6. La chica de la fiesta

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Como ese día mis clases comenzaban después de las doce de la tarde dejé a Ben en la Facultad de Medicina y fui a pasar el rato a su biblioteca. Por alguna razón, quizás por el prestigio que tenían las carreras médicas, su biblioteca era lo mejor que había en la universidad. Tenían un edificio fabuloso, los funcionarios más simpáticos y de buena disposición, las mesas más bonitas, las sillas más cómodas y los computadores más modernos.

Sus estantes estaban repletos de libros que no me servían para nada porque cubrían temas como anatomía y química, pero aún así era muy educativo pasearse entre ellos tomando uno que otro libro y echándole una mirada a sus páginas.

Principalmente observaba las figuras, porque en serio, mi cabeza nunca había logrado integrar la información que se desprendía de las ciencias exactas. Además, la sangre y los órganos me daban un poco de asco, por lo que renunciar a la maravillosa biblioteca era un sacrificio bastante fácil de pagar.

Me quité la mochila y me senté en el piso, rodeado de una pila de textos que vinculaban la salud con la cultura, por lo que pensé que podrían resultar interesantes. Abrí uno y comencé a leer una introducción al tema, donde se explicaban los conceptos de salud y enfermedad ligados a la sociedad en la cual se encontraban insertos.

Podía sentir que iba a ser un rato de ocio muy bien utilizado, pero de pronto percibí una presencia y obviamente tuve que alzar la vista. Estaba completamente solo entre dos estantes, así que resumí lo que estaba haciendo y continué leyendo.

-Hola.- escuché al cabo de dos minutos.

Todo mi cuerpo se estremeció ante la sorpresa, sin mencionar que haber sentido una presencia hace unos momentos hizo que el temblor fuera más intenso. Cerré el libro de golpe, perdiendo la pagina que leía, y miré hacia arriba. Me encontré con un par de ojos marrones observándome y rehuyéndome al mismo tiempo.

-Hola.- dije con la intención de ponerme de pie, pero la chica se sentó.

-No sé si recuerdas mi nombre.- dijo.-Es Victoria.- agregó.

-Lo recuerdo.- asentí.

Era imposible olvidar la causa indirecta de la fractura de mi brazo, o la chica que estaba saliendo con el tipo más bueno de toda la universidad. Pensar en eso solo hacía que quisiera evitar esta situación y simplemente irme, pero no podía hacerlo porque mi misión en la vida era no comportarme como un idiota más.

-¿Derek?- preguntó.

-Sí.- asentí y estiré mi mano, ella la tomó con demasiada suavidad y la estrechó por apenas tres segundos.

-¿Cómo está tu brazo?- quiso saber, apuntando mi yeso.

-Quebrado.- dije alzándolo.-Pero bien.- le aseguré, no quería hacerla sentir culpable a pesar de que era relativamente tan culpable como yo.

-Me alegro.-

Guardamos silencio y nos quedamos mirando por lo que pareció ser una eternidad hasta que se me ocurrió volver a tomar el libro, entonces ella le echó un vistazo y ambos pudimos usar nuestros ojos para otra cosa.

Sabía que encontrarme con ella iba a ser así, mi interior lo intuyó desde que recobré la consciencia la mañana del accidente. Había planeado buscarla para ocuparme de asuntos puramente sanitarios, pero ahora que la tenía al lado no sabía cómo preguntarle si habíamos usado los preservativos adecuadamente sin hacer este encuentro más incómodo. 

-Esta no es tu facultad ¿cierto?- preguntó de pronto.

-No.- contesté con simpleza.

-¿Estudias sociología?-

La Primera RupturaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora