Capítulo Veinticuatro

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después de tantos finales uno se queda sin muchas ideas, porque no quieres hacer de nuevo una boda, o que este se parezca a tal historia entonces se complica mucho escribir el final, así que definitivamente para mí lo más difícil es escribir el final...

gracias por leer, votar y comentar, esta historia desde un principio dije que sería corta y si lo logré...

espero que les haya gustado tanto como a mí me ha gustado porque la releí... y dije oye pero si esto esta bueno tengo que terminarlo...


Capítulo Veinticuatro

–Andrea lo observó con miedo, las gotas de agua escurrían por el torso de Samuel mientras su pequeño se movía inquieto en los brazos de su madre queriendo abrazarlo–

Saúl – pa...pa –intentaba formular una palabra mientras extendía sus manitas para Samuel–

Samuel – si –lo tomó entre sus manos– soy papá –los ojos de Andrea se cristalizaron, los cerró por un momento para después expulsar el aire que tenía contenido y mirar nuevamente a Samuel junto a Saúl–

–Sin decirle nada, Samuel junto con el pequeño entraron a la casa, Andrea los siguió aún encontrando las palabras para explicarle a Samuel todo lo que había pasado esa noche en Ibiza–

Andrea – perdón por venir sin avisar pero... –obtuvo toda la atención de Samuel–

Samuel – me debes una explicación –Andrea suspiró–

Andrea – pensé que no la querías –comentó con reproche–

Samuel – necesitaba aclarar mis ideas antes de pedírtela

Andrea – veo que no tienes dudas –Samuel la observó y negó– pensé que a lo mejor –se pasó una mano por la frente– quieras que Saúl lleve tu apellido ¡del Junco! –Samuel la observó–

Samuel – nunca te mentí del apellido, Elisa... –ella lo interrumpió–

Andrea – mi tía Imelda ya nos contó todo, pero eso no es lo importante aquí

Samuel – lo sé, lo importante es que Saúl es mi hijo y yo quiero que lo sea legalmente

Andrea – toma –sacó de su bolsa un sobre– inicie el tramite

Samuel – esto sí que me sorprende –con una mano tomó el sobre mientras con la otra acariciaba a su pequeño quien empezaba a dormirse–

Andrea – no sé cómo lo logras –Samuel sonrió al darse cuenta de lo que hablaba– a mí me cuesta tanto trabajo dormirlo

Samuel – mi madre decía que a mí me pasaba lo mismo –Andrea sonrió– en los brazos de mi padre era muy fácil conciliar el sueño

Andrea – se parece mucho a ti –Samuel sonrió con orgullo al escucharla– no sé cómo empezar

Samuel – quizás por decirme ¿qué paso esa noche en Ibiza?

Andrea – ¿de verdad no recuerdas nada?

Samuel – lo único que recuerdo es acercarme a una mujer porque se parecía a ti

Andrea – no se parecía, obviamente era yo –se pasó las manos por su cabello–

Samuel – ¿pasa algo?

Andrea – ¿te podrías vestir? –Samuel sonrió–

Samuel – vale, voy a acostar al pequeño

Andrea – pero...

Samuel – ey, soy su padre lo pondré seguro, enseguida bajo, si tú quieres puedes preparar un poco de café o sino has desayunado en la nevera Irina siempre tiene comida, enseguida vuelvo –Andrea sonrió– y no te digo que no te vayas porque sé que no lo harás

las trampas del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora