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Habían pasado más de 7 horas desde que el cuerpo de Chae Hyungwon había sido abandonado en aquella sala. Después de haber sido llevado a ese lugar, se estremeció por varios minutos hasta que por fin dejó de moverse y desde entonces su cuerpo inmóvil permanecía en la misma posición en medio de aquella solitaria habitación.

Después de él no había llegado nadie más, parecía que el resto de personas había perecido en la catástrofe de la isla, pero a nadie le importaba realmente porque ellos se pusieron a salvo incluso antes de que empezara el experimento.

— Señor... —habló por el radio— solicito permiso para deshacerme del cadáver de Chae Hyungwon... —se quedó en silencio escuchando al hombre— no señor, lo he vigilado a través de la cámara y no se ha movido en más de 7 horas, ninguna herida fue sutura y al parecer toda su sangre fue lavada por el agua... —guardó silencio de nuevo— gracias señor.

El hombre de seguridad dejó su posición detrás de aquel escritorio, preparó algo parecido a una bolsa de basura y abrió la puerta de la habitación para finalmente adentrarse a sacar a Hyungwon de allí antes de que comenzara a descomponerse.

Mientras silbaba una pegajosa canción extendió la bolsa y comenzó a meter las largas piernas de Hyungwon en ella con un poco de dificultad gracias a que el peso muerto lo hacía tener poca estabilidad.

Continuó con su trabajo hasta que llegó a la cintura de Hyungwon, notando como la enorme herida había sido cubierta inútilmente con gasas, seguramente por algún compañero suyo que tenía demasiada misericordia. Se dispuso a meter sus brazos en la bolsa y entonces frunció el ceño al recordar fugazmente que uno de los antebrazos de Hyungwon habían sido destrozados en su pelea con el infectado, lo había visto a través de las cámaras con sus propios ojos, pero al revisar ambos brazos de Hyungwon, ambos parecían estar intactos, con la diferencia de que uno tenía algo parecido a una cicatriz leve.

— ¿Qué dem... —intentó tomar el radio de su cintura, sin embargo sintió como su garganta era apretada con una fuerza insoportable que en pocos segundos lo inmovilizó.

— ¿Donde lo tienen? —preguntó el furioso Hyungwon saliendo de la bolsa, dejando al hombre totalmente anonadado— ¿donde está mi bebé?

Las lágrimas del hombre brotaban de sus ojos por la falta de oxígeno ante el desmedido agarre, pero en vez de responder a la pregunta que se le había hecho, él sacó un arma de su cintura y apuntó torpemente hacia Hyungwon quien no tardó en usar una velocidad nunca antes vista y la lanzó contra la pared, rompiendola.

Aún más furioso por la acción del hombre giró su cabeza bruscamente escuchando como los huesos de su cuello crujían al violento movimiento y el hombre se quedó inmóvil.

Gracias a su basto conocimiento en el campo de la medicina, sabía muchas cosas y matar sin usar armas no era la excepción.

Seguía vivo.

No sabía cómo ni porqué, pero no pensaba desperdiciar esa oportunidad de volver a vivir para acabar de una vez por todas con la red de personas que todo el tiempo habían buscado dañarlo.

Desvistió rápidamente al hombre que yacía muerto en su lugar y lo metió dentro de la bolsa, para finalmente ponerse el uniforme de él y salir de la habitación.

Mientras caminaba por los blancos pasillos de aquel inexplorado laboratorio/fortaleza se sentía mareado. Podía escuchar claramente muchos sonidos que antes pasaba desapercibidos, todos sus sentidos parecían haberse agudizado y más fue su sorpresa cuando vio su brazo totalmente reconstruido y su herida sellada.

A pesar de su mareo y el leve dolor que aún sentía en las áreas que fue herido con más violencia, comenzó a repasar mentalmente las posibilidades de que eso pasara, pero entonces algo hizo click en su cabeza.

Él tenía el antídoto en la sangre gracias a Wonho y eso no le había hecho efecto hasta el momento, debido a que no había contraído el virus. Pero cuando esa gente lo infecta a través de una inyección y luego lo exponen directamente a la mordida de su compañero infectado, el virus ingresó a su sangre en busca de hacer la malvada modificación genética. Sin embargo, todo lo que hicieron fue mejorarlo, ya que al tener el antídoto en la sangre, el elemento que fallaba en el experimento, desapareció y dejó justamente lo que ellos querían al inicio; un ser humano casi perfecto, capaz de reponerse casi inmediatamente de cualquier daño, aparte de agudizar sus sentidos y tener mayor resistencia corporal. Alguien listo para una guerra.
Esa era su conclusión.

Sonrió levemente con el agridulce sabor de un éxito maldito que en otro momento pudo haberlo hecho muy feliz.

Se detuvo cuando escuchó claramente las voces de algunas personas. No tenían una conversación relevante, pero tenían algo muy relevante consigo; a su bebé.

Escuchó como el pequeño lloraba desconsoladamente, seguro estaba hambriento, quizá tenía frío o quizá estaba siendo maltratado.

Sintió su cuerpo arder de furia mientras su corazón se quebraba.

Ese era su bebé, el fruto de su amor con Wonho y no un maldito objeto que podían usar a su favor.

No se lo estaba pensando cuando empezó a caminar aún mareado, siguiendo el sonido de aquellas voces que lograba reconocer levemente, hasta que se detuvo frente a una puerta sabiendo que allí estaban ellos.

Iba a ingresar sin miedo, quería golpear a quien se le pusiera por delante y aprovechar a usar la fuerza física que ellos mismos le habían otorgado, pero una nueva voz se sumó a las anteriores y no pudo evitar detenerse.

— ¿Y si no hacemos esto? —cuestionó con un tono de voz temeroso— podemos darle cualquier muestra de sangre y...

— ¡¿Acaso eres tonto?! —gritó alguien más— quieren una muestra del jodido feto, saben que hay algo raro con el porque tampoco se contagió a pesar del virus que le inyectamos al padre, no son estúpidos.

Frunció el ceño con molestia al escuchar la manera en la que se referían a su pequeño.

— Tiene razón... —comentó la primera voz que había escuchado a lo lejos— si mentimos, el jefe vendrá por su cuenta y repetirá el proceso... ¿Quieres acabar desempleado por una tontería? ¿Qué tal su deciden infectarte también? Este renacuajo tiene lo que queremos..

— ¡Es un bebé, por Dios! —exclamó en un segundo intento por crear consciencia en sus dos compañeros.

Entonces escuchó el gruñido de alguno.

— ¡Es un jodido feto huérfano que seguramente morirá seco después de que saquemos toda la jodida sangre que circula por sus venas! —gritó molesto, aumentando la tensión que ya había— así que deja de ser un estúpido y danos al bebé, hay que acabar rápido con esta mierda...

No. No era un jodido feto huérfano, era un bebé amado y más esperado que muchas personas en el mundo, que por fortuna aún tenía a uno de sus padres.

Fue en ese momento cuando supo que antes de luchar con la fuerza, era mucho más provechoso luchar con la inteligencia.

Y que si debía morir, iba a defender
a su bebé hasta el final, aunque
fuera la última cosa que hiciera.

Y que si debía morir, iba a defendera su bebé hasta el final, aunquefuera la última cosa que hiciera

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