Capítulo 13

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- ¿Tienes frío? - pregunté concerniente por su réplica. - Dime si tienes frío porque...

- Abrázame. -ordenó imperial y lo rodé con los brazos largos y musculosos. - Mejor. -masculló y hundió la cabeza en mi pecho, buscando conforte, mis dedos alargados jugaban con sus castaños mechones de cabello. - Tengo sueño.

- Duerme. -sugerí. - Duerme, LuHan.

La luna nos alumbraba tan claramente que me había visto obligado a apagar las luces artificiales de la habitación porque ciertamente eran innecesarias. LuHan cayó en un profundo sueño ceniciento y yo continué acariciando su rostro, conmovido por la belleza y el sentimentalismo que conllevaba ser responsable de la carga de estar enamorado de alguien cuyos padres repudiaban su verdadera sexualidad.

LuHan... simplemente un chico, un humano, su hijo, un muchachito que debía involuntariamente ocultar sus sentimientos vehementes porque sus progenitores rechazaban la idea de que amara a un hombre, y yo era ese hombre.

El pecho desnudo se encontraba expuesto ante mi masculinidad sin pudor alguno, pude inspeccionar con determinación el contorno de la anatomía esculpida de mi amante. Tantas cicatrices y cardenales antiguos que me traían memorias pasadas de recuerdos desagradables y ácidos de los que había sido partícipe.

- Lo siento. - susurré casi ininteligible. - Lo siento tanto. - repetí la acción del habla, fue mi culpa que su padre lo golpeara. Cuando descubrieron los videos de seguridad de la casa de su prima Taeyeon el día de la fiesta eufórica y prohibida. Cuando LuHan enchido de valentía confesó que me había besado y su padre lo pateó como a un perro desobediente.

¿Amar era un pecado, una desobediencia, un acto inpío?

Y mis dudas se chocaron en la misma conclusión, nosotros no necesitábamos tiempo a solas como consideraba, sino todo lo opuesto. Requeríamos tiempo juntos, salir en mi Volvo a dar unas vueltas por la playa.

Andar por ahí como si no importase nada más que la sensibilidad de un amor tan fuerte como una roca pero a la vez tan frágil como una pluma.

Todavía me anonaba el hecho de que a pesar de todas las desgracias que arrastraban a mis amigos, yo jamás lloraba y mostraba debilidad ante ellos. Siempre me mantenía erecto y circunspecto como un roble. Las lágrimas no eran mis aliadas, yo socorría al enfado y a todo lo que apañe mis vicios de violencia.

Pero la sutileza de LuHan me calmaba como el seno de una madre a un niño pequeño. El rostro de infante anexado a la quietud me sorprendía constantemente, ¿por qué la sensualidad y el erotismo se disfrazaban de pureza e inocencia? Porque las emociones, toques, acciones, palabras y golpes emitidos por su fisonomía no eran pertenecientes a la de un joven monaguillo. Sino todo lo contrario, parecían ser propuestas originadas por el mismo diablo.

"Porque cariño,  estamos más cerca del infierno que del cielo" pensé.

Oí el ruido del portón del garage, mierda, mis padres habían arrivado ya.

Me vestí con una camiseta y tapé a LuHan con una manta violácea. Fingí que mi amigo perdió la guerra en contra del sueño mientras jugábamos nuestros épicos partidos de MarioKart. Mi dormitorio pulcramente arreglado dejando sólo la cama dónde LuHan yacía desnudo, únicamente cubierto con un cubrecamas ciruela.

Traté de peinarme lo más rápido posible y no lucir tan hecho mierda después de haberle perforado el culo a mi amigo.

- Hola cielo. - saludó mi madre queriendo que no se hiciera público el hecho de que se encontraba permanentemente absorta en su mundo de negocios y beneficencias.

- Hola mamá, ¿cómo te fue en el trabajo?

- Bien, gracias por preguntar. - se sirvió un vaso con agua de manantial para apaciguar sus nervios que todavía chispeaban de sus cabellos peinados con gel para mantenerolos firmes. - ¿Cómo está Tiffany? - encuestó afligida.

- Sana, gracias a Dios. - relajé los hombros y agregué. - Estaba muy angustiada porque no participaría de las regionales pero la consolé y vimos unas películas con Jessica y LuHan y ahora parece estar mejor, es noche de chicas.

- Me tranquiliza tanto que esté bien, cariño haces algo muy bueno por esa muchacha. - sus tacones resonaban mientras se desplazaba por la casa. - Si hoy es noche de chicas entonces...

- Es noche de chicos. -me adelanté. - Pero LuHan se durmió mientras perdía en el MarioKart.

Mamá partió en risas.

Ella estaba excluida de la aventura de hace dos estaciones. Ninguno de mis padres descubrió la verdad porque se hallaban disfrutando las playas de Barbados, a diferencia de LuHan que asumió el castigo como un héroe merecedor de un lugar junto a Merlín en la mesa redonda.

- Bueno, hoy no cocinaré así que ordenen algo ¿si?

- ¿Vas a salir?

- No, pero pasaré la noche en el jacuzzi con tu padre.

- Bien, gracias no necesito entrar en detalles.

- Siempre tan recto. -vociferó falseando el enfado. - Me recuerdas a tu padre.

- Créeme que no.

4:54 a.m.

- Hola. - las persianas de sus párpados se inauguraban con morosidad. - Desperté. - encarnó el papel de un príncipe humilde recién llegado de su palacio, su cuerpo de adonis exhibido a mi hombría me incitaba a sedimentar mi somatología sobre él. Pero por más que la fogosidad imprudente de un adolescente entusiasta y hormonal fuera prepotente, debía gobernar mi impaciencia.

- Ya veo. - canté impetuoso, arrastrando las palabras con la voz ronca. - Son casi las cinco, ¿qué vas a hacer?

- Por más que quiera dormir aquí debo irme y hacerle creer a mi padre que anduve hasta tarde en lo de Jessica.

- Está bien. - bramé palpable y calmoso como una laguna un domingo.  - Estoy feliz si tú estás bien.

- Me alegra que comprendas. - se abotonó la camisa con desmesurada dilación con la transparente pretención de que me lanzara a él con garras afiladas de tigre intranquilo y le penetrara hasta quedarme sin semen.

Pero como administraba correctamente mis sentires, entonces me contuve.

Prosiguió con sus pantalones, medias y zapatillas, hasta que se retiró por la ventana de mi cuarto,  por supuesto posterior a besarme.

Las prácticas se intensificaron con las semanas, el ruido de mi tórax al correr se asemejaban a unas maracas mexicanas de carnaval.

Mis notas subieron. Mi ánimo también. Frecuentaba a LuHan por las noches y en el autobús, pero sólo cuando el sol se ocultaba podíamos ser nosotros mismos.

No obstante, había algo que incomodaba constantemente mi razón, llenándome de incordio y melancolías que me recordaban que era un ingrato.

Tiffany.

Yo tenía que hacer algo al respecto, pobre muchacha, no era justo para ambos.

Ella acontecía al fisioterapeuta diariamente desde su evacuación del hospital. Así que casi no teníamos tiempo, pero la llamé para arreglar una cita en el parque.

<Nos veamos mañana por favor, quiero hablar contigo>

Y su respuesta fue un imposiblemente tajante.

<Está bien♡>.

  Sería nuestra última cita como pareja y estaba listo para decirle adiós por más egoísta que sonara.

Just Forget Me {HUNHAN}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora