38. Una noche sin sueño

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El cuarto estaba sumido en la oscuridad y me había cubierto con las mantas hasta la nariz. Volví a tomar mi teléfono móvil para ver la hora, las 01:30 am y seguía sin poder cerrar los ojos a pesar de que lo que más quería era descansar.

Era la segunda noche en la cual no podía conciliar el sueño y ya comenzaba a preocuparme, bueno, en realidad era la preocupación la que no me dejaba dormir. En mi cabeza se seguía reproduciendo la discusión con Marco, al igual que una serie de teorías que no hacían más que desanimarme.

Cerré los ojos con fuerza y suspiré, buscando relajarme lo suficiente como para sumirme en el sueño. Por desgracia ese ejercicio no dio el resultado esperado y terminé irguiéndome y llevándome ambas manos a la cabeza. Necesitaba dormir, porque el día siguiente teníamos otro partido y debía estar despierto temprano.

-Mierda...- murmuré al darme cuenta de que en realidad el partido no me importaba.

Me quité las colchas del cuerpo y me levanté silenciosamente, no quería despertar al chico con el que me tocó compartir el cuarto y mucho menos responder preguntas innecesarias. Me vestí con la misma ropa que usé durante el día, me eché la capucha sobre la cabeza y salí de la habitación con mi teléfono en la mano.

Los pasillos del pequeño hotel estaban vacíos, siendo iluminados sólo por unas luces bajas y en completo silencio. Pasé por el cuarto de Matt y me detuve por un segundo, recordando las respuestas que intentó sonsacarme las horas posteriores al final del primer partido. Sabía que mi compañero no era tonto y no podía evitar pensar que se había dado cuenta que Marco y yo no estábamos hablando sólo de béisbol.

¿Pero de qué estábamos hablando exactamente?

Me quedó claro que no quería verme, no quería hablarme ni escucharme. ¿Pero por qué? Digo, sabía que no le había gustado enterarse de Alice, pero no recordaba haber terminado esa conversación en tan malos términos... sólo asumí que necesitaba un poco de espacio. El problema fue que al parecer ese espacio hizo que reconsiderara todo y decidiera que ya no me soportaba.

Volví a detenerme sobre mis pasos mientras me frotaba los ojos con los dedos y dejé escapar un largo suspiro, relajé mis hombros y continué andando. Sabía que la segunda planta del hotel estaba rodeada de balcones y que algunas secciones se mantenían iluminadas por faroles de luz amarilla.

Encontré las puertas de vidrio y madera que llevaban al exterior y las abrí cuidadosamente con tal de no emitir ruido. Me sorprendí al ver una figura apoyada en la baranda, observando hacia el bosque que rodeaba aquella zona y dándome la espalda.

Lo reconocí enseguida, pero me llevó varios segundos aceptar el hecho de que Marco realmente se encontraba allí. Era una coincidencia demasiado conveniente que me incitaba a cuestionarla, aunque decidí que lo vería desde la perspectiva de mi madre y simplemente asumí que el universo sí conspiraba de vez en cuando a nuestro favor.

Cerré las puertas del balcón con un suave clic y me quedé apoyado en ellas, no muy seguro de cómo aproximarme. Llevaba semanas queriendo tener aunque fueran unos minutos a solas con él, pero ahora que eso se había concretado no podía encontrar las palabras adecuadas.

-Hola.- dije en voz baja.

Su espalda se tensó y miró por sobre su hombro. Una sonrisa incrédula se formó poco a poco en su boca y se irguió para verme.

-Supongo que no soy el único que necesitaba un poco de aire.- comentó.

-No podía dormir.- admití yendo a apoyarme en la baranda junto a él.

Sus manos se aferraron a la madera de la barandilla, acompañados del constante tamborileo de sus dedos. Observé sus manos y la forma inquieta, pero contenida con la que se movían. Otra vez sentí un vacío en el estomago al pensar en todas las cosas equivocadas que se me podían escapar.

La Primera RupturaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora