Enseñanzas abstractas

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¿Recuerdan Mr. Delincuente?

Saludos a RubiSalvatore, por cierto.

Les presento la precuela.

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Sasuke sabe que Itachi le ofreció prestarle el auto solo para deshacerse de él. No es que sea un mal hermano, él claramente le dijo sin pretextos que quería unas horas a solas con Shisui, al menos solo por hoy, y que el resto de las vacaciones las pasarían los tres juntos como le prometieron a sus padres.

Pues bien, Sasuke no encontró motivos de peso para decirle que no cuando ya le ofrecía las llaves de ese hermoso BMW de lujo. Un capricho que sus padres le complacieron a Itachi en su último año de universidad.

Bueno, fue una buena oportunidad para comprobar sin supervisión de un adulto si las clases de manejo que le pagaron sirvieron de algo.

Y pues... si sirvieron, aprendió a manejar... pero en las clases no le enseñaron a ubicarse entre calles y avenidas, y para los que creían que un Uchiha está exento de cometer errores, aquí está la prueba de que sí pueden meter la pata.

Sasuke está perdido en una parte de la ciudad que no conoce.

Él culpa al tránsito por su falta de atención a lo que iba dejando atrás, no va admitir que desde que se metió en un embotellamiento estuvo perdido, y no fue hasta que se liberó de la enorme cola que se dio cuenta de que no sabía dónde andaba, solo porque las calles estaban llenas de baches y porque la circulación de vehículos costosos era prácticamente nula, fue hasta entonces que reparó en los edificios no tan altos, en las tiendas pequeñas y con gente gritando piropos para llamar la atención de los clientes.

Empezó a frustrarse luego de un par de minutos sacudiéndose involuntariamente por tanto cráter en la carretera y aun sin encontrar como salir de ese distrito con poca clase. Ya hasta le empezaba a preocupar los silbidos de la gente al ver el lujoso auto que se paseaba por sus malhechas calles.

Maldijo a su hermano por quitar el sistema GPS del auto, así menos conseguiría ubicarse, y sacar la cabeza por la ventana para preguntar no es una opción. No quiere que lo saquen de un jalón y se roben el carro dejándolo ahí tirado.

Intentó ubicarse con su celular, pero por su descuido casi atropella a un perro. Esquivar al animal de golpe la pasó factura, un idiota en bicicleta se estrelló contra el capó y por no llevárselo entre las llantas fue a estrellarse contra un poste de alumbrado público con resistencia dudosa.

—No puede ser— el celular se le escapó de los dedos. Ni el shock de la sacudida por el choque le impidió salir del auto con expresión aterrada, rodeó el vehículo observando todo el frente destruido y la cantidad exagerada de humo que empezó a salir del motor. Ya no hacen los autos como antes —Estoy en problemas— se agarró la cabeza con ambas manos pensando en cómo explicar eso.

Su hermano probablemente no se enoje tanto, pero sus padres querrán una explicación no irresponsable para ese desastre.

Al otro lado escuchó las quejas de su víctima no deseada, no le prestó mayor atención hasta que escuchó el vocabulario tan vulgar y soez de aquel sujeto.

—¡Maldito imbécil!— pateó con furia una de las puertas del auto.

—¡Oye!— se detuvo al fijarse en las fachas de aquel muchacho, castaño con dos triángulos tatuados en la cara, una expresión de perro rabioso que asusta. Se quedó en su lugar desbordando desconfianza hacia aquel tipo que probablemente sea de su misma edad, no es que le tenga miedo, pero tampoco es tan idiota como para acercarse a alguien que podría sacar una navaja en cualquier momento y joderlo fácilmente sin sentir remordimiento.

Cortos NaruSasu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora