5.

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La tormenta arreció contra la isla durante toda la noche, las temperaturas bajaron drasticamente y la pequeña manta que tenían consigo no ayudaba mucho a generar calor.

Sus cuerpos estaban unidos en un abrazo casi deseando fusionarse con el otro para poder sobrevivir y el sol de un nuevo día no parecía llegar nunca.

El delgado cuerpo de Hyungwon temblaba entre sus brazos y él no paraba de frotarlo para darle un poco del calor necesario.

Está de más decir que no durmió en toda esa noche.

Pero una pequeña luz esperanzadora apareció en el cielo, dándole señal de que un nuevo —aunque oscuro— día había comenzado.

— Wonho... —susurró el delgado entre sus brazos— duele...

Él le lanzó una mirada rápida para inspeccionar su cuerpo.

— ¿Qué duele mi amor? —le apartó el cabello de la frente para mirarlo mejor.

— Mis piernas... —intentó moverlas pero automaticamente se figuró en su rostro una expresión de dolor— la espalda también.

Wonho asintió con un poco de preocupación.

— ¿Estas seguro que solo eso? —le tocó el abdomen— ¿aquí no?

Él negó levemente.

— Solo estoy entumecido... —carraspeó— y tengo mucha sed.

Wonho le pasó la botella de agua, y después de que ambos se enjuagaron la boca y bebieron lo poco que contenía, miró a su alrededor y supo que el lugar ya era más visible, porque a pesar de que el sol no había salido, la poca luz diurna era suficiente para poder avanzar.

— Creo que sé donde estamos. —informó apartándose de Hyungwon y guardando algunas cosas en el bolso ante su adormilada mirada— A unas pocas cuadras está una tienda, allí podremos encontrar comida y cosas que puedan servirnos. —miró al delgado y suspiró— Y luego podremos seguir a la dirección que tú conoces.

El menor asintió levemente y comenzó a prepararse para salir del auto.

Wonho le advirtió que guardara silencio mientras él abría la puerta del auto con mucho sigilo, esperando no encontrarse con alguna sorpresa por ahí.

Pero afortunadamente no había nada.

Tomó el bolso y le hizo una señal a Hyungwon para que saliera con sigilo también. Entonces comenzaron a caminar por el extrañamente solitario lugar.

Sus respiraciones agitadas y sus pasos lentos daban fe del cansancio que les invadía el cuerpo desde el día anterior.

Pero entonces algo los sorprendió en el camino.

— Wonho... —el delgado buscó esconderse detrás del mayor quien no se había percatado de lo que su pareja había visto— Wonho mira... M-mira a la acera...

Al escuchar su tono de preocupación, Wonho rápidamente se alertó y lo cubrió para finalmente dirigir su mirada hacia el lugar que se le había indicado.

Y allí sobre una húmeda acera estaba uno de los infectados, tirado en el suelo con sus carnes cayéndose de a poco como si hubiera sido rociado con algún tipo de ácido.

Estaba muerto. Inmóvil.

Hyungwon seguía escondido detrás de Wonho, entonces él se giró y abrazó a su asustado Hyungwon para intentar calmarlo.

— Tranquilo, está muerto. —el menor asintió efusivo ante su propio nerviosismo— Pero es mejor que nos demos prisa, alguien pudo haberlo causado y no sabemos si pensará que estamos infectados también.

The Last Thing Donde viven las historias. Descúbrelo ahora