Capítulo 15

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Tiffany me observaba alegre en un fallido intento de encarcelar su nerviosismo creciente. Sus mejillas levemente teñidas de carmesí le otorgaban una apariencia todavía más aniñada a su rostro candoroso.  Vamos Tiff, sabes por qué estás aquí.

Ambos lo sabemos.

Es demasiado tarde como para revertir una situación irremediable.

- ¿Quieres ir afuera? - y ofrecí algo similar a una sonrisa fugaz y tajante. - Yo prefiero hablar en otro lugar. -añadí.

- Está oscureciendo. ..- habló bajo como un susurro. - Pero como tú quieras. - agregó sumisa.

- Bien.

Quizás el exterior me brindara la osadía necesaria para desencadenar mis verdades enterradas, que ya no me atraía de "esa" manera.

Mi frialdad me reveló una realidad tan inmensa y cruel que tragué saliva torpemente, eché la cabeza hacia el cielo estrellado y solté un quejido cargado de melancolía.

Ella había sido mi juguete, inconscientemente.

Mi entretenimiento emocional y sexual.

Pero lo que mayormente me dolía como si un puñal se clavase en mi pecho, era que había llegado hasta el final como para transparentar la existencia de dichos sentires.

Sin darme cuenta alguna la había usado.

  ¿Por qué tuve que esperar hasta el ocaso de la relación para arrepentirme? Mi egoísmo era superior de lo que consideraba.

Detuve a mis pies en el parque, cercano a una gran fuente rodeada por una arboleda esmeralda. Un hermoso paisaje que constantemente pasaba desapercibido, como ella.

Tiffany había sido invisible para mis cegadas vistas enchidas de individualidad.

Y por primera vez en todo el recorrido, me torné y la miré a los ojos.

Mi corazón de piedra. -comúnmente confundido por su alter ego, el de mazapán. - se atascó en mi garganta, impidiendo la correcta circulación del aire y saliva, porque su mirada humedecida con el rocío de sus lágrimas evitaba que no vacile.

"No llores" debí solicitar con mi tenor autoritario e inexpresivo, pero en su lugar la rodeé con mis brazos masculinamente prolongados. Ella enterró su cabeza, inhalando mi esencia.

- Vas a terminar conmigo... - liberó sollozando. - Vas a decirme que se acabó,  ¿verdad? - espetó y se atragantó con un trágico gemido.

Oh Tiff... no llores por favor.

- Yo... - mi voz atrapada en mi faringe eludía la posibilidad de emitir sonidos coherentes. - Yo... - repetí y entendí que no podía ser inclemente e invernal con una bondad tan pulcra que se aferraba a mi torso con desesperación suplicando que no la soltara.

- No... - atorado en mis vocablos, enredado en mis sentimientos. Dolido porque... era inevitable no herirla. - No puedo hacerlo. -confesé rendido ante la debilidad de mi falta de coraje.

- Pero debes terminar conmigo si quieres ser feliz... - masculló en un hilo de voz gimiente y entristecida a un nivel que destrozaría hasta al hombre más desalmado. - Hazlo. - me retó con las lágrimas acompañando la petición.

- No me obligues a hacer algo que no puedo... - concluí tan cobarde que no era capaz de reconocerme a mí mismo. - Ni siquiera puedo decirte adiós. - y aunque sentí la pesadumbre más enorme del universo, me contuve. Y no lloré. - Pero debo hacerlo. - y corrí un mechón revelde de su cabellera brillante de muñeca recién liberada del empaque.

- Está bien... - anunció desnutrida de amor. - Sabía que lo nuestro no duraría para siempre pero es que... yo te amo mucho. - los sonidos atormentados que emergían de sus labios quebraban mi caparazón de neutralidad.

"Te amo mucho" fue la primerísima vez que alguna persona ajena a mi familia me obsequiaba esa hermosa oración.

"Yo también" debí haber dicho.

Pero no lo hice.

- Lo sé. - que afirmación tan soberbia pero la tormenta emocional iba a ahogarme sino lo hacía. -Vas a encontrar a alguien mejor que yo, te lo aseguro. Lo siento por todo el daño que te he causado. Nunca debí haberte involucrado conmigo sabiendo que terminaría así. - proclamé más honesto que nunca en mi subsistencia.

- No... - negó moviendo la cabeza bruscamente. - Tal vez tú no fuiste feliz conmigo,  pero yo sí. - y tuvo la valentía de mirarme directamente a los globos oculares, algo que para mí era tan arduo como cargar una tonelada de plomo. - por eso me duele tanto dejarte... más bien, que me dejes.

Silencio interrumpido por sus compungidos y apesumbrados sollozos, el anochecido cielo nos entregaba una brisa fría de otoño.

- SeHun. - me nombró después de el alongado contacto. - El amor duele.- y ya no pudo serenarse. - Duele en serio. - desenterrando un llanto desgarrador y afligido.

- Lo sé, Tiff. - y yo más que cualquiera lo sabía, dadas mis funerarias experiencias con ese sentimiento tan espléndido y torturoso al que llamaban amor. - Lo sé.

Una vez que nuestro espectáculo de tragedia finalizó,  la llevé a su casa. Acordamos mutuamente que mantendríamos una relación de amistad pero que era preferible que nos distanciáramos un poco, no obstante yo la iría a alentar en su próxima presentación con las porristas.

Mi enlace con Tiffany había acabado.

Era libre como un pájaro salvaje.

Podía besar a LuHan sin que la culpa me golpeara hasta el grado de abatirme por completo.

Sin embargo, el estado de mi ex pareja me preocupaba bastante.

Me había perdido, también a la competencia de porristas pasadas y estaba temporalmente destituida del cargo de capitana.

Tal vez debería presentarle a algún amigo...

Pero yo no tenía amigos.

Mi independencia había truncado mis compañerismo, de manera que mis únicos camaradas eran o mis futuros profesores universitarios o alguien que pueda transferirme algún beneficio.

Y luego estaba LuHan, pero era mío. Enfáticamente,  mío.

Y Kai, pero Kai tenía novia.

Estacioné el vehículo en el garage y por primera vez en mi vida mis padres parecían preocuparse por mi estado de ánimo.

- SeHun, hijo. - la voz grave de mi padre me obligó a clavar los pies sobre el suelo y tornarme y mirar al suelo cuando me dirigia la palabra. - ¿Sucede algo?

- No.

- ¿Seguro?

No.

- Sí.

- Está bien, entonces.

No, no lo está.

Acabo de desmoronar a una persona mucho más gentil e importante que tú, porque soy un monstruo.

Un monstruo frío e inhumano.

Y es por eso que nadie puede herirme, he construido un muro de rudeza que aleja a todos los que tengan en mente proporcionarme penurias.

"¿Y qué pasó con LuHan?" Encuestó mi subconsciente, hambriento por conseguir la historia detrás la pregunta.

LuHan derrumbó el muro, eso pasó.

Just Forget Me {HUNHAN}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora