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Era como la milésima vez en el día que Stiles sorprendía al mayor con besos delicados en distintas partes de su cuerpo.

Y Derek Hale no se quejaba.

En lo absoluto.

— Sti, mi vida, ¿qué hiciste?. —el menor se apartó de su cuello y lo vio sin entender—. Llevas todo el día mimoso, me das besos, me sonríes tiernamente, me abrazas, suspiras exageradamente cerca mío, ¿de qué va todo esto?.

— ¿Acaso no puedo ser amoroso con mi maravilloso prometido?. —inquirió el menor a lo que el moreno arqueó una de sus cejas—. Bien, solo quiero tu atención.

— Tesoro, tu siempre tienes mi atención.

— ¡Pero hoy no!. —chilló el castaño—. Llevas casi todo el día en la computadora y apenas me ves o me tocas, ¿ya no me amas?. —el ojiverde se preocupó al ver como los lindos ojitos de su bebé se nublaban de lágrimas.

— Muñeco no es eso, es solo que es una sorpresa para ti. —intentó abrazarlo pero el menor lo esquivó.

— ¡Sorpresa mis pelotas!. —el moreno abrió sus ojos de la impresión—. ¿Acaso me engañas Hale?, porque si lo haces déjame decirte que mi padre tiene un arma y tiene muchísimas balas de acónito que con gusto te mete una en la frente.

— Stiles, no te engaño.

— Que te crea tu madre Hale, pero yo no. —el menor se levantó enojado del sofá—. Me voy, no esperes despierto porque no regresaré. —el mayor se levantó rápidamente.

— ¿A dónde vas?.

— Donde Lydia, necesito una noche de chicas.

Stiles, ¿qué es Wattpad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora