Caricias de insomnio II

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Entre recuerdos perdidos

El sol anunció el día con sus débiles rayos de luz mañanera escurriéndose lentamente entre el cristal opacado por una delgada manta de polvo, avanzando a paso de tortuga sobre la cama, hasta cubrir con su calidez a los dos que despiertos ya, buscaban en la mirada del otro una respuesta para tantas preguntas.

Sasuke abandonó el lecho primero, confuso, intrigado y aun con sueño. Naruto lo observa dar varios pasos con la vista fija en el piso, en silencio, sabe lo que Sasuke se está preguntando, y también sabe que no va a preguntarle a él directamente. Por el momento es un desconocido, un desconocido con el cual acaba de dormir con mucha comodidad, un desconocido al que le estuvo llorando a frías horas de la madrugada, un desconocido con el que su hermano lo ha dejado. Un desconocido ahora, donde en el pasado no lo fue.

Se levantó con pereza, de inmediato Sasuke se puso a la defensiva retrocediendo un par de pasos, para luego calmarse por sí solo al verlo y reconocer en él al chico que en las fotos le hizo sonreír.

—Tenemos que irnos, Sasuke.

—¿Dónde está Itachi?— preguntó por instinto, aterrado de la posibilidad de encontrarse abandonado por su propio hermano, mas aterrado aun al saberse inútil de hacer algo por sí mismo.

Naruto supo que Itachi no se tomó la molestia de decirle a Sasuke que debía ir con él. Por supuesto, su cuñado siempre le ha hecho difíciles las cosas.

—¿Puedes confiar en mí?— le tendió su mano, Sasuke observó cauteloso esa mano —Ven conmigo— se acercó, Sasuke no retrocedió y ese simple hecho le hizo sonreír —Vamos, quiero mostrarte nuestra vida.

Se supone que ese es el hombre por el cual dejó a su familia atrás, Itachi eso le dijo. No recuerda nada, es normal su desconfianza. Pero ese impulso que lo hace tomar su mano es demasiado reconfortante y familiar.

—Si esto es un secuestro, te denunciaré.

—No te dejaré ir, pero tampoco es un secuestro.

Espera no estarse equivocando a dejarse llevar por él.

***

Un loft de apartamentos pintado en un exótico rojo ladrillo fue la parada de aquella moto. Una localidad en los suburbios, no muy ruidosa, no muy silenciosa, un inquietante balance entre ambas características. Le inquieta porque el lugar no le desagrada, sería una de sus elecciones si tuviera que elegir donde vivir.

Atrajeron miradas, o talvez solo fue él, Naruto es quien vive ahí, las personas lo conocen, y no es de extrañar que se les queden viendo, Sasuke con su pantalón de algodón, el suéter de lana y su cabello despeinado por usar el casco de la moto, no es precisamente muy discreto para el ambiente matutino que dejan las personas que cruzan por ahí con sus ropas de trabajo.

Siete pisos, o tal vez más, no se dedicó a contarlos. Ahora solo sabe que vivió ahí, en el departamento 37 del quinto piso, puerta azul con su respectivo número, cuando Naruto se lo dijo, fue como haber sobrescrito una línea en un cuaderno usado.

La sala se mantiene ventilada gracias al balcón, fue de inmediato hacia ahí, miró hacia abajo, en diagonal, justo en frente, el restaurante de donde supo lo observaban cuando llegaron. Se siente un visitante demasiado confiado.

—Pasabas las tardes libres ahí, tomando un extraño licuado de papaya y fresas— hizo cara de asco al decirlo. Sasuke ni preguntó, se nota que a Naruto no le gusta dicho licuado —No me gusta la papaya— le aclaró sonriendo, abrumándolo al saberse descubierto —Itachi vendrá en unas horas. Traerá tus cosas... entenderé si quieres irte con él— de pronto se abatió y no quiso mostrarle el resto de lo que alguna vez fue el hogar de ambos —Disculpa...— lo dejó ahí, sin darle tiempo a preguntar algo, talvez fue grosero, pero no podía quedarse mirando los restos del que una vez fue el chico que lo volvía loco en más de un sentido.

Cortos NaruSasu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora