cap 8 Otra vez Keiko

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"Otra vez Keiko"

El abrazo duro un instante. Se formulo un ininterminable silencio mientras Hinata permanecía taciturna sujeta a la cintura de su gran amor. Podía jurar que sentía el corazón de Naruto palpitando a todo galope en su pecho o tal vez era su deseo de que el rubio la amase con cada fibra de su ser. Suspiro una vez más y se aparto de él sonriente.

-Gracias… -Esbozo a media sonrisa aparatándose de él.

El chico la miro conmocionado la arpía era una mujer cada vez más extraña y misteriosa.

-Con este abrazo no me pidas que te devuelva los sellos porque no te los daré. –Expreso enfadado.

-Tranquilo son tuyos… -desparramándose en el sofá –Si no te importa me gustaría estar sola.

-Si eso quieres.

Naruto sintió que aquella extravagancia por parte de la pelinegra la había colocado en una situación incómoda ¿Cómo rayos se le había ocurrido a la arpía aquella insania? ¿En qué pensaba y cuál era el motivo oculto detrás de todo ese alarde sentimental que expresaba? Ella no daba jamás puntada sin hilo. Por la mente del pelirrubio cruzo la idea de que quizás, la joven, buscaba enredarlo como una de esas arañas siniestras que atrapan a sus presas entre sus redes para que cuando estuviesen lo suficientemente atontados pudiesen devorarlos sin compasión.

-Viuda negra… - Expresó en voz alta.

El chico sonrío con cinismo tomo su cartera y el celular que le había dado tiempo atrás la pelinegra de encima de un pequeño estantecito junto a la puerta y se marchó con la absoluta idea de que la muchacha buscaba enredarlo y robar toda su fortuna.

Camino por la ciudad como en trance. Sentía que quizás su sueño era una especie de profecía, una de muy mal augurio. Seguramente la rata esclavista necesitaba dinero, él no se tragaba esa idea de la pobreza y la carestía. Esa fachada seguramente generaba lastima en el circulo que Hinata frecuentaba y de esa manera lograba manipular a la gente pero él no caería en sus redes. Además solo existía el amor de una mujer en su corazón y esa era Keiko. Sus ojos se percudieron en lágrimas, no existiría ninguna otra mujer capaz de ensombrecer la figura del ser que más amo sobre esta tierra.

Sus pasos se tornaron lentos y fugaz fue su pensamiento al recordar la muerte de la joven mujer opacada por aquella horrible enfermedad que la había arrebatado de entre sus brazos. Mientras se dirigía taciturno a ninguna parte sufrió una fuerte embestida que le llevo a perder el equilibrio trastabillar cayendo de bruces en la acera. Un quejido femenino lo abstrajo a la realidad. Sobre él una bella silueta femenina desgarbada por la torpe caída intento reponerse mirándolo fijamente a los ojos.

-Perdón… -Dijo ella tildándose por un momento estaba segura de recordarlo.

-Keiko… -Naruto la miro no podía ser su keiko.

-No, no… no soy Keiko -la chica sonrió tímidamente mientras intentó incorporarse. –Tú eres el joven que visito el estudio de kakashi ayer. –Pronunció ella ayudándole a incorporarse.

-Si… -Naruto intento retomar la compostura. – ¿estás bien?

-Sí, gracias. Soy Matsuri la ayudante de Kakashi ¿Me recuerdas?

El esclavo [Naruhina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora