CAPÍTULO DOCE...

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CAPÍTULO DOCE...


–subió al auto nerviosa, buscaba las palabras correctas para romper el silencio incomodo que estaban viviendo, pero no encontraba que decir, por su parte Flavio tenia tantas cosas que decir pero no sabía cómo empezar, Irina era un mujer que a pesar de todo el daño que le ocasionó aún generaba demasiadas cosas en él–

Flavio – será difícil –Irina lo observó confundida– la convivencia con Elizabeth –ella le dio una ligera sonrisa para después negar–

Irina – solo dame un poco de tiempo, por ahora es difícil para ella que aparezcas después de diez años

Flavio – no fue mi culpa estar lejos de ella, me muero porque Romina la conozca –Irina lo miró con cierta tristeza– sé que se llevaran muy bien, Romina siempre ha querido tener una hermana

Irina – Elizabeth también, pero no sé, todo esto para ella será complicado

Flavio – ¿Qué le has dicho de mí? –Preguntó con miedo a la respuesta–

Irina – que eres un hombre bueno, que a pesar que las circunstancia de la vida hicieron que te separaras de nosotras, tú la amas –alzó la mirada para observarlo fijamente– ¿por qué la amas? –él sonrió–

Flavio – más que a mi vida, y ese sentimiento no ha cambiado –ella bajó su mirada cargada de culpa– sé que lo hiciste por protegerla –ella limpió unas cuantas lágrimas de sus mejillas antes de observarlo nuevamente–

Irina – tenía miedo Flavio, la vida ya me había arrebatado a las personas que amaba, no podía permitir que también me la arrebatara –él orillo el auto para estacionarlo–

Flavio – debiste decírmelo Irina, yo las hubiera protegido

Irina – yo, no sabía qué hacer, el miedo me paralizó, el plan de Imelda parecía bueno

Flavio – y ¿qué pasó? ¿Por qué no me avisaste cuando iba a nacer? ¿Por qué no me dijiste que era padre?

Irina – te casaste Flavio –lo observó con su rostro inundado– eras feliz, yo no tenía el derecho a invadir tú vida

Flavio – ¿de verdad crees que era feliz sin ti? –Alzó su mano guiándola a su mejilla–

Irina – eso parecía, no te imaginas lo que sentí cuando fue la fiesta de compromiso –él acarició su mejilla con ternura– cuando te casaste sentí que una parte de mi vida se moría

Flavio – no digas eso, por favor

Irina – y ¿Qué quieres que te diga? ¿Qué te mienta? Quieres que te diga que no sufrí al ver como unías tú vida a alguien más, y todo por mi culpa

Flavio – no sólo fue tu culpa Irina –se acercó más a ella– yo tomé decisiones cegado por el dolor, de perder lo más lindo que tenía en mi vida

Irina – nunca me perdiste Flavio –susurró en sus labios ante su cercanía–



–Elizabeth observaba a Andrea quien no dejaba de verla por el retrovisor–

Elizabeth – entonces tú eres sobrina de mi madrina –Andrea asintió– eres muy linda

Andrea – gracias, sabes –se giró para observarla– me encantaría que seamos amigas –la pequeña le dio una ligera sonrisa–

Elizabeth – mi tío te ve de una manera muy bonita –Imelda mordió sus labios para no reírse ante el comentario de la pequeña–

las trampas del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora