24. Ser cuidadoso

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Tan solo faltaba un día para el inicio de clases y estaba ocupado ordenando mi habitación. Había desarmado completamente la cama y cambiado las sabanas y los cobertores por unos más gruesos, pasé la aspiradora hasta por el techo y limpié los vidrios, quité las cortinas para lavarlas y en su lugar colgué una manta de forma provisoria.

Estaba algo cansado, pero aún tenía que reorganizar mi closet y ordenar todo lo que estaba guardado allí. Me sorprendía la cantidad de ropa que tenía, pero luego recordaba que la mayoría la habían comprado mamá o Maya, ellas podían hacer lo que quisieran de mi guardarropa mientras se limitaran a colores opacos. Ben decía que usaba demasiado negro, lo cual era absolutamente cierto, pues la única pinta de color en mi guardarropa era mi gorra de béisbol roja.

La busqué entre la caja en la cual ponía cosas viejas y la saqué, había pasado tiempo desde que la veía y estaba un poco arrugada. La observé por unos minutos, preguntándome si volvería al equipo o no, pero al cabo de un rato dejé pasar ese pensamiento y me la coloqué con la visera hacia atrás, como siempre.

Estaba lanzando un montón de ropa sobre la cama cuando alguien tocó mi puerta, proferí un distraído "Adelante" asumiendo que se trataba de Ben, pero me sorprendí cuando la puerta se abrió solo un poco y por ella se asomó Elías, uno de los chicos de la residencia.

A veces olvidaba que Ben y yo no eramos los únicos residentes, pero resultaba que los otros cinco chicos casi nunca estaban en casa. No sabía si se mantenían demasiado ocupados o si simplemente pasaban el rato en otro lugar, pero probablemente tenía que ver con que la mayoría de ellos tenía pareja o trabajos de medio tiempo. Ben y yo éramos los únicos solteros mantenidos por sus padres, lo que sonaba bastante humillante.

-Hola.- le dije extrañado.

-Derek, ¿qué haces?- preguntó mirando el desastre.

-Limpieza.- dije sin más.-¿Quieres que te ayude con algo?- quise saber y me acerqué a la puerta.

-No.- negó.-De hecho, hay alguien buscándote.- dijo y luego sonrió con complicidad.-Es una chica.- agregó.

No dije nada y simplemente salí de la habitación junto con él, Elías bajó primero las escaleras a paso rápido, y lo iba a seguir hasta que recordé que había al menos dos chicas que no tenía intenciones de ver.

-¡Espera!- lo llamé.-¿Quién?-

Elías se encogió de hombros y simplemente siguió su camino. Solté un suspiró irritado y me quedé de pie a mitad de la escalera, miré hacia el segundo piso y hacia el primero varias veces intentando convencerme de qué hacer. No quería tener problemas tan pronto, en realidad, no quería pasar por ninguna clase de momento tenso en lo que quedaba del año.

Pero eso sería imposible, pues sabía de facto que tendría al menos tres conversaciones complejas en las próximas semanas. Tenía que buscar a Victoria para hablar de lo sucedido con Jimmy, también necesitaba hablar con Marco, y Alice... cualquier charla con ella era de temer.

Pensé en Sara y en su consejo con respecto a la autoregulación emocional y al mindfulness, dos cosas que habíamos comenzado a trabajar en terapia. Me di ánimos a mi mismo rápidamente y bajé las escaleras a toda velocidad antes de arrepentirme. No vi a ninguna chica esperando por mi en la sala, por lo que fui a la cocina y Elías me apuntó hacia la calle.

-No quiso entrar, está esperando afuera.- me indicó.

Siguiendo el principio de decisión versus duda, le agradecí y simplemente salí por la puerta principal. Afuera el sol estaba en su punto alto, pero lo único que brindaba era luminosidad, pues el clima era completamente gélido y me arrepentí de no haberme abrigado un poco.

La Primera RupturaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora