Libro de quejas

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El medigo gato de Sasuke.

Llegó a casa con las compras que Naruto se negó desde el principio a hacer, él le dijo algo así como "Tu gato no me quiere, tú te encargas de sus cosas", o bueno, eso fue lo que Sasuke entendió, porque la verdad es que Naruto se revolvió en su propia histeria al segundo día luego de adoptar a Kuro. El rubio y el gato no se llevaron bien, y hasta el momento siguen igual, se mantienen tan alejados como les es posible y si se acercan resuenan los maullidos y los alaridos de Naruto.

Y pregúntenle a Sasuke si le afecta esa enemistad.

¡Para nada! Él muy bien, gracias. A Kuro le gusta estar con él, a Naruto le gusta estar con él, todo bien mientras no estén los tres juntos.

Dejó las bolsas con la comida de su gato sobre la mesa, se le hizo raro que el peludito bicolor no estuviera merodeando cerca de la puerta, o echado sobre una de las sillas de la cocina. Y más raro aun, Naruto tampoco estaba cerca. El silencio empieza a ponerlo incómodo y lo primero que se le viene a la mente es que el tarado intolerante de su esposo raptó al gato y salió botarlo por ahí... pero no, no es posible, Naruto no sería capaz de hacerle eso, por muy insoportable que se ponga.

Empezó a llamar a Kuro, esperando ansioso a que salga de cualquier sitio y le ayude a despejar esa paranoia insana que crece con cada puerta que abre sin tener señales de la bola de pelos, ni del peludo de Naruto.

¡Nada! Ni gato, ni hombre. Iba a buscar su celular en la cocina cuando notó al fin una hoja de papel tirada en el piso, a cierta distancia de la puerta del sótano, la recogió sin ponerle mucha atención a la pregunta de por qué estaba ahí tirada, cuando empezó a leerla se olvidó de lo que andaba haciendo. Regresó a la cocina, pero solo a acomodarse en uno de los taburetes del desayunador.

No le prestó atención al hecho de que la hoja era vieja, olía a rincón y tenía algunas manchas de humedad, sin mencionar que en vez de blanca, ya pintaba en amarillo.

Te juro que no odio a los gatos, en serio, no los odio... pero el tuyo es un desgraciado acaparador de amor, por eso me cae mal tu pinche gato, Sasuke.

Tan solo la primera línea le hizo sonreír, como si estuviera leyendo una vieja carta de amor de la secundaria.

Vamos a hacer cuentas... desde que trajiste a ese soltador de pelos mi zapatos amanecen orinados, mi almohada siempre tiene pelos, mi lado del sillón tiene un rasguño más cada día, mi ropa está deshilachada, y apuesto a que ese jodido animal se sienta en mi plato antes de que la comida sea servida... si me entero de que lo dejas hacer eso me inventaré un nuevo ingrediente para el ramen, Sasuke, de veras que lo haré.

Se rio inevitablemente, la paranoia de Naruto desde que el gato se manifestó en su contra ha crecido de forma aterradora, a tal punto, que se cree sus propias alucinaciones... o puede ser que el pelo de Kuro tenga algún efecto alucinógeno en su esposo... eso sería muy raro, pero de Naruto puede esperar cualquier cosa y sorprenderse siempre.

Ahora contemos el daño físico... tengo los dedos de los pies mordisqueados, las orejas igual, la nariz ¡Toda mi maldita cara! está cubierta de arañazos en este momento, mis brazos tienen mordidas y arañazos... ese animal deja más marcas que tú. Controla a esa bestia, carajo, me comerá algún día... si me vuelves a dejar solo con él, cuando regreses solo encontrarás a uno con vida, y te aseguro que voy a dar pelea, o me lo como, o me come.

Por cierto, no es como si me dejara joder todo el tiempo, quiero que sepas que aquella vez que su cola se fracturó, aunque sí fue un accidente la primera vez, las siguientes cuatro lo hice apropósito... no me mates, es un trato justo, él me daña, yo lo daño, estamos a mano.

Cortos NaruSasu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora