-Jesucristo, Hyukjae. ¿Qué mierda crees que estás haciendo? -prácticamente le gruñí a mi novio cuando lo atrapé tratando de levantar una caja con una mano, la otra todavía en un yeso.-¡He estado fuera del hospital por un mes! Puedo llevar una pequeña caja de la sala de estar al final del pasillo.
Había un ligero borde de irritación en su voz, que honestamente podía entender. Probablemente podría llevar la pequeña caja a esa distancia, pero no quería correr ni un riesgo.
-Bájala -contesté mientras me alejaba del horno. Acababa de poner nuestra cena cuando lo atrapé.
-Donghae...
-Hyukjae... -Levanté una ceja mientras hacía él.
-¡Ugh! Bien. Te odio.
Una media sonrisa curvó sus labios mientras colocaba la caja al final de la mesa.
-No, no lo haces.
-Me estás asfixiando.
-Estoy cuidando de mi hombre -le dije mientras envolvía mis brazos alrededor de su cintura.
-Te amo -dijo mientras me acariciaba el cuello. Eso es lo que quería justo allí.
-Yo también te amo. Vamos. -Asentí hacia la habitación-. Deberías recostarte un rato.
Gimió.
-Tienes a Donghae Jodido Lee cuidando de ti. ¿En serio vas a quejarte? -le pregunté mientras lo guiaba hacia nuestra habitación.
Se había estado quedando conmigo por un par de semanas desde que salió del hospital, pero oficialmente hoy moví todas sus cosas con la ayuda de Minhyuk, Kibun, Taeyeon y Heechul.
-Es difícil para mí sentirme impotente. -Hizo un puchero cuando nos acercamos a la cama.
Comencé a desabotonar su camisa, luego la quité de sus hombros y alrededor de su yeso.
-Lo sé, Ninja. Quieres ser el que cuide a todos los demás... el que arregle a todos. Deja que el resto seamos héroes de vez en cuando. -Después me puse a trabajar en sus pantalones, quitándolos de él hasta dejarlo solo en su ropa interior.
-¿Quieres ser mi héroe? -preguntó con una felicidad en su voz que amaba. Ahí estaba mi chico.
-Sí. Aunque estoy bastante seguro que ya lo soy.
Se rió entre dientes y luego se sentó en el borde de la cama.
-Sí, lo eres.
-Acuéstate -le dije.
Cuando lo hizo, me acosté a su lado, todavía completamente vestido. Mi polla ya estaba dura por estar tan cerca de él. Siempre lo quería. Tenía una pequeña cicatriz donde había tenido una cirugía.
A pesar que había pasado casi un mes, todavía podía ver leves magulladuras en algunos lugares. Me estremecí pensando en el hecho que podría haberlo perdido.
-Vi eso. -Frunció el ceño-. Estoy bien y lo lamento, soy gruñón pero estoy perdiendo mi maldita mente aquí. No puedo trabajar. No puedo ayudar a mover mis cosas a nuestro lugar. Demonios, ni siquiera tendrás sexo conmigo porque tienes miedo de hacerme daño. No hemos follado desde antes que saliera de la ciudad. Extraño tu polla -extendió la mano y agarró mi pene con su mano buena.
-Oh, joder -gemí. Yo también estaba malditamente caliente, así que me incliné en su toque.
-O tu culo. Puedo recordarte lo bien que se siente cuando alguien juega con tu próstata.