era dura igualmente.

Un gritó desesperado se escuchó a la vez que unos pasos rápidos que venían en dirección al desconocido.

El albino sacó su espada dejando a una temblorosa María tambaleándose y sosteniéndose a duras penas. Zoba, la cual estaba más que furiosa, se puso su martillo al hombro y corrió en dirección a aquel ser que parecía no tener sentimientos y arremetió con el martillo. Estaba claro que este esquivaría el golpe, pero se sorprendió al ver el suelo totalmente destruido. La fuerza de aquella mujer era monstruosa.

Bloodborne - Una noche diferente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora