CAPÍTULO 14: NO ESTAS SOLO

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- ¡Por favor! Abre la puerta.

- ¡Déjame en paz! ¡déjame tranquilo!

- Escúchame, no tienes que temer. Todo acabó, la espera, el dolor, todo. -le rogaba. - Ya... ya nunca estarás solo.

- ¿no lo ves? ¡mira quién soy! ¡un mostro! Yo... ¿cómo podría?

- Saeran, nada de esto fue tu culpa. Nada.

- ... -sentó y abrazó sus piernas entras agachaba la cabeza.

- Solo... déjame verte, no huiré, ni tú lo hagas.

Suplicaba a aquella puerta, pidiendo que aquel joven de la cicatriz en el rostro le abriera la puerta, que pudiera escucharlo, entenderlo. No esperaba que su encuentro se diera así. Una mezcla de sentimiento, pero en sus ojos lo vio: El miedo, dolor, pena, agobio. Toda una mezcla de sentimiento que no espero ver en esos ojos. Pero ante todo los sentimientos, vio en Saeran una pena. ¿Por qué? ¿Por lo que hizo? ¿Era eso? Quería llorar. V quería llorar, pero por él. Por pensar en cuantas cosas tuvo que vivir, pasar completamente solo y a merced de los caprichos de Rika. Quería arrodillarse y pedirle disculpas, jamás pensó que su encuentro sería tan brusco. Pero se dio.

Inicio del Flashback.

Habían pasado ya días des que aquel joven de cabellos blancos llegó al departamento de la joven estudiante de medicina. Eran matices distintos, desde las cortinas hasta el lavaplatos. Sí, para cualquier persona eso sería de lo más normal o capaz extraño que aquel chico se fije en eso, pero nadie había pasado por lo que él pasó. Nadie en su niñez vivió en una ratonera con su hermano. Con el piso lleno de costras por la suciedad. Con una cama que apestaba a orina de algún animal antes de que ellos la ocuparan, ventanas rotas que era un evidente enemigo cuando llegaba el invierno, esas telarañas que se resaltan más y más. Todo era más horrendo que lo anterior. Aunque, lo único bueno de ahí, era que tenía a su hermano. A Saeyoung. Sí, tener a su hermano mitigaba en gran forma su dolor, sus miedos. Porque el llegaba con un palo y limpiaba esas telarañas, barría un poco el polvo de esa habitación, intentaba tapar esos huecos de las ventanas. Su hermano era su superhéroe. El que lo cuidaba. Por eso dejó de mirar todo a su alrededor, hasta que él desapareció.

Y todo lo que ignoró apareció ante sus ojos y peor aún, se acrecentó. Se volvió más inmenso, no había nadie para él. Y se le agregaba su madre. Esa mujer que se desquitó con él a más no poder. Todo eso, todo era horrible. No había nada para él. Y cuando salió de ahí, creyó que capaz tendría una bonita cocina, con un pequeño jardín para poder ver las flores o capaz vivir cerca de algún parque. Algo así, y así fue. Por un tiempo. Rika le había dado esa ilusión, ese deseo que guardó en el fondo de su corazón. Pero, ¿a costa de qué? ¿De esa droga? ¿De sembrar un odio desmesurado por Saeyoung? ¿Eso era el precio que tenía que pagar por tener un hermoso jardín? ¿Por no tener sus ventanas rotas y tener una cama decente? La vida no quería dárselo de una mejor forma. Y parecía tan normal aceptar eso. Tan normal. Incluso, meter a una joven inocente de todo eso. Entre odios, muertes, adicciones, maltratos. Y aún así, ahí estaba él. En un bonito departamento, pequeño pero bonito. Con unos ventanales que permitían la entrada del sol, con esas cortinas blancas meneándose por el viento. Con un fregadero tan simple pero limpio. Con unos platos con cara de oso. Tan típico de Rei comprar cualquier cosa que veía de las tiendas. Pero le provocaba una calidez en el pecho. También tenía una mesita para comer con ella, un baño tan blanco impecable como el cielo, y más aún, una cama para él. Limpia. Con fragancia a flores. Sí, las flores que él tanto amaba. Incluso en el pueblo de pescadores de donde es Rei, ellos no lo trataron como un estorbo ni lo denigran. Al contrario, le dieron cariño, gentileza. Le dieron una habitación igual de bonita. El solo gesto lo dejaba sin palabras. Ver a la chica, ya sea en el pueblo o en ese pequeño departamento, correr de un lado a otro, preguntándole si le gustaba tal color de edredón o si consideraba muy simples las cortinas. ¿Cuándo alguien le preguntó eso? Solo fue una persona antes de ella. Su gemelo. Con sueños y promesas que no se pudieron cumplir. Pero lo sabía, no lo odiaba. Ambos tomaron las decisiones que creyeron mejor para ellos, en conjunto. Con amor u odio.

HASTA VOLVER A VERNOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora