4

20 8 0
                                    

Me adentro más y más a la cueva y me sorprendo de lo que veo, no es una simple cueva sino es su casa.

—Cierra la boca, este es mi hogar. Toma asiento, ahora te sirvo algo de comida —no me había percatado que tenía la boca abierta, la cierro al instante.

—Oh, muchas gracias. Solo necesito el bolso y me iré.

—Todo a su tiempo —tomó asiento en un pequeño sofá color negro, lo primero que veo es una cama y una mesa.

Me extiende un plato lleno de puré de algo verde (he de suponer que por aquí tiene un lugar para cultivar sus propia verdura fresca, incluso en el mercado negro esto vale demaciado dinero) lo pruebo y sabe realmente delicioso, solamente una vez probé verduras frescas como está, me doy cuenta de las lágrimas que comienzan a rodar sobre mis mejillas.

El chico atractivo parece percatarse ya que me mira con ternura, eso podría ayudarme ha que siga creyendo que soy indefensa e ingenua, aunque las lágrimas si son reales por comer esta delicia verde, lo que comemos aquí en Marte es un asco.

—Si quieres más lo puedes pedir. Solo me tienes que decir cómo has conseguido este bolso —mi expresión cambia al instante, de tierna he ingenua a seria y agresiva. Lo sabe, sabe lo que hay en el bolso.

Me levanto rápidamente, corro hacía donde ha dejado el bolso, es es más rápido y también corre hasta tomar el bolso, yo tomó el cuchillo con el que a mí me amenazó y lo señaló.

—Devuélveme el bolso, ahora —estoy furiosa, no debí confiar en el —me iré, solo devuelvelo, por favor y no terminarás con este cuchillo en tu rostro.

—Reconozco este bolso, lo reconocí desde que entraste a esa habitación — trata de quitarme el arma, yo soy más rápida esta vez y le cortó parte de la palma de su mano, veo como sangra en abundancia su mano, tomó una camisa que tiene en su mesa (claro, sin apartar el cuchillo de el) se la doy para que pueda parar el sangrado, el la toma. Siempre he dicho que hay que ser agradecidos con los que me han ayudado aunque no se si me haya ayudado o solo fue una trampa.

—¿Qué quieres, el bolso? No lo vas a tener —sigo apuntando hacia el.

—Sera mejor que bajes el cuchillo, no te haré daño, solo hablemos.

Tomó asiento en la silla de la mesa que tengo a lado mío, con el cuchillo en mano le hago señal para que tome asiento; el deja el bolso a lado suyo al igual que yo dejo el cuchillos a lado mío.

—Hablemos.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 28, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Morgan Grover. Viviendo En Marte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora