Capítulo 4

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YoonGi escuchó los suaves ronquidos provenientes del cuerpo de Jungkook y sonrió satisfecho. No podía creer lo apasionado que era el joven, y para un hombre que había tenido un montón de novedades, Jungkook realmente se arrojó a su sexualidad con un entusiasmo que él admiraba.

 El cálido aliento de Jungkook sopló en contra de su cuello con cada exhalación, y apretó al hombre más cerca de él. Pronto, demasiado pronto, tendría que poner fin a este paraíso que había hecho para ellos mismos y llevar a su joven amante a su mayor recompensa. El alma de Jungkook era pura y dulce. A menudo él había llevado a otros antes que a él, haciéndole desinteresado y digno de su muy dulce porvenir. A lo largo de los años, fue testigo de que Jungkook, una y otra vez, consolaba a los demás, cuando era él mismo quien necesitaba consuelo.  

YoonGi pasó las manos suavemente hacia arriba y hacia abajo de nuevo sobre su amante. La piel del otro hombre era como la seda más fina hilada al roce de la punta de sus dedos. El joven murmuró algo y se acurrucó aún más cerca de su cuerpo. YoonGi envolvió sus brazos alrededor de él y suavemente abrazó a Jungkook con él.  

YoonGi extrañaba estar en compañía de un caliente y dispuesto amante, y de acuerdo con los otros que eran como él, ellos tenían el mismo problema. Esto era sólo otro inconveniente para su existencia.  

Él trató de calmar la sensación de remordimiento de la idea de dejar ir a Jungkook. Con los años, había desarrollado un respeto y admiración por el joven. Jungkook inculcó profundos sentimientos sin saber que serían posibles. La personalidad amorosa de Jungkook y la fuerza interior forjaron en secreto durante mucho tiempo algo que él sabía que nunca podría ser. No importaba lo mucho que le gustara y cuidara del hombre en sus brazos, Jungkook estaba destinado a ser recompensado por su tiempo en la tierra, no compartiría una existencia,oscura con él.

 Pero durante un par de días, el dulce hombre sería suyo. Cerró los ojos e imaginó a Jungkook de rodillas entre sus piernas marcándolo con la esencia de su vida. Eso hizo que su polla se despertara con interés.  

«Vamos grandullón» 

A pesar de lo que le dijo a su rebelde polla eso no iba a suceder en ese momento ya que sabía que su joven amante necesitaba dormir, no podía dejar de pensar en lo hermoso y posesivo que Jungkook le había mirado, como había afirmado a YoonGi como suyo.

 Aquí en este lugar solitario, Jungkook parecía como si el nunca hubiera estado enfermo. Su pelo color caoba se veía espectacular con el sol de la tarde, con sus destellos rojos y dorados enhebrándose a través de un profundo color marrón-rojizo. Brillaba con vitalidad y salud, a diferencia de antes, cuando colgaba inerte y sin vida alrededor de su cabeza. Su piel ahora mantenía un brillo dorado en vez de una demacrada palidez. Su cuerpo se veía como un corredor o nadador bien formado con sus largas líneas y músculos tonificados en lugar lo demacrado que parecía antes. 

 Aunque el cuerpo de Jungkook era algo a lo que los poetas deberían rendirle homenaje, era su hermosa sonrisa y sus hermosos ojos color chocolate los que sostenían su atención. Eran expresivos y le regaló todo lo que estaba sintiendo en ese momento. YoonGi, una vez escuchó a alguien decir que los ojos eran las ventanas del alma, y cuando se trataba de Jungkook, esa declaración era más que una pequeña verdad.  

Era un soplo de aire fresco para el alma cansada de YoonGi, y durante los próximos dos días Jungkook era toda suyo. Su risa, su forma de hacer el amor, su forma de hablar, y su goce... y YoonGi decidió que esto era exactamente lo que iba a hacer. Él no quería pensar en lo que se avecinaba, cuando su tiempo se acabara. Él iba a amar cada segundo con este especial hombre situado en sus brazos. Decidió que no se preocuparía por las graves consecuencias a su propio corazón egoísta guardaba, para pasar todo este tiempo con el pequeño hombre que sostenía. 

Besado por la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora