Los juegos del hambre En llamas : " El renacer de una esperanza" [EDITANDO]

CAPITULO 16

CAPITULO 16

POV KATNISS

Dos meses, dos meces han pasado desde que me entere que estaba embarazada y que tenía tres meses de gestación él bebé que crecía dentro de mí.

Durante todo ese tiempo no ha habido un solo día en que no vaya al baño a volver del estómago y, quiera o no quiera comer, siempre tenía hambre, los cambios de humor me estaban volviendo completamente loca y el pobre de Peeta era quien pagaba las consecuencias de ello, y ya ni decir de mis extrañas combinaciones culinarias y antojos ¿A quién carajos se le ocurría comer carne asada con chocolate y mermelada enzima a altas horas de la noche?...Simplemente sentía que mi cuerpo ya no me pertenecía y eso en cierta forma me hacía sentirme mal y molesta. Lo mejor de este embarazo es que podía comer lo que quisiera sin ningún problema y que al tomar aquellas capsulas mi vientre abultado no se me notaba en lo absoluto, lo ocultaba a la perfección, y podía andar libremente por las calles sin miedo a que la gente se diera cuenta que dentro de mi crecía un pequeños bebé. Debo admitir que por mucho que odiara al Capitolio, eran unos genios en cuanto a la implementación de nuevas medicinas y tecnología, a la vez de que aquello era una molestia para todos en los demás distritos a causa de tanta pobreza e injusticia por la misma razón. Lo único molesto de esto era que por las mañanas las capsulas ya no surtían efecto y era cuando más náuseas y malestares me daban.

A decir verdad, mi vientre se veía muy pequeño cuando el efecto de aquellas pastillas desaparecía, casi no se notaba a pesar de tener ya 5 meses de embarazo. Esto, aunque no lo dijera, me preocupaba un poco pero el doctor Marcus, quien venía a ver mi estado de salud y del bebé decía que no había de que preocuparse, que todo estaba perfectamente bien, que al ser yo tan pequeña y de baja estatura el bebé también seria pequeño por genética.

A estas alturas los padres de Peeta sabían también de mi embarazo y tanto el señor Mellark como los hermanos de mi futuro esposo estaban contentos con la idea, el único problema era la bruja de su madre que buscaba cualquier excusa para decirme que era una sinvergüenza y descuidada por haberme dejado embarazar a temprana edad, que no creía que este bebe al cual ella verdaderamente llamaba "paracito" fuera de Peeta haciéndome enfurecer demasiado y provocándome deseos de golpearla hasta matarla. Ella jamás aceptaría el hecho de que Peeta y yo estuviéramos juntos y con lo de mi embarazo le había dado motivos para seguir odiándome aún más. A pesar de todo, el señor Dylan (el padre de Peeta) y sus hijos siempre estaban ahí para mantenerle la maldita boca cerrada a esa mujer. Yo, por otra parte, trataba de evitar lo menos posible acercarme a la panadería, pues mi dulce Peeta tenía miedo de que si me seguía entripando todos los corajes que su madre me hacía le afectaría al bebé y yo ya no quería darle más preocupaciones a mi querido chico del pan.

Las cosas a pesar de todo estaban bien y mientras más pasaba el tiempo, más crecía mi vientre...

—Por dios preciosa, en verdad pareces una bola de fuego jajaja... Ya no eres una chica en llamas, ahora eres una bola de fuego jajajaja....

—Ahora sí estuvo bueno...¡¡Maldito borracho!! ...¡¡Suéltame Peeta, déjame cortarlo en cachitos!!...¡¡Noo, mejor primero lo torturare y después lo cortare en mil pedazos!!....¡Joder, suéltame Mellark!

Nos encontrábamos en la casa de mi madre y mi hermana. Era temprano en la mañana cuando el efecto de las capsulitas desaparecía y como siempre, todas las mañanas después del desayuno, desde que se empezó a notar mi embarazo Haymitch venía a desayunar y a joderme la vida con sus estúpidos comentarios al verme y decir que, según él, parecía una "Bola de fuego" en vez de una "Chica en llamas". Normalmente siempre lo ignoraba pero hoy mis hormonas estaban alocadas, por lo que no podía controlar las tremendas ganas de asesinar al estúpido mi mentor. Cosa que el idiota de mi prometido no me permitía hacer.