episodio 1:

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    Hace muchos años, sabios debatían entre que era el centro de vida de nuestro planeta. Unos decían que era el fuego, por que el sol mantenía la tierra cálida y habitable. Otros decían que era el aire pues sin el no tendríamos oxigeno que respirar. Unos decían que era la tierra pues sin ella ,no tendríamos una base donde caminar. Y el ganador y mi favorito fue uno que dijo :El agua, pues sin ella ,el suelo no daría alimentos , sin ella los peces no existirían, sin ella: los múltiples paisajes no estarían en pinturas, si ella los arboles y todo lo verde que decora a la tierra tampoco estaría. Sin agua no existiría el océano...

    Mientras que para el resto de las personas su mundo en un principio era un cuarto de cuatro paredes, para mi era el Océano. Nacida en el puerto de Acapulco ,en un pueblo donde las casas aun son de adove, las bodas aun son mas ancestrales y dedicadas tanto a Dios como a nuestros ante pasados. Los niños aun juegan y corren descalzos en el pueblo, donde nuestra piscina era el amplio y libre mar ,donde crecí mas en el agua que en la tierra. Mi madre decía que yo era una sirenita.

    Amaba nuestro ecosistema, los vecinos marinos que venian a vernos de vez en cuando, las tortugas que liberabamos cuando aún eran pequeñas agradecidas venían a visitarnos.

   Los platillos de mi abuela Jacinta, los peces que traía mi padre desde las costas.

El hogar perfecto, donde humanos y naturaleza convivían en paz. Los turistas aman nuestras playas ,pero tienen prohibido acercarse a nuestro hogar.

  

   O así era hasta hace un mes...

    Estaba en el mar corriendo junto a mis sobrinos. Huyendo de un turista americano al que le arrojamos una piedra pues el muy desgraciado tomo a una tortuga y el muy salvaje la tomo de una patita y se tomo una foto. Arrogante y creyéndose mas poderoso que ella.

     —¡come here! —nos gritaba en su idioma el tipo gordo y de gorro ridículo.

     —¡en la torre Nela! ¿No la habremos regado en hacerle eso al gringo? —me decía uno de ellos mientras corríamos con la pobre tortuga en una sabana que habíamos hecho camilla para llevarla al pueblo. Por que hasta eso, el muy idiota le lastimo su pata y su caparazón se quebró un poco cuando de la pedrada que le arrojamos ,la soltó sobre el concreto.

     —y eso no es nada ,si don luchó lo hubiera visto manda al pueblo a que lo linchen al infeliz ,por eso en su rancho casi no hay especies —decía corriendo con todos los niños. Lo único bueno de ese tipo es que estaba tan gordo y sin nada de condición física ,fue que termino por caer rendido en la arena mientras sudaba a chorros. Y nosotros como sin nada seguíamos nuestras carrera hacia casa.

      —Haber Tenoch, abre la reja tu que no estas cargando a la tortuga —le decía al mas pequeño de mis sobrinos ,y este se apresuro a abrirla como solo nosotros sabíamos.
Mientras consolaba a la herida tortuguita. —tranquila linda ,ya estas a salvo ahorita Gustavo te va a ayudar ,el es bueno con amigos como tú.
   

    —¿soy yo? ¿O su patita esta sangrando? —comentó Maya otra de las mas pequeñas.

    —¿porque lo dices? —cuestione extrañada.

   
    —porque de donde le estoy agarrando me lleno de sangre la mano  y mía no es —revise y efectivamente ,la pata herida estaba empeorando. Como si el tipo se la hubiera querido arrancar.

    —¡no puede ser! ,rápido Techoch se esta desangrando. —mis sobrinos y yo lo empezamos a presionar. Y al fin abrió , entonces a toda velocidad entramos buscando al veterinario del pueblo.

   Para nuestra suerte ,el día de hoy no tenia trabajo.

    —¡Gustavo! —lo llame y el enseguida salio de su consultorio.

El principe del océano en peligro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora