14. Compañeros en la tragedia

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Llevaba alrededor de quince minutos frente a un estante repleto de lapices de diversos tipos tratando de decidir qué comprarle a Dana. Esto era algo a lo que no estaba acostumbrado y poco a poco comenzaba a sentirme irritado por la ignorancia.

Todos los años era Maya, mi hermana, quien se encargaba de comprar regalos para Ben y Dana durante las vacaciones mientras paseábamos por los diferentes destinos turísticos a los que mamá nos llevaba. Generalmente gastábamos unos tres días visitando tiendas y armando un arsenal de regalos de cumpleaños y navidad para todos nuestros conocidos, bueno, ella los armaba por ambos.

El problema este año fue que no tuve ánimo de acompañarla y que ella se había negado a recorrer las tiendas por su cuenta, debido a esto los dos nos habíamos quedado sin regalos ni souvenirs. Obviamente para ella eso no era nada de lo que preocuparse, pero para mi era un asunto mucho más complejo.

Solté un largo suspiro y me froté el rostro con la mano, luego busqué en mi bolsillo el móvil que había comprado la semana anterior y marqué el número de mi hermana. El tono de espera sonó apenas dos segundos antes de que ella respondiera.

-Hola.- dijo con su usual tono calmado.-Que bueno que llamaste, te tengo noticias...-

-¿Ah, sí?- pregunté.

-Papá volvió a casa.- anunció.-Lo que quiere decir que perdí nuestra estúpida apuesta, pero encontré algunas lagunas legales que pueden liberarme de la deuda.- dijo.-Las revisaremos cuando vuelvas a casa y tendremos un debate.-

-¿Qué lagunas?- bufé.-La apuesta era clara, yo dije que volverían antes del final del primer semestre y tu que después...-

-Armaré un caso, prepárate.- anunció.

Rodé los ojos ante aquella idea, pero dejé de lado el tema para enterarme de más.

-¿Y cómo están las cosas?- quise saber.

Que papá volviera a casa no significaba necesariamente que él y mamá estuvieran felices y mirándose todo el día mientras se pedían disculpas por la forma en la que se habían comportado con el otro. Podía tratarse de una de esas reconciliaciones donde el ambiente continuaba tenso y ambas partes debían cooperar para que mejorara, todo era posible.

-Bien...- dijo pensativa.-Mamá aún se ve algo molesta y papá se ve cansado, pero no han discutido y, en realidad, tu sabes como es esto... volverán a la normalidad antes de que nos demos cuenta.- dijo despreocupada.

-Eso espero.- suspiré.

-No dejes que esto te afecte, no te preocupes por ellos ¿sí?-

-Sí, yo sólo...- no tenía idea de qué quería decir, así que guardé silencio, el cual se extendió por unos segundos.

-Derek, sabes que si no estás bien puedes volver a casa.- dijo Maya con suavidad.-Nadie va a enojarse contigo, podríamos hacer el papeleo para que suspendas el siguiente semestre...-

-No.- la interrumpí.-Todo está bien.-

-Siempre dices eso.- bufó.-No te creo nada.-

-No te llamé para hablar de esto.- dije ligeramente irritado.-Necesito tu consejo, Dana está de cumpleaños en unos días y no sé qué darle.- le conté cambiando de tema.

-¿Y quieres una asesoría telefónica?- preguntó.-¿Dónde estás?-

-En una librería y hay un estante lleno de lapices que no entiendo.-

La Primera RupturaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora