Prólogo

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Toda la vida me he enfocado en una cosa y solo una cosa: Ser la niña modelo y envidia de los padres. Como hija única, esa tarea era más complicada con el pasar de los años. Los dibujos más bonitos en el jardín de niños y de los mejores promedios de la facultad nunca eran suficientes. Siempre debía dar más del 100% de mi capacidad. "Mi hija tiene para dar mucho más. No te conformes" era lo que más se escuchaba en casa.

En los inicios de mi adolescencia, esa tarea me parecía imposible de lograr pero poco a poco dejó de importarme ser la que se quedaba en casa los fines de semana. "Ser social no me dará un título ni trabajo" decía siempre para justificar mi selecto y cambiante grupo de amigos.
No me quejo de mis privilegios como mujer de clase social alta con padres jubilados, al contrario, agradezco que mis estudios fueran mi mayor preocupación.

Hoy eso se había terminado al fin. Hoy me recibía. Nada de internado ni turnos dobles de mierda. La felicidad contenida en mi era gigantesca. Después de siete largos años era una profesionista y había superado este reto.
Me tomó noches de sacrificio y horas de sueño. Pero todo valió la pena.
Profesores, amigos y familiares estaban ahí para mí. Cualquier agradecimiento de mi parte sería insuficiente para expresarme correctamente. Sin ellos no sería lo que soy, en todo lo bueno y no tan bueno incluyeron para forjarme.
Con mi birrete a medio caerse abrazo a quienes fueron mis profesores y a mis parientes que emocionados han venido a verme.
- Nunca olvide por lo que ha pasado señorita Don. Nunca olvide sus valores o lo mucho que cuesta lograr las metas. -
- Nunca lo olvidaré profesor. Gracias por las lecciones. Cuídese.-
- Igualmente señorita. - Con lágrimas le digo adiós al hombre que me habría hecho creer que no saldría nunca de la universidad.

Continúo con las despedidas y llego al lugar en donde dejé a mis padres, ahora acompañados por sus amigos. Me adentro a mitad de la conversión que se mezlca en el coro de la multitud hablando del mismo tema, el futuro del egresado.
- Mi hija tendrá la mejor vida que ella deseé, se ha ganado a pulso lo que tiene.- dice con tono pomposo mi papá. Un hombre alto y corpulento que en sus mejores años sería la estrella del equipo de fútbol y el mejor en la clase de química. Orgulloso y aveces altanero respecto a lo que defiende.
Pero es gracias a la personalidad extrovertida de mi papá y de mi familia, todo lo opuesto a mí, que pude conseguir una base en un pueblo a algunas horas de ellos. Es una pasantía como auxiliar de cirujano en el hospital general. Un buen inicio. Buscaré la especialidad después de un tiempo para poder costearla o ser becada.
Viviría en una pequeña casilla en el patio de la casa de mi tíos. No pagaría renta y estaría bajo su cuidado pero me encargaré de mis servicios básicos, muy apenas aceptaron éste término.

Disfrutaría de los frutos de mi trabajo que me privó de tantas otras cosas.
Todo parecía ir tan bien que el pensamiento me daba ganas de llorar ahí mismo. Más que llorar por nostalgia, lo hacía de felicidad. Felicidad de librarme de las cadenas de la presión familiar y sobreprotección.
La libertad y autonomía son sabores que por primera vez en mi vida probaría. Sin rendir cuentas de todas mis acciones y sin miedo a estar equivocada en cómo quiero que vaya mi vida.

Amo a mi familia pero... Yo necesito irme.

Bajo los Ojos de la Luna  •|ℋarry Styles|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora