Capítulo 3: Estas fuera.

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Como era costumbre Lesly aprovechó una vez más en ir en busca del rizado en cuanto el receso llegó, parecía ser que la rutina de verlo cada receso e ir a saludarlo estaba dando resultados. Y que no había pretexto perfecto para hablarle que preguntar como había amanecido o como había sido su mañana, muy por dentro también sabía que esos pequeños detalles importaban mucho para una persona y esperaba que Aristóteles lo valorará.

Desde niños recordaban haberse llevado muy bien, sus padres eran amigos de preparatoria y por tanto desde que eran bebés congeniaban muy bien, a pesar de que con el tiempo los sentimientos de Lesly cambiaron respecto a Aris, nunca perdió la esperanza de que alguna vez ellos tuvieran algo o que él la dejara de ver como a una hermana.

No le importaba en absoluto que el rizado nunca le hubiera dado indicios de nada; de hecho nunca los había dado con nadie en particular y siempre imaginaba que algún día su amor fuera correspondido con la suerte de que no tenia que competir con nadie sino siendo lo más tolerable y paciente posible.

Y aunque admitía que si era muy hostigosa al ir siempre en busca de él, también admitía que no lo hacía por mucho tiempo, solo era como un pequeño recordatorio de que ella siempre iba a estar ahí para él.

Por eso esa mañana sus esperanzas aumentaron un 400% cuando la actitud de Aristóteles la hizo sentirse especial, la había recibido de la manera más amable, como nunca antes, como si de repente al rizado le hubieran dado una dosis de felicidad efectiva. Tenía un brillo en sus ojos que lo hacían verse más lindo de lo normal. Y la conversación había fluido con tanto furor que incluso Yolo en ocasiones se les unía y los tres reían por un buen rato, la rubia de vez en cuando se acercaba y después se iba con su grupo de amigas. De los tres, Yolo era la que menos se apegada a su conversación.

Cuando entraron al Campus decidió que era ya momento de crecer y que llevarse con más personas no estaba mal y aunque los quería mucho, la química ya no era la misma como cuando eran niños, ella también los conocía desde bebés, sus padres vivían en el mismo fraccionamiento, se tocaron verse crecer entre los tres, y a Lesly la quería y apreciaba como a una hermana y por siempre la consideraría su mejor amiga.

Esa era una de las razones por las cuales no podía evitar sentir pena por ver como la insistencia de su amiga por un amor no correspondido la dejaba sin dignidad, y de como era tan evidente todo.

Aristóteles nunca le había dado motivos para que ella se ilusionará, ya que siempre se le ha caracterizado al rizado por ser un chico directo y sobre todo demasiado seco demostrando sentimientos. Nunca entendió porque su amiga se había fijado en él y como ella podría imaginarlo enamorado, dando afecto y demás siendo que el chico entre menos gente se le acercara era mejor para él, pero a veces en el corazón no se manda y muchos corazones rotos en secreto deambulan por la estrecha y corta de vida de cada persona.

Y Lesly lucharía con cada suspiro por no ser parte.

Ella miraba al chico con los ojos de amor que nunca le había dedicado a nadie, amaba escuchar su voz, como no tenía miedo de decir siempre lo que pensaba sin importarle si después traería problemas por eso, le encantaba cada faceta de Aristóteles y el tiempo a su lado se pasaba tan lento, tan sublime y si tan solo pudiera quedarse a vivir en algún momento de su vida, escogería justo ese momento, donde Aristóteles le sonreía con furor y como reía a carcajadas con ella y hubiera deseado que ese momento durara para siempre.

Pero nada lo dura, y el timbre sonó para matar ese momento tan apreciado para Lesly y ese día no se quedaría con las ganas de abrazar a Aris para despedirse. Más no contó con que el chico la rechazaría, simplemente parecía irreal todo, sus brazos se extendieron para envolverlo en un abrazo cálido, pero al intentarlo el rizado evitó cualquier contacto físico entre ellos y solo soltó un "No me gustan los abrazos, lo sabes." Como si la chica tuviera una enfermedad que se le fuera a contagiar, y aunque no fuera así, el rizado tenía sus razones, no le gustaba el contacto físico de ningún tipo. Y cuando vió que el semblante de la chica cambió y una mueca se vió reflejada en su rostro pidió disculpas, la chica solo sonrió y se encogió de hombros diciéndole que no pasaba nada y que lo entendía, pero en sus adentros el "nada" era "todo" y el que lo entendía significaba que realmente no lo comprendía y como era que su cambio de actitud podía ser tan repentino.

Cruce De Miradas - Aristemo #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora