Ramé [Sarumi/K-project]

Capítulo trece

Fueron siete días, 168 horas donde habían pasado la mayor parte del tiempo acurrucados en la cama que ahora era propiedad del de baja estatura.

Las primeras 48 horas sólo se quedaron en la suave superficie donde Saruhiko lo calmaba con algunas palabras, transmitiendo seguridad y confort.

Al tercer y cuarto día podrían decir que conocían las manías que cada uno tenía en la cama, Saruhiko no conciliaba el sueño con facilidad, Misaki se adueñaba de las sábanas dejando al azul con frío durante un corto tiempo, a la media noche lograban dormir en paz, con Saruhiko abrazando a Misaki.

Al tercer día que equivale a 120 horas conviviendo juntos Saruhiko había logrado que Misaki saliera a la calle, claro tenía que sostener su mano y decir que no se alejaría por ningún motivo, que lo protegería de cualquier cosa que sucediera y que lo iba a compensar con un helado consiguiendo así una sincera y reluciente sonrisa del mayor.

El quinto día había sido similar al día anterior, el azul hizo un sobreesfuerzo por conseguir que Misaki asistiera con un profesional para tratar las secuelas de aquel evento.

El sexto día fue igual que los primeros días, se la pasaron todo el día en aquella habitación viendo películas y comiendo, hasta que en un pequeño lapso de tiempo donde el rojo había caído en los brazos de morfeo aquella pesadilla regresó causando que el azul volviera a envolverlo en sus brazos para tranquilizado.

El séptimo y último día donde Saruhiko pasaría sus últimas horas de descanso junto al rojo trataron, en serio trataron de hablar sobre el pasado y porque el pelinegro abandonó Homra, sin embargo decidieron dejar aquella conversación para algún otro momento.

A las 6:00 pm. era el momento en que el azul debía regresar a las instalaciones de Scepter 4.

Misaki se aferró a la camisa negra del más alto, no quería dejarlo ir, no quería sentirse sólo y lastimarse de nuevo, tan sólo quería estar junto al azul todo el tiempo que fuera necesario.

Saruhiko envolvió al rojo en sus brazos, escondió su nariz en su cuello tratando de guardar aquel aroma a casa que Misaki suele tener, no quería separarse del pelirrojo, con todas sus fuerzas se separó de él para agitar su mano en despedida y desaparecer por las puertas del bar.

Ya no podía estar más tiempo separado del mayor.

Se encontraba estúpidamente perdido una vez más por el ojiámbar.