Hyukjae

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Caminé por la calle. Estaba oscuro, las farolas iluminaban la acerca. Un fuerte sonido llamó mi atención y me dirigí al callejón. En el estacionamiento detrás del edificio al otro lado del callejón, un tipo con una sudadera con capucha le apuntó con una pistola a Donghae, que tenía los brazos en el aire.

El chico de la sudadera le gritó. Tenía que ayudar; eso era todo lo que sabía. Pero tan pronto como intenté mover mis pies, me di cuenta de que estaban atrapados en su lugar.

Miré hacia abajo y, a pesar de mis esfuerzos para obligar a mis piernas a moverse, no pude. Un disparo hizo eco en el aire y miré hacia arriba inmediatamente, viendo a Donghae caer sobre el asfalto antes que el chico de la sudadera se fuera.

Mis extremidades finalmente me permitieron moverme y corrí a través del callejón hacia el estacionamiento. Cuando llegué a Donghae, me puse de rodillas a su lado.

Cuando lo miré, vi que no era Donghae... era mi hermano.

El cambio me dejó claro que estaba teniendo una pesadilla, nada más. Había tenido tantas en mi vida que era fácil para mí reconocerlas por lo que eran: la forma en que mi mente se aferraba al pasado y al dolor.

Pero saber que no era real no me impidió ser sacudido por la inquietante imagen de mi hermano.

La versión inmóvil y sin vida que tenía ante mí.

Quería volver a verlo... aunque fuera sólo un sueño. Acerqué su cuerpo y lo acuné en mis brazos. Era inútil y sabía que no me haría ningún bien, pero quería sostenerlo más cerca... una vez más. Grité, dando una voz a todo mi dolor, mi frustración, mi desesperación.

Me desperté gritando, lágrimas y sudor corrían por mi rostro mientras jadeaba como si hubiera corrido cinco kilómetros.

Solo una puta pesadilla, me recordé. Pero aunque sabía eso intelectualmente, no podía sacudir la conciencia de lo real que se sintió todo... o la horrorosa imagen de mi hermano tendido en el suelo. Era tan claro, tan vivido. Y me sacudió hasta el fondo.

Me levanté de la cama y me dirigí al baño. Cuando encendí las luces noté como temblaban mis manos. Estaba jodidamente temblando.

Entre las lágrimas, el sudor y el temblor fui transportado de vuelta a ese momento en que mamá y papá me contaron lo que le había pasado a mi hermano. Como me abrazaron y todos lloramos juntos por lo que algún bastardo le había hecho a alguien que había sido tan especial para nosotros. Me pregunté acerca de Donghae cuando sus padres murieron.

Teniendo en cuenta sus duros sentimientos hacia su abuela, seguramente no había sentido que podía compartir su dolor con ella. ¿Se había sentido totalmente sólo después de perder lo más cercano a él? Ni siquiera podía imaginar cómo se habría sentido eso.

Respiré, relajándome mientras descansaba mis manos a ambos lados del lavabo, mirando mi reflejo en el espejo. Gotas de sudor corrían
por mi rostro.

Mientras jadeaba, mi aliento empañó un punto en el cristal.

—Fue un estúpido sueño —me dije.

Tuve esta sensación incómoda en mis entrañas con respecto a Donghae. Sabía que era porque el sueño me había recordado lo aterrador que fue ese momento en el callejón. Sobre la razón por la que había intervenido entre Donghae y ese estúpido niño.

Porque a diferencia de mi hermano, a quien nunca tuve la oportunidad de ayudar, con Donghae, podía hacer algo. Y la idea de no poder ayudar... como cuando mis pies se congelaron en esa pesadilla...era horrible. Me devolvió todos esos sentimientos de impotencia que me habían paralizado tanto cuando tenía dieciséis años.

-El Desafío- eunhae/haehyuk Donde viven las historias. Descúbrelo ahora