Capítulo 14

1.5K 96 3
                                    

 A veces se sentía lacerante, otras fantasmagórico, ilusorio. Como si al fin mis fantasías más inasequibles se concretaran, como cuando logras tus metas y te sientes atestado de gozo por haber confeccionado absolutamente cada uno de tus objetivos.

 A pesar de que LuHan no fuera una ambición, se semejaba cuantiosamente a un capricho, emocional y sexual.

 Pero al concentrarme excesivamente en mi amante, había preterido mi realidad.

 Una piedra en mi camino.

 Una roca brillante y hermosa, un bloque damnificado con el cuál no podía coexistir. Tiffany se mostraba desdichada y eso a mí me atormentaba durante la noche, impidiendo mis sueños abstractos y metafóricos que compartían semejanza con epifanías banales de la pubertad.

 La semana de exámenes se aproximaba prontamente y los estudiantes consternados por sus calificaciones transparentaban su desesperación ante el universo sin pudor alguno.

 La virginidad de mi benevolencia al demostrar apiado a ellos era eso justamente, virgen. Inexplorada. Porque jamás había ayudado a nadie a pasar una prueba, por más sencilla que sea.

 Mi respiración pausada y escrupulosa compaginaba correctamente con mi personalidad taciturna y ceremoniosa.

 Me hice presente en el instituto, con las ropas escolares acicaladas como era de esperarse por mi parte.

 El día transcurrió y mi semblante imperturbable no modificó en ninguna oportunidad.

- Hola. - reverenció Kai y los zagueros rayos del crepuscular astro solar iluminaban su rostro otorgándole una diafanidad que le sentaba artísticamente lozana en sus facciones provocadoras y en su tez morena. - Luces diferente. - apuntó.

- Quizás porque lo estoy. - refuté y JongIn no hizo más que sonreír con su dentadura radiante de modelo de Calvin Klein.

 JongIn era el único hombre, demás de LuHan, que me engendraba complaciencia e interés. Porque Kai era atrayente y cautivador, acarreaba regocijo solamente con mirarle directamente a las pupilas castañas de sus vistas rasgadas.

- ¿Harás algo este sábado? - curiosó Kai comunmente amistoso. - Oí que Yuri planea una fiesta y quería saber si estabas enterado.

- Sí, lo estoy. - repliqué. - Pero tengo planes.

- ¿Con quién? - desvergonzado al averiguar mis asuntos personales y sin evidenciar su abatimiento al correr a lo largo del prolongado lapso.

- Con mi novia, Tiffany. - elevé la cabeza al cielo, esperando que el entrenador sonara el jodido silbato anunciando que ya habíamos trotado lo suficiente. - Hace poco salió del hospital. - pero la expresión patidifusa de Kai me asombró enormemente. - ¿Qué hay de malo con eso?

- Es que... me sorprende. - declaró todavía turulato.

- ¿Qué te sorprende? - interrogué, mi tono mezclaba un poco de cabreo con dejos de desconcierto.

- Que tengas novia.- contestó descarado y fascinado. - Me refiero... - pausó un momento, trago saliva y prosiguió sin bochorno. - Eres gay.

 Su presagio me irritó de tal forma que me detuve en seco en la mitad de mi camino. No obstante, no significaba que su pronóstico se incierto.

- ¿De dónde mierda sacas eso? - inquirí desafiante y álgido. Kai redujo su velocidad hasta posesionarse a mi lado, dedicándome una mirada sarcástica.

- No soy estúpido. - inhaló una buena  cuantía de aire. - Te observo constantemente y aunque no lo creas, te analizo, sé cómo eres, porque me agradas y quiero ayudarte. - su ofrenda de paz, invariablemente sincera y sensual me confió seguridad. Estrechamos las manos.

- De acuerdo, pero no le digas a nadie. - rara vez yo me fiaba de la gente, pero conocía a JongIn desde hacía ya tanto, que era injusto montar una escena de palabras congeladas y tercas.

- No lo haré. - me obsequió otra innecesaria risa radiante y el entrenador sopló el pitillo.

- Muy bien todos. - nos acercamos hasta él. - Como saben mañana a las 7 p.m. será el primer juego contra la academia... - y por alguna razón mis oídos se colmaron porque estaba tan fatigado que me costaba escuchar.

 Asistiría al juego mañana, y les patearía el culo a todos sin siquiera intentarlo.

 Una vez que mi superior finalizó su charla, se arrimó y me dijo.

- Espero que duermas bien, quiero que te luzcas mañana.

- Sí, señor.

Me retiré del establecimiento y subí a mi carro posterior a cerrarle caballerosamente la puerta del asiento de acompañante a LuHan.

- No era necesario. - añadió avergonzado. - Gracias.

- No hay qué agradecer.

La ruta a mi casa junto a él era divertida y animosa, ya que inevitablemente reía como foca retrasada porque LuHan se dedicaba a cantar y bailar canciones de After School.

 Éste revisó su celular mientras le daba pequeños sorbos a la botella de agua. Tieso como una muñeca de porcelana fría vociferó.

- Deten el auto.

- ¿Qué? - cuestioné irónico y desechando mi dignidad y pulcritud al basurero agregué - ¿Quieres que te la chupe ahora?

- Por más tentador que eso suene... - se suspendió unos minutos y avanzó. - Debo bajarme aquí y continuar caminando, le dije a Jessica que estábamos peleados, me está esperando en casa para estudia y se dará cuenta que mentí si me ve contigo.

- Entiendo... - falseé el comprendimiento. - ¿Seguro que está bien que te abandone aquí?

- Sí. -afirmó  extenuado. - Adiós, SeHun, conduce con cuidado por favor. - solicitó pero antes de huir como cenicienta a las doce, tomé su antebrazo y pernocté mis labios sobre los suyos, sediento de su sabor a canela, fresas y cítricos, aroma a LuHan.

 Explayando poderío sobre él, besándolo con ardor, expulsando las malas sensaciones y descargando todas mis impurezas en su boca. Depositándole más y más presión, que me era devuelta con intensidad. ¿Cómo podían esos labios de ángel besar como un demonio?

 LuHan me atrajo hacia él y su pierna se enlazó a mí cadera, colisionando mi miembro con su muslo. Me rasgó las espalda con sus uñas gatunas, echó la cabeza para atrás, inaugurando una carretera tentadora para succionar su cuello.

 Uno.

 Dos.

 Tres.

 Chupetones imprudentes y fortuitos que dejarían marcas en el futuro, pero inexcusables. Anhelaba cremar su camiseta blanca con mi fuego que se exteriorizaba asiduamente.

- ¡Ah! - LuHan abría la boca para liberar un conjunto de quejidos de placer y pesar calamitoso, como si lo torturaran con un látigo de cuero y púas.

 Absorbiendo sus besuqueos, su lengua batallando con la mía apuradamente. Nos separamos para recoger oxígeno faltante, su piel decolorada y sus belfos humedecidos por mi saliva deseosa por dirimir el revuelo que producían los centímetros de lejanía entre nosotros.

 Quería romper todo y arrojar la discrepancia al carajo.

- ¡Basta, SeHun! - aulló al notar la magnitud de mi apetito. - Terminaremos mal si continuamos.

 Y se desató de mi agarre y se marchó sin decir adiós.

 Desamparado en el vehículo, me atusé los desenmelados cabellos y percibí el bulto en mis pantalones.

 Mierda.

- ¿Y ahora qué voy a hacer contigo? - excarcelé y me maravillé al hecho de darme cuenta que hablaba con mi pene.

 Qué desastre, vaya que era un lunático.

 Estacioné en mi garage, olvidando los besos pasionales y las charlas con genitales para concentrarme en mi próximo movimiento que se había anticipado.

- Hola, amor. - centellante como un diamante. - Dijiste que querías conversar y no pude aguantarme.

- Hola, Tiffany.

Just Forget Me {HUNHAN}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora