Capitulo 21

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¿Es que siempre sería lo mismo con LuHan? Si mi deber era contener mis sentimientos en una caja, entonces lo haría, y lo haría mil veces si es que fuera necesario. Porque estaba indiscutible e incondicionalmente enamorado de mi mejor amigo. ¿Era eso un pecado? No. Pero quizás una decisión muy imprudente.

Quiero volver a casa sujetando tu mano y presentarte a mis padres, sintiendo vergüenza, que nuestras mejillas adquieran calor carmín a causa de la incomodidad que mi padre provoca en los adolescentes. Pero aparentemente, esas fantasías lelas se perdían con la lejanía de mi muy hiperbólica conciencia. Porque si en mi poder está plantearlo, ¿vale la pena batallar por amor?

- Almorzaré contigo hoy. - masculló LuHan sentándose frente a mí en la mesa de la cafetería. - ¿No te molesta? - preguntas coquetas de respuestas obvias. Por supuesto que  no me molesta.

- Si me molestara no estarías sentado. - farfullé tan inexpresivo como de costumbre. - ¿Qué hay en tu bandeja?

- Carne con papas. - musitó y posó la lengua en sus labios en el fragmento de un segundo, humectando sus belfos. Su manzana de adán subió y bajó tan rápido como la tardanza de mis hormonas en captar dicho movimiento seductor. ¿Un simple movimiento me encandecía de tal manera?

- Se ve rico. ¿Estás entrenando duro? - encuesté en posición tutora. - Más te vale que sí.

- Sí y también he mejorado mis notas, aunque en cálculo... - hace una pausa dejando en el aire una oración inconclusa. - Bueno, tengo que esforzarme más. - añadió meditabundo.

- ¿Necesitas ayuda? - ofrecí mis excedentes conocimientos matemáticos, porque negarse era en vano. Era tan inteligente en las materias al igual que cualquier estudiante mayor. Su cabeza ascendió vertiginosamente como un ascensor de un edificio moderno. - Podría ser tu tutor, ya sabes...

- ¿Tú? - partió en una risa histérica pero sincera. - ¿Oh SeHun como mi profesor particular?

- ¿Hay algún problema con eso? - arqueé una ceja y en un intercambio de miradas soberbias y seductoras dije: - Pero debes saber soy muy exigente y debes hacer bien tus tareas o sino...

- ¿O sino qué? - preguntó relamiendo sus labios ahora humedecidos con su deliciosa saliva, sin despegar el enlace titánico y magnético que nuestro contacto visual creaba.

- O sino, voy a castigarte. - declaré osado y sin pudor. - Y será doloroso. - el destello de sus pupilas encendidas por el juego de palabras y labios mojados, que todavía no compartían contacto, pero las expresiones que su rostro transmitía eran totalmente eróticas, como si anhelara recibir una penitencia.

- ¿Cuándo empezamos las clases? - indagó con motitas de temor y astucia en su tono. - Necesito un diez éste semestre.

- Y lo vas a conseguir. - aseguré con una sonrisa de medio lado mientras que la cabeza de LuHan se movía en compás con mis movimientos al levantarme de la silla, tomando mi bolso para ir afuera. - Si te portas bien y haces lo que te ordeno. - me mordí el labio y le guiñé el ojo, desconsertándolo en todos sentidos.

Su gesto facial anonado por mi comportamiento seductor lo enloqueció de tal forma que se quedó quieto como un idiota, observando como meneaba mi trasero para dirigirme a la salida del establecimiento. A unos metros alejados del umbral, encendí un cigarrillo y le di una buena calada, dejando ir el humo, últimamente fumaba más y no entendía la razón, estaba más feliz ¿no debería dejarlo? Fumar me relajaba y me extasiaba de manera que las preocupaciones abandonaban mi cuerpo y volaban a otros lugares, bueno tampoco es que fuese heroína. Pero la nicotina me hacía olvidar dolencias por unos minutos.
Rememorar mis pecados una y ptra vez era un camino intransitable pero solicitado por mi parte. El placer de sus manos sanas, tersas y virginales recorriendo mi anatomía era una de las razones por las cuáles debían ser acogidos dichas inmoralidades.
****

Seis de la tarde en un viernes, entrenamiento finalizado, pulmones exhaustos, vestuarios desérticos. La minúscula toalla blanca me acariciaba la cintura y las gotas de agua, provenientes de mi cabellera opaca,  se deslizaban sin piedad por mis brazos y torso.
Un ruido sordo de pisadas silenciosas me sacó de casillas de repente.
- Hola.
LuHan, húmedo de transpiración y esfuerzo masculino.
- ¡Mierda! Me asustaste.
- ¿Eso es bueno? - coloca una pierna delgada sobre el banquillo y se amarra los cordones de los botines. Ojos gatunos que acechan los míos, persiguiéndolos en un sendero turbio de sensaciones inmaculadas y a la vez prohibidas.
- ¿Quieres que te haga gritar ya? - encuestó seductor, humectando sus labios y arrastrando las palabras con osadía contenida. - ¿Qué dices, SeHun? - alargando los vocablos, provocando con el habla, facilitando su trabajo de excitarme y ponerme a mil sin siquiera tocarme.
- Digo que mi nombre tiene sólo dos sílabas, no diez.
Ríe, irónicamente.
- Pues yo digo que te quites la toalla o lo haré yo mismo.
- ¿Por qué no mejor me la quitas tú?
Porque dos pueden jugar éste juego, mi curiosidad con suplicio mal ocultado me obligaba a comprobar qué tan feroz podría llegar a ser LuHan.
Y sí podía.
Retiró la tela secante sin titubear y se colocó de rodillas, en posición sumisa, ¡Oh Dios mío! Desearía conservar esa imagen por siempre en mi usanza. Ojos gatunos, grandes e inquisidores, una boca redonda, carnosa y sabrosa que se abría dejando ver sus dos dientes incisivos superiores, manos blancas, traslúcidas decoradas  con sus venas esmeraldas, porque un retrato de su físico desnudo y frágil bastaban para encenderme.
Su morfología color al borde de transparencia, pulseras de cuero negro en las muñecas y un collar de perro desobediente, con las rótulas en el suelo. ¿Acaso quería enloquecerme?
"Ya es consciente de que soy un cerdo pervertido"
Pero la ropa deportiva pegada al cuerpo le sentaba más que bien.
- Vamos, comienza. -ordené.
Dedos blancuzcos jalaron de la toalla, depositándola en el porcelanato frío. Mi miembro erecto sobre expuesto a su figura causó que se remojara los belfos en su propia saliva.
Situó sus expertas manos sobre él y con caricias toscas indagó.
- ¡Oh! - gemí al primer toque, continuó su tarea como si se tratase de un experimento, concentrado y ensimismado. Posó su boca circular en mi glande y empezó a lamerlo como a un dulce.
Quizás para él fuese suficientemente suculento como una paleta.
Chupó con fuerza animal y la respiración entrecortada no me dejaría en paz por un largo tiempo, pero yo no quería darle el gusto de gritar.
Se detuvo.
Justo antes del orgasmo.
- Aúlla mi nombre. - ordenó con el ceño fruncido. - Hazlo o te dejaré aquí y terminarás solo.
- No... no... serías capaz. 
- Oh, claro que sí. -sonrió macabro. - SeHun. - tan pausado que se asemejaba a un método de seducción maléfico y torturoso.
- LuHan... - susurré.
Su lengua paseó lentamente.
- ¡Mierda, LuHan!
Y regresó a su velocidad vertiginosa,  otorgándome un clímax digno de recordar, llenándose la boca de mi secreción.
- Buen chico. - se enderezó y con su lengua ávida, limpió los restos de semen de sus comisuras.
- Eres un hijo de puta y me las vas a pagar.
- Creí que lo habías disfrutado más que yo... - confesó con inocencia disfrazada y sin un dejo de vergüenza. - Adiós, SeHun.
Y se fue tan rápido como el viento.

Just Forget Me {HUNHAN}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora