Capítulo 12

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No importaba cuánto Jungkook deseaba que el tiempo se ralentizara, pronto la luz del día se convirtió en la oscuridad y pudo ver a su amante cada vez más inquieto.

Habían pasado toda la tarde haciendo el amor, hablando, y acariciando cada momento que pasaron juntos. Pero, durante la última hora, Jungkook vio a su amante parecer ser tranquilo y solemne, como si una fatalidad inminente se cerniera sobre sus cabezas.

Y así fue.

Jungkook se mordió el labio inferior cuando su amante poco a poco se desprendió de los brazos de Jungkook para colocarse al lado de la cama. Una mirada perdida, triste se apoderó de su rostro como YoonGi lo miró con los ojos devastados.

«¡Oh Dios, el realmente me va a dejar!»

—Por favor, no hagas esto, Yoon. —Su voz sonaba herida y salvaje. Las lágrimas se deslizaron libremente de sus ojos y comenzó a llorar abiertamente, cuando de repente YoonGi, una vez más envuelto en una capa negra, que lo hacía lucir pálido y más duro que el amante de Jungkook lo acaba de acoger en sus brazos.

—Lo siento, mi amor. No podemos esperar más... tienes que venir conmigo. —La voz de YoonGi era más profunda de lo habitual, sus ojos negros y oscuros eran ilegibles.  

Jungkook negó con la cabeza. —¡No, yo no quiero ir allí, quiero estar contigo! —Incluso a sus propios oídos, su voz sonaba desesperada.

Una breve mirada de dolor cruzó el rostro de YoonGi, atravesando la emocional mascara que se había formado otra vez sobre él. —Dame tu mano, Jungkook. — La voz de YoonGi sonó tranquila y relajante.

—No, por favor... ¿no puedes ver que nos pertenecemos el uno al otro? —le rogó.

YoonGi cerró los ojos y respiró hondo. Cuando los abrió, sus ojos ardían de un rojo tan intenso que infundió miedo en el corazón de Jungkook. —No. ¡Tu perteneces a tus seres queridos, y no a una maldita Parca por toda la jodida eternidad! ¡Ahora, dame tu mano ¡maldita sea! — La voz de YoonGi sonó alta y enfadada haciendo temblar las paredes a su alrededor. 

Como Jungkook todavía se negaba a dar la mano a YoonGi, este se acercó y cogió la mano de Jungkook y suavemente lo sacó de la cama. —Es el momento, Jungkook. No lo puedes retrasar más con tus pequeños trucos. —Su voz y su rostro eran fríos, pero sus ojos al contener las lagrimas brillaban de un intenso color rojo.

«Él está tratando de asustarme»

Antes de que Jungkook pudiera parpadear, el dormitorio de la casa de la playa desapareció y ambos estaban rodeados por una hermosa luz brillante. Él apretó la mano sobre la de la Parca con firmeza y meneó la cabeza. A pesar de que la luz trató de llenarle con amor y calor, Jungkook deliberadamente empujaba a un lado esos sentimientos. En la distancia podía ver el rostro dulce de su abuela fallecida mirándole.  

A pesar de que Jungkook sabía que iba a estar rodeado de amor y familia, él no quería ir allí. Su corazón y su alma clamaban por estar con el oscuro y triste guardián junto a él en su lugar. ¿De que manera podría a convencer a su amante que pertenecían el uno al otro?

Acuérdate de las cosas que os habéis dicho y prometido el uno al otro. La voz de Némesis demandó en voz baja dentro de su mente.

Frenéticamente, Jungkook rápidamente comenzó a repensar todas las cosas que habían dicho el uno al otro antes de que la Parca lo llevara desde su lecho a la casa de la playa.

Recordó a YoonGi de pie a su lado mirándolo con sus insondables ojos oscuros.

De acuerdo, joven, voy a acceder a tu deseo, pero, presta atención a mi advertencia; Mientras que tu alma este conmigo, tu cuerpo va a entrar en coma y no vas a ser capaz de sobrevivir más de dos días. Al final de los dos días, tú deberás pasar al otro lado. ¿Trato? YoonGi le había dicho.

Jungkok recordó que le faltaba aire y estaba encantado de pasar tiempo con su amante ideal. De repente se le ocurrió exactamente cómo había accedido al acuerdo con YoonGi. Había hecho un ligero juego palabras y su amante no lo había cogido.

¡S-sí! Lo ha-haré si me lle-llevas con-contigo y me u--uno a t-ti en la otra vi-vida cuando mi vida mor-mortal se ac-acabe. Él había dicho.

Él sólo había accedido a unirse a su guardián en el más allá. Jungkook no había accedido a ir a esa hermosa luz que le rodeaba con amor.  

El único amor que Jungkook anhelaba estaba en los brazos del guardián que estaba a su lado en la actualidad agarrando su mano como si la vida de YoonGi dependiera de ello.

Se apartó de la belleza de la luz y miró en la profundidad de los ojos de su dulce amante. Ahora eran oscuros como la noche y brillaban al retener las lágrimas.

—Yo no estoy de acuerdo con esto, —dijo Jungkook con calma, sin dejar de mirar a su amante.

—¿De qué estás hablando? —La voz de YoonGi estaba ronca por la emoción.

—En mi lecho de muerte, tu me dijiste que después de que pasaran cuarenta y ocho horas de estar juntos, tendría que volver a la otra vida, —dijo Jungkook con cuidado mientras su corazón latía con fuerza contra su pecho—. Te dije que haría todo lo posible para ir y estar contigo en el más allá... y estuviste de acuerdo conmigo. Ese fue nuestro acuerdo, mi amor. Tú y yo por toda la eternidad.

YoonGi se lo quedó mirando durante un buen rato. Él parpadeó conteniendo las lágrimas y miró a Jungkook con una expresión nerviosa en su hermoso rostro. —Piensa en esto mi amor, —le intentó convencer, dándole a la mano de Jungkook un ligero apretón—. La vida conmigo no va a ser como lo que tu has soñado. No es como si fuéramos a tener una casa en los suburbios con un perro y un garaje para dos coches. Mi existencia es a menudo confusa y triste, te mereces algo mejor que eso.

—¿Sabes lo que me merezco, Yoon? Me merezco una vida contigo. Me lo prometiste, YoonGi. Mi corazón y mi alma te pertenecen. Todo lo que tenga que hacer para estar contigo valdrá la pena. Te amo. Tú me perteneces. —Jungkook lo miró sinceramente a sus ojos y se negó a ceder.

YoonGi le miró en silencio y luego un rayo de esperanza cruzó por su preciosa cara. —¿Estás seguro, Jungkook? —preguntó en voz baja.

—Sí. Nunca he estado más seguro de nada, Yoon. Ahora, ¿vas a cumplir tu promesa, o qué? —Jungkook frustrado quiso pisarle el pie. Él no iba a dejar a su Yoon, que se lo pensara.

—Te amo, Jungkook. Ven conmigo y vamos a experimentar una larga y feliz eternidad juntos, —dijo YoonGi. Su sonrisa era tan hermosa y feliz que hizo que al corazón de Jungkook le entraran ganas de cantar. 

Jungkook gritó, soltó la mano de YoonGi, y saltó a los brazos abiertos de su amante. Él besó toda la cara de su amante, diciéndole a su Yoon cuanto lo amaba. El gran hombre se aferró a Jungkook con fuerza y se echó a reír. Después YoonGi lo puso de nuevo ligeramente sobre sus pies, ellos se cogieron de las manos entrelazándolas y caminaron fuera de la luz. Mientras caminaban juntos hacia su destino, Jungkook estaba una vez más lleno de amor y luz, pero esta vez provenía de su guardián y su alma gemela.

Ellos estaban destinados a estar juntos.


Fin

Fin

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Besado por la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora