Capítulo Veintitrés

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Capítulo Veintitrés


–Esa noche para Flavio fue muy complicada, para la pequeña Romina fue muy difícil aceptar la muerte de su madre, el proceso fue complicado, pero Flavio iba a hacer todo lo que estuviera en sus manos para que su hija nuevamente fuera feliz–


–los días pasaron y Samuel decidió que lo mejor era poner a alguien más al frente del proyecto que iba a realizar con Andrea, esa noticia a Andrea pareció no gustarle, sobre todo porque llevaba días esperando que Samuel le pidiera una explicación, pero eso no pasaba, y esa reacción de él la tenía más angustiada–


–Irina intentó estar junto a Flavio en este proceso y aunque al principio Romina se sorprendió cuando le dijeron que Elizabeth era su hermana bastó un par de segundos para que la aceptara feliz, la pequeña necesitaba amor, comprensión cariño y eso era lo que Irina junto a Elizabeth le estaban brindando–

Adriana – eso no me parece Flavio –observó a todos los que estaba en la sala de su casa reunidos–

Flavio – no te estoy pidiendo permiso, solo te estoy comentando –Federico observó a su hijo–

Adriana – pero ustedes –observó a los padres de Mireya– ¿lo van a permitir?

Francisco – Flavio fue honesto con mi hija, el tiempo que estuvo a su lado la hizo feliz, ahora es momento que él lo sea –Flavio le agradeció con la mirada sus palabras–

Adriana – pero por dios Carmen di algo –observó a la madre de Mireya–

Carmen – lo único que te pido Flavio es que nunca dejes de visitarnos

Flavio – eso nunca, la comunicación que ustedes tiene con Romina no va a cambiar, lo que menos quiero es que mi pequeña sufra y sé lo importante que son ustedes para ella

Adriana – ¡esto es insólito! –Observó a su marido– di algo

Federico – sé feliz hijo –se acercó a su hijo– y perdona todo el daño que te ocasione

Flavio – no hay nada que perdonar –se dieron un abrazo–

Adriana – pero ¿Qué les pasa a todos? –Observó a su esposo e hijo–

Andrea – ¡estamos hartos!

Adriana – ¡perdón!

Andrea – Flavio tiene derecho de estar con la mujer que ama –observó a Carmen y Francisco– y no quiere decir...

Francisco – tranquila Andrea entendemos lo que quieres decir, Adriana la decisión de nuestros hijos debe respetarse, nosotros ya decidimos, buenas o malas decisiones fueron nuestras

Andrea – sí a ti mi abuelo te obligó a casarte con mi padre...

Adriana – eso no fue así

Andrea – ¿entonces porque quieres que nosotros nos unamos a las personas que tú elijas?

Adriana – Flavio eligió casarse con Mireya, yo no lo obligue –comentó molesta–

Andrea – pero si intentaste que Irina perdiera a Elizabeth –Federico observó a su esposa sorprendida–

Adriana – ¿de qué demonios hablas? –estaba molesta–

Imelda – de la verdad Adriana, yo escuche cuando tú le diste la orden a la cocinera para que prepara el té a Irina

Adriana – ¡tú la ayudaste!

Imelda – era ¡tú nieta!

Adriana – esa no es mi nieta, mi única nieta es Romina

las trampas del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora