Los juegos del hambre En llamas : " El renacer de una esperanza" [EDITANDO]

CAPITULO 20

 CAPITULO 20

 POV KATNISS

Nada podía ser más perfecto que sentirme protegida y segura entre los brazos de Peeta, ahí en ese lugar donde me sentía en paz, ese mismo lugar que solía ser siempre mi refugio cuando los malos ratos  y las pesadillas de mis primeros juegos  me atormentaban…Todo estaba en completa paz y tranquilidad.

Soñaba con el día en que tendría una vida feliz y libre en donde el pequeño bebé que yacía seguro dentro de mi vientre crecía en un mundo en donde la maldad y los juegos no existían, un mundo mejor sin Snow y su maldita obscuridad….En mis sueños ese bebé era una niña, esa pequeña niña que con tantas ansias deseaba tenerla ya entre mis brazos, esa pequeño ser puro e inocente por el cual yo estaría dispuesta hacer cualquier cosa para mantenerla a salvo...Mi pequeña, mi bebé, mi hija… Dentro de mis sueños todo era perfecto y maravilloso, lo triste de esto es que eran simplemente eso, sueños, puesto que la realidad era un verdadero infierno... Al recordar todo lo que había sucedido durante estas dos semanas, me aferre más al cuerpo de mi esposo, que yacía descansando a lado mío, con la intención de seguir soñando y nunca despertar.

Justo en ese momento, la burbuja de tranquilidad fue reemplazada por un suave golpeteo en la puerta provocando que me encogiera y escondiera más mi rostro sobre el pecho de Peeta, tratando de hacerme pequeña con el estúpido y absurdo fin de desaparecer…Desaparecer para siempre de aquí, mantenerme alejada de todo este jodido e infernal caos.

-¿Katniss?... ¿Puedo pasar?-La voz de mi estilista me hizo abrir lentamente los ojos, a la vez de que Peeta me abrazaba con ternura como si quisiera hacerme saber que él estaba ahí para protegernos, a mí y a nuestro bebé.

-Vamos Kat, arriba cariño…-Dijo con dulzura Peeta depositando un besito en mi frente para después incorporarse e ir a abrir la puerta.

*Es hora de despertar y salir con vida de esa maldita arena una vez más…Vamos Kat, puedes hacerlo, hazlo por Peeta y ese bebé que llevas dentro de ti * Mi propia conciencia me dio el empuje que necesitaba para incorporarme de la cama y regalarle la mejor sonrisa que pude a Peeta y Cinna que me miraban entre preocupados y aliviados de que no hubiese entrado en pánico como anoche pero lo cierto es que ya había derramado demasiadas lágrimas de coraje e impotencia y en mi mente solo pensaba en una sola cosa:

 “Salir con vida de los juegos y de paso demostrarle a todo el mundo que Snow y sus reglas no tenían poder alguno sobre nosotros”

Al observar  a mi alrededor, me di cuenta que la habitación en la que nos encontrábamos no era mi habitación en el Distrito 12 y que este sitio en el cual estaríamos Peeta  y yo debería empezar a considerarlo como “Mi nuevo y lindo hogar” (nótese el sarcasmo) almenas durante dos semas en las que estaríamos aquí. 

El sitio en el cual nos encontrábamos era el edificio de entrenamiento, en donde todos los demás tributos vencedores se encontraban, incluyéndonos a Peeta y a mí, el lugar en donde no solo descansaríamos, sino que también, durante dos semanas, nuevamente nos mantendrían en constante evaluación durante los entrenamientos para que los malditos patrocinadores decidieran a quien apoyar según la calificación designada a cada uno de nosotros, para después de las entrevistas, al día siguiente, finalmente ser soltados en una arena en donde se decidiría de una vez por todas quien ganaría en esta guerra, si nosotros (los tributos vencedores a excepción de los profesionales) que  ya habíamos empezado a mover nuestras piezas en este tablero o Snow, quien ya había hecho su primera jugada.

 Las piezas ya estaban acomodadas en el lugar que les correspondía y  no había vuelta atrás para arrepentirse, entraríamos a esa arena y le demostraríamos a todo el mundo que ni Snow ni el Capitolio tenían poder alguno sobre nosotros al salir con vida de este maldito juego, yo misma me haría cargo de hacerle pagar a Snow todo el daño que había hecho una vez que saliera con vida de esa arena junto con Peeta y los demás. El plan ya estaba en marcha y juro por todos los cielos que haría hasta lo imposible no solo por salir con vida de ese lugar, sino con la finalidad también de mantener a salvo a mí bebé y a su padre.