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La primera impresión que tuvo después de que las puertas del ascensor se abrieran y tuvieran a decenas de infectados frente a ellos, fue de terror.

Era horrorizante ver aquellas personas literalmente deformadas, con el color de la piel en un tono verdoso, con más altura de la de una persona normal, con cuerpos terriblemente enormes como si fueran animales salvajes y sus saltones ojos totalmente blancos.

Enfrentarse sólo a uno, podía significar la inminente muerte, así que no podía arriesgarse siquiera a sacar el arma ya que no tenía suficientes balas.

Él era fuerte físicamente y casi siempre un protector para su pareja, pero un momento tan tenso como ese, su labio inferior incluso llegó a temblar y su garganta a secarse.

Con mucha lentitud puso un pie en la puerta del elevador para evitar que cerrara, pues tampoco es que hubiera olvidado que debían salir de allí con urgencia.

La suave mano de Hyungwon se enredó con la suya y fue hasta ese momento que se percató que el menor estaba literalmente temblando de miedo.

Hyungwon era una persona muy sensible, muy fácil de asustar y por lo tanto también era muy fácil que entrara en pánico bajo una situación de estrés.

Sintió que la unión de sus manos se fortaleció aún más por parte del delgado, delatando que el menor estaba llegando a la cúspide de su pánico y en cualquier momento podría romper en llanto.

Su preocupación comenzó a incrementar al notarlo, debían guardar silencio si querían salir vivos de allí, pero no sabía por cuánto tiempo más podría Hyungwon aguantar su llanto, así que lo tocó en señal de que debían avanzar con cautela hacia la salida y comenzó a tirar de él lentamente. Pero desafortunadamente el lugar estaba tan silencioso que el sonido de sus pasos parecía retumbar sobre el sangriento suelo, llamando la atención de los infectados.

Wonho se obligó a detenerse y a pensar rápido porque según sus cálculos tenían menos de cinco minutos para salir de allí y aún les faltaba cruzar el vestíbulo entero.

Miró a su alrededor con atención intentando encontrar una salida rápida y lo único que pudo ver fue un pequeño vaso de vidrio posado sobre uno de los escritorios del lugar y se le ocurrió una idea.

Soltó la mano de Hyungwon un momento, en contra de su voluntad y quitó el reloj de su muñeca, entonces rogando al cielo de que su buena puntería no fallara, lo lanzó contra el escritorio para derribar el vaso de cristal y hacer el suficiente ruido para despejar su camino a la salida que estaba a nada de cerrarse definitivamente.

Y por suerte o destino, logró derribar el vaso el cual cayó al suelo rompiéndose automáticamente y llamando la atención de los infectados que no tardaron mucho en correr a gran velocidad hacia el lugar de donde había provenido el ruido.

En ese momento de alboroto donde todos corrieron, Wonho también aprovecho a tirar de Hyungwon para correr en la dirección contraria a ellos, buscando safarse de la situación sin tener que enfrentarse hasta morir.

Sin embargo, cuando Hyungwon vio el alboroto y escucho los escalofriantes sonidos que emitían los infectados su pánico lo abrumó y comenzó a llorar mientras intentaba correr, pues su tobillo también dolía demasiado.

Wonho se detuvo y lo miró devastado en medio de aquella situación tan peligrosa donde incluso su propio corazón parecía querer salir por su garganta, entonces se regresó hacia donde él estaba y lo cargó en sus brazos aunque eso solo ralentizara sus pasos.

— Tranquilo Hyungwonnie, estaremos bien... —susurró cerca de su oído— No llores, van a escucharnos...

El menor asintió visiblemente afectado aún y dando lo mejor de sí para contener su pánico.

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