U N O

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—¡Cariño!, ¡ya es hora, tus amigos están aquí!

Genial, mi madre está gritando a todo pulmón aunque sabe que puedo escucharla perfectamente desde las escaleras. ¿Cuántas copas se habrá tomado ya?

Termino de abrochar el último botón de mi camisa. Uno más y parecería que voy vestido de sacerdote. Miro de reojo mi armario. No, no hay otra opción para esta noche. Es esta camisa a rayas o la polo amarilla que tanto odio. Pero es que nada le combina a este pantalón, que, obviamente debo usar o si no Joe me matará. ¡Qué bonito!

«Puedes hacerlo Dan», le digo a mi reflejo en el espejo de cuerpo completo que cuelga de la puerta. Les insistí demasiado a mis padres que me lo comparan. Y ahora que lo tengo, parece innecesario. ¿Para qué quiero ver hasta la bastilla de mis jeans? Debo dejar de hacerle tanto caso a Joe.

«Sólo serán unas cuantas horas», le vuelvo a decir a mi yo del espejo. Ojalá me tragara.

La sola idea de bajar a convivir con Rick y sus nuevos dos "amiguitos" que no dejan de coquetear entre ellos, me provoca náuseas. No sé ni por qué dejé que Joe los invitara. Últimamente dejo que Joe maneje mi vida.

Y luego está Sam. La chica tímida que no sabe cómo decirle a sus padres que le gustan las mujeres. Es agradable platicar con ella, sobretodo porque me hace sentir útil mientras la ayudo a ser ella misma. Pero a veces llega a ser agobiante que sólo hable de sus inseguridades.

Creo que puedo sobrevivir si me siento cerca de Keith, la hermana mayor de Joe. Es la única del grupo que es heterosexual y, aunque es una burlona, por alguna razón me he sentido de maravilla con ella cerca los últimos días. Espero que no se consiga un novio pronto, o si no me sentiré vacío cuando deje de platicar conmigo por estar con él. Suficiente he tenido que soportar al compartirla con sus horarios horribles de chica universitaria.

—¡Dan! —Escucho cómo mi madre vuelve a gritarme sacándome de mis cavilaciones.

—¡Ya voy! —le contesto de mala gana.

En fin, me pongo un poco de perfume y suspiro por enésima vez. Me espera una cálida cena de cumpleaños. Ya lo estoy viendo... Mi madre obligará a todos a que me canten las mañanitas, soplaré las velas, esperaré a que algún gracioso me empuje de cara al pastel e iré a buscar una toalla para limpiarme, mientras dejo a mi madre sola con ellos, haciendo que le confiesen sus planes para la universidad. Casi puedo ver la cara que hará cuando Rick le diga que quiere ser un vago sin estudios, pero luego sonreirá cuando mi inteligente novio le cuente sobre sus planes para ir a Columbia. Después se irá por otra botella de vino tinto y nos dejará solos en la sala mientras ve sus series de mujeres siendo frívolas. Ya en la sala, tranquilos, sé que cantaremos las canciones de Ariana Grande a todo volumen, comeremos pizza a reventar y pondremos una que otra película de terror pero luego la quitaremos al primer sobresalto que nos provoque. Terminaremos viendo alguna comedia romántica de Kate Hudson o Natalie Portman.

No me malinterpreten, no digo que esté mal. Quiero a mi amigos. Con todo mi corazón. Pero últimamente es siempre lo mismo. La misma rutina, los mismos dramas...

Les apuesto diez dólares a que en cuanto salga de mi cuarto, sucederá lo que me acabo de imaginar.

Tulipán. Él, yo... ¿Y ella?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora