10. Parte dos

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- Eres muy amable Harry pero no quiero importunar. Debes tener cosas que hacer. -
- Nada más importante que asegurar que estés bien. -
Me reacomodo en mi asiento y reanudamos nuestra comida. Ambos.
- ¿Estás incómoda? - Ambos paramos de comer al cabo de unos minutos.
- No lo estoy, es más bien que me cohibes. No estoy acostumbrada a ser analizada todo el tiempo. -
- Me cuesta creerlo. -
- ¿Por qué? - Me sudan las manos y estoy en exceso nerviosa. Quiero que me alague. Con mi poca claridad, entiendo que no debería ser doblegada tan fácil. Seguro le dice eso a todas la mujeres. Un hombre así debe tener todas las mujeres que desee. Sería una tonta si creyera en dulces sus palabras. Es por eso que todo en él están masculino y atrayente. Tiene práctica, mucha seguramente.
- Porque eres una mujer hermosa. -
Quiero serle indiferente pero no puedo. Toda mi vida hubo falta de atención masculina, cuando por fin un hombre se fija en mi me acelera el pulso por más lista que luche ser. Por fin alguien me da una pisca atención y me derrito ante él. Dándole pasé libre. Debo pensar algo directo que decir.
- Se que quieres lograr. Retírate. Tengo novio. - Su expresión burlona se mantiene intacta.
- No es así. No puedes mentir. - Hace pausa entre oraciones para darle su toque sensual característico.
- ¿Cómo estás tan seguro? Dices que soy hermosa ¿Por qué no podría tener un novio? -
- Porque eres demasiado lista y noble para abandonar a aquel que tuviera tu corazón. Y también lo sé porque nunca permitirás que mi pierna jugara con la tuya bajo la mesa. Eres leal y diferente a las demás. Mujeres como tú no sé encuentran tan fácilmente, un hombre listo no te habría dejado ir nunca. Y como ya te dije, tu eres una chica lista; una chica lista no estaría con otro más que con un hombre listo. - Sonreímos. Yo en molestia y él con orgullo por tener la razón.
- Jacke mate. Aún así, estás borracho. Te dejamos esperando demasiado tiempo en la mesa. - Ahora me es más fácil hablarle y verlo a los ojos sin pena. Hemos roto el hielo.
- Salud, pero borracho o no, puedo apreciar lo que veo. Y lo que veo es una joven hermosa. A ti. - Un destello de sinceridad se asoma por sus ojos, que flaquea mi inteligencia y puede que crea en él. Puede que sea honesto y desafortunadamente guapo, lo que no le da tanta credibilidad.
- De todas maneras yo manejaré. No tomaré el riesgo de ser detenida por un hombre alcoholizado. -
- Toma en cuenta que iremos en la patrulla. Nadie nos detendrá. Pero me gusta tu iniciativa, ¿Has manejado una patrulla antes? -

- ¿Puedo encender la sirena? - Harry y yo reímos montados sobre la patrulla. Hemos salido del restaurante y nos dirigimos a mi residencia.
- Enciendela bonita. - Eso hago con emoción.
Todos los autos se abren para nuestro paso. Reímos como niños y nos comunicamos sin tener que recurrir a las palabras. Intercambiamos risas y jugamos un poco con el volante y acelerador.
- Tienes una sonrisa hermosa ¿Te lo habían dicho? -
Quiero parecer que no me importan sus halagos y que estoy acostumbrada a ellos, pero mis mejillas sonrojadas me traicionan. No digo nada.
- Permíteme verte de nuevo. Pero no como un encuentro accidental. Sal conmigo. Prometo que no te arrepentirás. Me encargaré que así sea. Saldremos a dónde quieras y haremos lo que quieras. Podemos ir a un restaurante con cinco estrellas Michelin o podemos solo conducir la patrulla. Lo que tú decidas. - Veo en sus ojos incertidumbre. En todas las horas que hemos pasado juntos he visto burla, sensualidad, compasión y amistad, pero no inseguridad. Me gusta por fin poder ejercer un poder sobre él. No voy a desaprovechar una oportunidad. Sonrió lo más fanfarrona que puedo.
- Estaré libre en dos días, recógeme a las 7:00. Pero recuerda que yo vivo en aquella cabaña de atrás. -
- Estaré aquí por ti. Usa aquel vestido negro dentro de tu clóset. -
- ¿Cómo sabes que tengo un vestido negro? -
- Intuición. Debes tenerlo. Sería una tragedia que no fuera así. - Baja del automóvil y abre mi puerta. -Te veo más pronto de lo que imaginas bonita.-
Me besa peligrosamente cerca de la comisura del labio y regresa al piloto.
Me quedo observando su trayecto de salida con las mariposas y náuseas en mi sistema incontrolables.

Estoy despierta a las 10:00 PM frente a la computadora viendo algunos correos y mensajeando a mi familia.
No hay señales de ningún visitante de cuatro patas desde hace horas.
Desearía salir buscarlo pero no sé por dónde empezar; las veces que ha venido ha aparecido de la nada y se ha ido sin dejar rastro.
Los animales siguen sus propias reglas.
- Ya vendrá. -
Aseguro mis puertas con resignación, y me voy a la cama. Espero que esté bien en donde sea que esté.
Una visita nocturna habría sido agradable.

Bajo los Ojos de la Luna  •|ℋarry Styles|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora