—Estás siendo miserable —me dijo Taeyeon mientras me miraba desde el otro lado de mi escritorio.
Mis ojos se encontraron con los suyos verdes.
—No estoy siendo miserable.
—Sí, lo estás.
—No, no lo estoy.
—Sí, lo estás —respondió ella.
—No estoy jugando este juego contigo —le dije mientras trataba de contener una sonrisa. Necesitaba eso, necesitaba que ella se burlara de mí. Me pasé las manos por el cabello, puse los codos sobre la mesa y gemí—. Estoy siendo miserable. ¿Qué demonios está mal conmigo? Soy un hombre adulto. No hay razón por la que debería estar haciendo pucheros porque mi novio está fuera del estado por una semana.
Pero lo hacía. Siempre había sido bueno en no necesitar a nadie, en estar solo y ser fuerte. Mis padres habían muerto y mi abuela se encerraba en sí misma, así que aprendí lo mismo, al menos cuando importaba. Siempre había jugado bien el juego: citas, risas, follar, pero no había sido real porque no quería dejar entrar a nadie.
Hyukjae había derribado mis paredes y superado mis defensas. Me había hecho vulnerable con su estúpido complejo de héroe y su risa. Su amor por su familia y su naturaleza competitiva. Su habilidad para mostrarme que tan mágica era en realidad mi próstata, y ahora estaba
triste y miserable sin él.
—¿Hola? Tierra a Donghae—dijo Taeyeon y me di cuenta que debía haber estado hablando y me había distraído.
—Lo odio —hice pucheros.
—Lo amas —respondió ella y casi me trago la lengua. Amor era una maldita palabra fuerte. En realidad solo había amado una vez, a mis padres, y los había perdido. No me había permitido que alguien más me importara tanto.
—¿Cómo lo sé? —le pregunté, odiando la vulnerabilidad en mi propia voz.
—Creo que ya sabes que lo haces —la voz de Kibum sonó desde la puerta. Ni siquiera me había dado cuenta que había entrado.
Gemí por segunda vez.
—Está bien, suficiente de esto. No estamos haciendo toda la cosa de psicoanalizar a Donghae.
—Oh, pero es muy divertido —dijo Kibum—. Solías ser este súper intimidante hombre heterosexual que actuaba como si los sentimientos fueran asquerosos y ahora estás enamorado.
Taeyeon se rió. Hice una bola de papel y se la arrojé.
—Ambos saben que tengo la capacidad de despedirlos, ¿no?
—Pero no lo harás porque se lo contaríamos a tu novio, y él te haría ser amable con nosotros —agregó Kinum.
Realmente los odiaba en este momento.
—¿Ya terminaron de hacer mi día incluso peor? —hice una pausa, pensé y luego hice otra pregunta que me hizo sentir extraño—. ¿Creen que él me ama?
Ninguno de los dos se rió o hizo una broma. Taeyeon frunció el ceño.
Kibum parecía triste. Mi maldito corazón cayó a mis jodidos pies.
—Oh Dios mío. ¿No creen que me ame? —¿Qué demonios haría si Hyukjae no fuera tan serio como yo? ¿Si me hubiera hecho amarlo y luego se alejaba?
—¿Qué? ¡No! —dijo Kibum con voz de pánico—. Parece locamente enamorado de ti, DongHae. Creo que ambos estamos sorprendidos de escucharte preguntar cosas así, de escuchar que tu confianza flaquea.Me burlé.
—Mi confianza está bien, muchas gracias. Sé que soy un puto premio. —Y con esa nota, me puse de pie—. Váyanse a la mierda de aquí.
Hora de irse a casa.
—¿Quieres pasar el rato esta noche? —preguntó Taeyeon, y tenía la sensación de que lo hizo por lástima, porque pensaba que estaría solo sin Hyukjae. Tenía razón, pero estaba seguro que no quería que ella se sintiera mal por mí.
—No, no lo hago. No estoy tan desesperado —le guiñé un ojo y ella
sonrió.
Ambos dijeron buenas noches y se fueron. Cuando estuve seguro que se habían ido, volví a sentarme, encendí mi computadora y me puse a trabajar de nuevo.
Eran más de las nueve cuando salí de la oficina. Agarré algo de comida china de camino a casa. Me quité los zapatos, me dejé caer en el sofá y puse un programa que grabé en DVR. No había estado en casa ni cinco minutos cuando sonó el teléfono.
Sonreí antes de siquiera mirar mi teléfono.
—Extrañándome antes de ir a la cama, ¿huh? ¿Deseas que estuviera allí para follarte hasta que te desmayes?
—¿Cómo lo sabes? —respondió Hyukjae.
—Buena intuición —estuvimos en silencio por un momento y lo escuché respirar—. También te extraño.
—Estaré en casa en un par de días. Somos un poco ridículos. Lo sabes, ¿verdad?
—¡Sí! —me reí, feliz de no estar solo en esto—. Taeyeon y Kibum me estaban dando mierda. Al parecer, estaba siendo miserable. Te culpo.Estás jodiendo conmigo.
Hyukjae se rió entre dientes.
—Te gusta. No finja que no, Sr. Lee. También me estás jodiendo porque estoy triste como la mierda.
—Al menos ambos estamos jodidos de la cabeza, Sr. Lee.
—Lo estamos —respondió.
—¿Y qué tal te va?
Escuché mientras Hyukjae me contaba los contratos que estaba tratando de conseguir y las reuniones que había tenido. Estaban espalda con espalda, por lo que se había ido por una semana, pero no tendría que irse de nuevo pronto, por lo que estaba silenciosamente agradecido.
Preguntó cómo iba mi trabajo y le hablé de eso.
—¿Qué estás haciendo justo ahora? —preguntó.
—Viendo un especial sobre la arquitectura del Coliseo Romano.
—¿Me cuentas sobre eso? —preguntó y maldición si no sonreí por la petición. No estaba preguntando porque realmente era algo que le importara. Estaba preguntando por mí y yo lo sabía.
Así que se lo dije. Hablamos de cómo cuando se construyó por primera vez, el piso podía ser removido para que pudiera ser inundado para las batallas marítimas. Me sorprendió pensar de lo que habían sido capaces hace tanto tiempo. Hyukjae escuchó e hizo preguntas como si importara. Y supongo que lo hacía porque era importante para mí y eso significaba que a Hyukjae le importaba, al igual que yo con él. El programa terminó y apagué el televisor y las luces.
Me desnudé y luego me metí en la cama para seguir hablando con él. Me habló de Atlanta y de este pequeño restaurante al que había ido con Heechul. Como su amigo se burló de él de la misma manera que Taeyeon y Kibum se habían burlado de mí. Era tarde para él, tres horas más, pero cada vez que lo mencionaba decía que estaba bien.
Hablamos como lo hicimos la noche que había tenido la pesadilla, pero no acerca de nada pesado. Me sentí como un adolescente, quién pensaba que su mundo podría terminar porque su novio no estaba conmigo.
—¿Cómo sucedió esto? —pregunté cuando las horas habían pasado.
—No lo sé... pero lo hizo —dijo—. El cómo no importa, solo que sucedió.
Supongo que nunca se sabía realmente qué pasaría, cómo cambiaría tu vida y cuál sería el catalizador de ello. La vida era frágil e increíble. Habíamos visto lo frágil que era con su hermano y mis padres, y ahora estábamos viendo el otro lado de ello.
—Ugh. Básicamente estoy escupiendo poesía en mi cabeza —bromeé—. Será mejor que estés tan golpeado como yo.
Hyukjae se quedó callado, tan callado que ya no estaba seguro de que estuviera allí, y luego dijo:
—Estoy bastante seguro que estoy enamorado de ti.
Esa vez fue mi turno de hacer una pausa. El miedo se aferró a mí, me arañó. No iba mentir acerca de eso porque así era como te lastimabas,
dejando entrar a las personas. Aún así, no podía mentirle. No podía dejar que fuera más valiente que yo.
—También estoy enamorado de ti.
—Tenías que ir y ganarme sin agregar el bastante seguro, ¿huh? —dijo juguetonamente.
—No sería yo si no lo hiciera.
—También estoy enamorado de ti —dijo de nuevo.
—Wow... el mundo no terminó.
—No, no lo hizo.
—Dios, no puedo esperar para follarte de nuevo. Ahora podemos decir eso cuando tenga mis bolas en lo profundo de ese sexy jodido culo tuyo. Será como lo hacen en las películas.
—O libros —respondió y nos reímos juntos.
Era tarde, tarde como el infierno para él, así que le dije de nuevo:
—Necesitas conseguir dormir algo. Te dejaré ir.
—Buenas noches, Sr. Lee—dijo.
—Buenas noches, Ninja —contesté.
Y luego colgué el teléfono.
Huh. Amor. ¿Quién diablos lo habría imaginado?
***
Era la hora del almuerzo del día siguiente cuando mi secretaria
llamó a mi oficina.
—Buenas tardes, Sr. Lee. Hay un Sr. Lee aquí para verlo.
Mi pulso se disparó. No... él no pudo haberlo hecho. ¿Lo hizo?
—Estaré ahí.
Fui directamente a la puerta y al vestíbulo. Al doblar la esquina dije:
—Realmente debes haberme echado de menos.
—Seguro, pero tengo la sensación que no soy el Lee que esperabas.
Minhyuk sonrió.
Bueno, eso fue embarazoso. Mi pulso se volvió un poco loco.
—¿Qué está mal? ¿Todo está bien?
Él asintió.
—Claro que sí. Pensé en detenerme y ver si querías ir a almorzar.
Hyukjae está entusiasmado con tu edificio y quería verlo, también sobre una cafetería a la que van. Imaginé que podría matar dos pájaros de un tiro.
Jodido Hyukjae. Sonreí. Sabía exactamente que estaba haciendo. Aún desde Atlanta, estaba tratando de cuidar de mí.
—Sí... sí, eso sería genial —le dije a Minhyuk, sin darme cuenta de lo mucho que necesitaba esto hasta que Hyukjae lo hizo realidad—. Déjame tomar mi teléfono.
Después de agarrarlo de mi escritorio, le envié un mensaje.
Te amo.
Hyukjae respondió inmediatamente.
También te amo.
Cuando volví al vestíbulo, Minhyuk se había sentado. Se puso de pie y preguntó:
—¿Estás listo, hijo?
Hijo. No me habían llamado así desde que mi padre murió.
—Sí, sí, lo estoy.
No podía esperar.