—¡Esto es una mierda! —exclama Rick elevando los brazos. Está de pie, caminando como león enjaulado delante de mí.
En cuánto la primera clase terminó, les mandé un mensaje a él y a Joe, diciéndoles que Sam estaba mal y que nos necesitaba, así que ahora aquí los tengo, a un lado mío, afuera del baño de mujeres, esperando a que Sam salga y deje de vomitar.
—¿Y ya le avisaste a esa tal Victoria? —pregunta Joe con los brazos cruzados.
Está muy cerca de mí, pero calculando una distancia considerable para no tocarme. Puedo sentir su hostilidad, sin embargo, con todo el alboroto de Sam, no ha tenido tiempo para echarme en cara nada acerca de las llamadas que le dejé de hacer ayer.
—No, ni siquiera la conozco, mucho menos tengo su número —contesto encogiéndome de hombros.
—¿Y estás seguro que está drogada? —La voz de Joe es cálida como siempre, sin embargo se siente como a kilómetros de distancia.
—No, no estoy seguro. Tal vez es simplemente una intoxicación por la comida —le digo mientras estiro el brazo, tratando de tocar su mano, pero él se aleja.
—Imagínate la de burlas que va a recibir —dice Rick negando con la cabeza—, no sé cómo lo va a poder soportar cuando esté... sobria.
—Nos tendrá a nosotras para ayudarla —digo tranquilo.
—Este mundo es una porquería para la tolerancia —dice Rick—, nadie debería tener que ayudar a alguien en ese sentido.
—El mundo es una porquería para todo —suelta Joe—, especialmente para el amor...
—Vale chicos —digo en un intento por cambiar de tema—, nos estamos ahogando en un vaso de agua, no nos adelantemos, tal vez nadie le dice nada.
Siento la mirada penetrante de los dos, diciéndome que soy un ingenuo.
De repente el móvil en mi bolsillo empieza a vibrar. Es un mensaje de Keith.
"No te metas a la universidad niño, es una trampa, ¡¡¡sácame de aquí!!!"
Sin pensarlo, una amplia sonrisa se dibuja en mi rostro. Luego, siento los ojos inquisidores de Joe. De pronto, tengo la necesidad de darle explicaciones.
—Es tu hermana —digo rápidamente—, al parecer ya está harta de la universidad.
—Debería de concentrarse en su clase y dejar el celular de lado —dice él poniendo los ojos en blanco.
—No seas tan duro Joe, dale un respiro de cálculo.
—¿Está tomando cálculo? Pensé que llevaría algo más avanzado.
—¿Más avanzado que cálculo? Oye tranquilo cerebro —le digo sonriendo para darle a entender que es una broma, pero él sigue con cara seria.
—No sé porqué no me había dicho que estaba tomando esa clase. En la noche hablaré con ella...
—Pues exactamente por eso no te cuenta nada Joe, pareces más que su padre.
—Ay Dan, es que no la conoces, le sueltas la rienda un poco y... Ni hablar. Parece que es más tu hermana que mía.
La puerta del baño se abre lentamente. Sam sale con una mano en su estómago y otra en la cabeza. Se ha quitado su sudadera y ahora sólo lleva una camiseta blanca pegada al cuerpo por tanto sudor.
—Estás hirviendo —le digo en cuanto la tomo del brazo para ayudarla a sentar—. Iré a la enfermería por algo para bajar la fiebre.
—No, no, Dan, no es necesario. Estoy bien. Victoria me llevará a casa.
Rick, Joe y yo, nos miramos con la misma cara de preocupación. Victoria nos empieza a dar mala espina.
—¿Segura? —le pregunta Joe.
—Sí. Tranquilos todo estará bien —dice mientras sonríe lentamente—. Chicos, son los mejores amigos que cualquier chica pudiera tener. Muchas gracias por preocuparse por mí.
—Nos tenemos que apoyar entre nosotros Sam. Además, es un placer ser tu amigo —dice Rick mientras se acerca a abrazarla.
Después un rato, Sam recibe una alerta en su móvil y se levanta deprisa.
—Victoria me espera en el estacionamiento, los veo después chicos. Los quiero.
—¡Espera! —le digo—, no corras o volverás a marearte, nosotros te acompañamos hasta su auto.
—No es necesario Dan —la voz de Sam suena ya mucho mejor, como si el sólo hecho de pensar en Victoria la aliviara. Se tambalea un poco pero vuelve a recuperar el equilibrio y se apresura hacia la salida.
—¡No olvides la carrera del miércoles! —grita Rick—, ¡puedes llevar a Victoria si quieres!
—¡Claro, ahí estaremos! —contesta ella también entre gritos.
Como buen entrenador, Rick nos preparaba para un maratón que habrá en la ciudad dentro de un mes, así que cada miércoles nos juntamos en la noche para correr por el vecindario. Es muy cansado, sobretodo cuando se pone como loco con la exigencia de la velocidad, pero en general me gusta. Y me gusta más el hecho de que pueda hacer de todo con mis amigos.
Estoy tan ensimismado en mis pensamientos que no me percaté de la silueta que se acercaba por detrás, hasta que siento unas manos alrededor de mis ojos.
—¡Te encontré! —la vocecita de Melissa es igual de alegre como siempre.
—¡Melissa! —exclamo. Por instinto, volteo a ver de reojo a Joe, quien tiene la mirada de crítico puesta en ella.
—¿Irás a una carrera? —pregunta ella.
—¡Eres una entrometida! —le digo bromeando—. ¿Ahora también escuchas las conversaciones de mis amigos?
—Un poco...
—¿No nos vas a presentar? —La voz de Joe interrumpe a la de Melissa.
Trago saliva y la piel se me pone de gallina. Siento algo extraño dentro de mí. ¿Por qué estoy tan nervioso?
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Tulipán. Él, yo... ¿Y ella?
Teen FictionDaniel (Dan) Hoffman, salió del closet a los 15 años. Abiertamente les dijo a todos que era gay. Aunque no todo fue color rosa, no salió tan mal como esperaba. Sus padres lo aceptaron, hizo nuevos amigos e incluso se consiguió el novio perfecto; Joe...