13. Algo de malhumor

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-¿Qué te sucedió ahora?- preguntó Ben al verme.

Sus ojos delataban sorpresa y la forma en la que me escaneó de pies a cabeza con incredulidad fue suficiente para hacerme preguntar qué tan mal me veía. Había pasado casi un día desde el accidente con Alex y al parecer Dana no le había contado nada a nuestro amigo.

Yo tampoco lo había hecho, más que nada porque me pasé el resto del día en casa de Dana con su madre atendiéndome como si fuera a morir. No quise rechazar la buena voluntad de la mujer y terminé cenando con ellas y volviendo tarde a la residencia, y al llegar lo único que quería era echarme a dormir en mi cuarto.

En ese momento eran casi las once de la mañana de un día sábado y la verdad era que no me había mirado al espejo, en realidad, lo había estado evitando por completo. Ducharme había sido complicado, pero lo logré y no me había visto ni la punta del cabello. No es que fuera vanidoso y me doliera pensar en el deplorable estado de mi rostro, era que no quería pensar en nada relacionado a lo de ayer.

-Dana podría explicártelo con muchos más detalles...- mascullé.

No le di importancia a la forma en la que me miraba y fui directo a la nevera, saqué una caja de leche y la dejé sobre la mesa, luego busqué el cereal en los estantes y todo lo necesario para servirme un desayuno aburrido y corriente. Estaba dejando la cuchara junto a la caja de cereal cuando Ben me interceptó y me dio un suave empujón, alejándome de mi desayuno.

-Siéntate.- me ordenó apuntando una silla.

Rodé los ojos resignado, pues no tenía ni las más mínimas ganas de discutir, e hice lo que me dijo. Me senté y apoyé mi rostro en mi mano, arrepintiéndome enseguida al sentir un dolor punzante en la mandíbula.

-Mierda...- me quejé.

-No deberías comer esto.- dijo el volteándose hacia la nevera.-Gracias a la Sra. Mari tenemos gelatina de frambuesa y budín de chocolate.- indicó.

-Quiero cereal.-

-La comida blanda es la mejor opción los primeros días, confía en mí.- y dicho esto me sirvió un poco de budín.

-Te odio.- susurré.-Odio que no tomes en cuenta que estoy sensible y que me arrebates mi cereal.-

Ben se sentó frente a mi con mi plato de cereal y el muy desgraciado comenzó a echárselo a la boca sin siquiera inmutarse, ignorando mi comentario y a mí a propósito. Por esto agarré la cuchara y el plato de budín de chocolate de mala gana, luego me llevé un poco a la boca con el mismo humor y me enfadé más al comprobar que estaba maravilloso.

Ayer varias horas luego de que Alex se fuera, la impresión del momento se había ido por completo y mi humor había caído al suelo. No podía creer que alguien me había hecho esto, no podía entender qué se le había pasado por la cabeza e incluso me había echado la culpa a mi mismo por no concebir que alguien pudiera siquiera pensar en agredir a alguien más.

Era una rabia bastante conectada a mi frustración, pues todo parecía haberse confabulado en mi contra y me enviaba un nuevo asunto desagradable cada vez que doblaba una esquina.

-¿Estás bien?- me preguntó Ben, sacándome de mis pensamientos.

Solté la cuchara con más brusquedad de la que pretendí y enseguida sentí una ola de resentimiento recorrerme el cuerpo al darme cuenta de lo que había hecho con la estúpida cuchara, como si ese pequeño gesto fuera mucho peor de lo que era. En cosa de segundos recordé los primeros meses luego de que Alice me dejara, pues la forma en la que estaba actuando ahora era muy similar a aquella época.

La Primera RupturaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora