CAPÍTULO 13: LLEGADA

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"calle 12. Cuadra 32 con cruce en Shingún. Número 329 – Hospital Central General de Corea".

Decía la dirección que aquella joven le había dejado. Solo pudo leerlo y pensar si sería correcto ir a verla. Ya habían pasado unas semanas desde que Rei se marchó del pueblo para ir a la ciudad a trabajar en el hospital más importante de todo el país. Las visitas que ella le hacían eran menos frecuentes que antes, pero reconfortantes. Ella venía y le traía dulces variados. Y claro, eso incluía el helado. Para Saeran era hermoso tenerla ahí. Poder escucharla sobre sus guardias, pacientes y el hecho que los estudiantes menores en le pregrado dormían donde sean. Era una escala de depredación en cierto modo. Donde tenías más privilegios si eras más avanzado. Era claro que los médicos contratados por el hospital estaban en la escala más alta con lugares para dormir. En teoría. Pero un hospital nunca duerme. Que ella le reconocía que a veces dormía en lugares inimaginables. Saeran se preocupó y le dijo que no debía exigir su cuerpo. Le preocupaba esa joven. No entendía muy bien, pero ella era dulce, gentil con él. Aún sin saber su pasado. Estaba ahí, teniendo contemplaciones con él. Por eso, la última vez que vino, Rei le dio ese papel con la dirección exacta del hospital.

- "Si te animas, puedes ir a ver." -le había dicho.

Él no negó ni afirmó para esa invitación. No es que no quisiera, pero no sabía si debía hacerlo. Aún tenía muchas cosas en la cabeza. Desde su hermano hasta aquella joven. ¿Qué era de ellos? ¿Qué fue de... Rika? No sabía nada. Solo estaba ahí, en ese pueblo con una escoba en las manos. Dudando si ir a ver o no a aquella joven. Sabía que él se había comportado mal con mucha gente. Desde V hasta Isa. A él por culparlo de todo lo que le pasó, intentando hacerle daño al grado de drogarlo de esa manera horrible aquella vez. Pensar en eso le hacía no reconocerse. No saber quién era ese hombre que estaba de pie. V nunca intentó lastimarlo ni una vez, pero él si. Más aún cuando Isa lo escogió a él. Cuando entendió que esa joven se enamoró de él. Dolor sintió. Con lastima. Lastima por él, por se tan patético que necesitaba de esas drogas para no morir de la desesperación por el rechazo de ella. ¿Era amor lo que sintió por ella? No lo sabía. Ya no lo sabía. Pero solo la quería cerca. Tenerla para él. Y veía esos chats. Como ella estaba para él, cada segundo, cada minuto lo comprendía. ¿Qué tenía de especial V? Solo podía ver como ella le entregaba su amor y su odio con desesperación crecía más y más. Al grado que las drogas no eran suficiente. Pensó en matarla incluso. Pero no podía. Porque en ese pequeño lapso que estuvieron juntos, ella fue tan gentil, cortés con él. No le tuvo miedo, como Rei. Ambos no lo rechazaban y lo veían como un ser inferior. Por el contrario, siempre una mirada tan gentil, agradable.

- "Era claro que te ibas a enamorar de ella, V" -pensó.

Y lo sabía. En medio de ese caos y dolor de V, este se estaba enamorado de ella. Poco a poco. Veía como los sentimientos de la joven eran reconocidos por él. Eran... aceptados. Tonto, idiota, estorbo se sintió. Peor aún fue cuando su "Salvador" le dijo que era el fin de todo. Que Mint Eye debía acabar. ¿Por qué era así con ella? ¿Acaso no lo veía? ¿Ella tampoco lo quería cerca? ¿No veía que él no tenía a donde ir? Y aún así, aquella rubio no dio marcha atrás mientras paraba diciendo que le quitaron su sol. Pero ¿por eso ella tenía que quitarle todo a él? ¿él que hizo para ser tratado así? ¿nadie pensaba en él? ¿tan poco valía? ¿Dónde estaba Saeyoung?

Entonces lo supo. Su vida no tenía sentido. Ya todo había acabado para él. Todo. No tenía motivos para seguir con su vida ni había alguien que necesitara que él estuviera en ella. Solo se alegró que a todo este "fin", Isa no fuera arrojada. Que ella si logró escapar de todo esto. Que, de algún modo, V la cuidaría siempre. Lo sabia bien en el fondo, aunque doliese. Por ello, la llamó ese día. Su último día en la tierra. Quería dejarle algo en claro: Nada de esto es tu culpa. Por en el fondo, no podía odiarla. Ni él sabía quién era ni a donde iba. Pero esperaba que ella sea feliz, que siempre sonría como le sonrió a él. Su voz fue hermosa. Un hermoso recuerdo para dejar este mundo. Pensó que todo acabaría. Hasta que llegó aquel seguir y todo lo arrojó ahí. A donde estaba ahora. En la puerta de esa casa mientras barría la entrada y decidía si ir o no a visitar a aquella joven.

HASTA VOLVER A VERNOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora