O C H O

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Siento que me sudan las manos. Literalmente estoy empapando el volante. ¿Por qué me puse tan nervioso al escuchar la voz de Joe? No encuentro las palabras correctas y en un momento de adrenalina pura, le cuelgo. Sin decirle nada. Me va a matar, lo sé.

—Oye, por mí puedes hablar —dice Melissa con voz serena—, haré cómo si no escuchara.

—No te preocupes —le digo con la mirada fija al frente—, es que no me gusta hablar mientras conduzco. No me concentro.

—Oh no —dice mortificada—, entonces yo te he estado distrayendo todo el camino.

—¡No, no! Esto... es diferente —le digo con un intento de sonrisa.

—Vale —dice sin más.

Cuando llegamos a nuestra calle, me detengo por inercia del lado de la acera donde está mi casa.

—Gracias —dice Melissa con una mano lista para abrir la puerta—, mi casa es la de enfrente.

—Ah lo sé —Observo como me mira confundida. Ahora le debo parecer un stalker—. Quiero decir, sé que esa es la casa de Estela. Disculpa por deterneme del otro lado, es que esta es mi casa.

—¡Genial! —dice aplaudiendo—, entonces somos vecinos súper cercanos.

—Así parece.

Ambos nos bajamos del coche y veo cómo empieza a cruzar la calle.

—Oye —le digo antes de que llegue al otro lado—, si necesitas trasladarte a algún lado, no dudes en pedirmelo. Casi todo el día estoy en mi casa, así que es muy probable que me encuentres, a menos cuando voy al instituto. En ese caso también podría llevarte ahí... digo si es que vas al instituto...

—Eres muy amable Daniel —dice con una sonrisa de par en par. Afortunadamente me detuvo antes de que empezara a divagar más—, no voy al instituto, bueno no como estudiante... es una larga historia, pero quizá sí necesite pasarme por ahí... ¿Te busco el lunes para ver si puedes llevarme?

—Claro Melissa.

Se despide con la mano y emprende el camino nuevamente hacia la entrada a su casa. En cuanto abro la puerta de mi casa, me encuentro con algo totalmente inesperado.

—Cariño, que bueno que llegas —dice mi madre que está sentada en el sofá, al parecer está mucho más calmada—, mira quién vino a visitarte.

Al lado de mi madre, está Joe sentado, con los brazos cruzados y el ceño fruncido observandome de arriba a abajo.

—Hola Joe —le digo todavía mirando a mi madre.

No tengo el valor suficiente para verlo a los ojos después de que le acabo de colgar la llamada.

—Recibí tu llamada —digo tratando de romper el silencio que se ha hecho—, pero no pude contestar bien, venía dando vuelta en una curva y... De hecho pensaba en llamarte en este preciso momento.

Una sonrisa le empieza a brotar de los labios y su semblante se relaja poco a poco. Al parecer ha creído mi excusa de la maniobra complicada al volante, además ayuda mucho que haya entrado con el celular en la mano, me hace parecer que en realidad estaba apunto de marcarle.

—Bueno Joe —dice mi madre levantándose del sofá—, ha sido un placer hablar contigo mientras esperabas a Dan, pero supongo que ahora querrás hablar sólo con él —le dice guiñandole un ojo, luego se dirige hacia mí—, estaré en el jardín con tu padre, por si me necesitas.

—Está bien —le digo sin prestarle mucha atención.

En cuanto mi madre sale por la puerta de la cocina, ocupo su lugar en el sofá y me siento cerca de Joe. Me invade el alivio al ver que recarga su cabeza en mi hombro. Bien, todo parece indicar que no está tan molesto conmigo si todavía quiere hacer contacto físico.

Tulipán. Él, yo... ¿Y ella?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora