CAPITULO TRES: PRIMERAS PINCELADAS

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La gente ve pasar los días, los meses, los años con tanta normalidad. Como si lo de hoy se repetirá el día del mañana. Pero no es así de simple, el día de hoy nunca será igual al del mañana. No tendrá el mismo significado. Ya sea bueno o malo, la esencia es distinta. Los cuerpos, las personas, los ambientes cambian. Como las flores de las estaciones. Nunca un capullo sería igual a un flor que recien extiende sus pétalos. Son etapas, procesos para se dan en un día diferente al anterior. Y esto ocurre con las personas. Tal vez no con la misma "rapidez" que las flores. Pero, ocurre. Dejas cosas atrás y sin que te des cuenta, agregas otras. Y ese era el caso de V. Habían pasado unos meses desde que dejó Corea. Desde que dejó a sus amigos, desde que dejó a Isa...

Sentía una presión en el pecho cuando pensaba en ella, en cómo es que de verdad la dejó ahí. Con ese temor de que otro venga y quiera ocupar el lugar por el cual él estaba en ese proceso de encontrarse. No quería, se negaba a que eso pasara. Además, ella se lo prometió. Le prometió que lo esperaría. Fue un arranque de su egoísmo pero quería asegurarse de que nadie vendría, que ella no tendría ojos para nadie más. Quería escucharlo de su propia boca que lo esperaría.

Miró por la ventana del departamento donde vivía, estaba nublado, había llovido en la noche, pequeñas gotas quedaban en su ventana, presagiándole que tenía que abrigarse más y comprar algunas cosas calientes para confortarse. Más aún con el pronóstico de que nevaría en Londres. Estos eran sus últimos días ahí, el doctor ya solo le recetó unas gotas para aplicarse cada cierto tiempo. Sus ojos, habían vuelto. Aquellos que su heredó de su madre. Esos hermosos ojos turquesa. Siempre se preguntó porqué era el único que tenía esos ojos y cabello así. Pero ahora, amaba eso. Era una prueba más del amor que su madre le tenía. Y era un orgullo para él ser parecido a ella. Si pudiera decirle algo, desearía decirle que por fin sus palabras tocaron su corazón. Por fin entendió a lo que se refería ella. Entendió ese amor incondicional que fue de darle la vida por segunda vez, cuando lo salvó de aquellas llamas. Se miró al espejo y sonrió, se sentía un poco como Zen, admirando su físico. Pero, sentía como estaba conectado con ella, como era la magia del amor maternal. Era cálido para esos fríos días.

Pero le vino el siguiente recuerdo: Rika. Así como su mamá era unas de sus razones para ser feliz y amarce ahora. Rika... ella era todo lo opuesto. No podía culparla, no podía culparla que ella nunca lo amó ni siquiera se amó a ella misma. No. Él no se amaba desde antes, pero... ninguno de los dos quiso conocer la soledad del otro, ninguno quiso escucharlo. Simplemente se cegaron ante el tipo ideal que proyectaban en el otro. Nunca intentaron ver a la persona que había detras del nombre de Rika o Jihyun. Por más que compartían la vida juntos. Por más que se presentaban ante otros como una hermosa pareja. No había nada de eso. Por más que sus cuerpos se entregaban al otro, ¿él nunca sintió ese vacío?¿nunca vió ese gran hueco que tenía en el pecho? Recordó que una vez leyó en un artículo de una universidad de Estados Unidos, con el título: "Falta de amor en el mundo". En donde se menciona que, hay gente que entrega su cuerpo, "hace el amor" pero solo es cuestión física. Cuestión de exitación del momento, pero su alma nunca la entregan, nunca se conecta. Y mucho menos hay esa verdadera fusión, incluso en matrimonios que tenían años. De ser uno solo, de entrega mutua. Pensó, en ese entonces, que era un tontería. Si entregas tu cuerpo a tu pareja, obviamente le entregas tu alma. No había sentido en ese artículo, no se trataba de sexo casual. Él sentía que si le entraba su alma en cada caricia, cada beso, cada unión de sus cuerpos. Pensó que también Rika lo sentía, que le daba más que su cuerpo, que lo amaba. Aquel artículo terminaba mencionando que solo son pocos los que tienen ese privilegio. Solo menos de la población mundial puede sentirse así. En una entrega máxima de amor, de un amor tan puro. Y que era normal con el tipo de familia que la sociedad está creando este tipo de situaciones. Tiró esa revista a la basura, era estupido en ese momento, parecía como si alguien le dijera algo que no quería ver, que dudara de sus sentimientos por la rubia. Y siguió con su vida. Pero ahora, se reía. El tonto era él. Porque podía enteder ahora a qué se refería ese artículo. Si bien el le entregaba su arte, su devoción hacía ella, su tiempo, su dinero pero nunca le entregó su corazón. Nunca pudo, la única persona en se entonces que lo había hecho estaba muerta. Y aparte de eso, sus ojos no veían a la verdadera Rika. Creyó con vivir juntos, aceptar que le lastimara los ojos al punto de casi quedar ciego, pasar las noches juntos entre besos y caricias era suficiente. Pero no. Y ahora lo comprendía.

HASTA VOLVER A VERNOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora