VIII: Impulsos pt. 1

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Lamento la tardanza, y también que este capítulo sea algo corto comparado con el anterior :'c
¡Disfruten! uwu
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Tsukishima Kei podía jurarlo. Podía recitarlo, declamarlo, argumentarlo y meter las manos al fuego por eso.
Y aunque pudiera hacer todas esas cosas, nadie le creería. Ni siquiera él mismo.
Es en esos momentos pequeños donde una decisión te aplaste por completo. Una decisión grande que se va en segundos.
Kei se sentía miserable por estar buscando a Hinata en cualquier parte, creía verlo en los pasillos, en el volleyball, junto a él. No podía soltar ese recuerdo que todavía lo quemaba.
Hinata seguía consumiéndolo vivo, y Kei no podía pedirle que parara porque Hinata ni siquiera lo intentaba.
Ahí, en su habitación universitaria era el momento de realizar a un sueño al que temía o quedarse vacío toda la vida.
Sobre la sábana se hallaba un póster sobre información para solicitar hacer un intercambio.
La pregunta aquí es: ¿Por qué estaba tan interesado en un intercambio si la universidad en la que estaba era de élite? Fácil, porque había leído "Prefectura de Miyagi" por accidente. Sus ojos estaban acostumbrados a posarse en todo lo que para él gritara Hinata, y joder, dolía.
Miyagi le llevaba una nostalgia amarga a la boca y se llevó las manos a la cabeza.
Jamás se había dejado llevar por los impulsos, y no estaba seguro si este era el momento correcto para hacerlo.
No sabía nada de Hinata después de graduarse, y le aterraba llegar a una ciudad en la que Hinata era más que un nombre que acarreaba la brisa.
Si corazón se estrellaba contra sus costillas, palpitando dolorosamente.
Vio el póster una vez más. Frunció el ceño y lo arrugó.
¡Ni siquiera sabía si Hinata estaba en Miyagi! ¿En qué carajos estaba pensando?
Soltó un gruñido de frustración mientras decidía si tirarlo o no.
Si lo tiraba se desharía de una (hipotéticamente) gran oportunidad de volver a ver a Hinata y arreglar las cosas... ¿Y si no lo tiraba? ¿Qué seguía después?
Se mudaría a Miyagi por unos semestres en una universidad enorme, con la esperanza de encontrar a alguien que había dejado muy en claro no querer volver a verlo.
¿Por qué lo intentaba si quiera?
Kei no sabía lo que sentía, tampoco.
¿Qué era Hinata Shōyō para él?
Un nombre, nostalgia, felicidad, nervios, ansiedad, tristeza, lágrimas.... Amor y un impulso.
Miró el papel arrugado en su manos izquierda y lo lanzó sobre la cama, desesperado y cayendo en un pozo oscuro de vacío.
Se recostó sobre la cama y se quitó los lentes. Soltó un suspiró de decepción.
Kei era todo un fracaso.
¿Así es cómo iban a terminar las cosas?
Al menos hubiera querido ver el rostro de Hinata una vez más, poder decirle que lo sentía, que lo amaba.
Pero eso era ser demasiado optimista.
¿En qué demonios se había convertido?
¿Por qué ahora le dolía tanto la distancia que lo separaba de Hinata?
Sus dedos jamás podrían alcanzarlo, Kei estaba condenado a caminar un paso atrás de Hinata.
.
.
.
Su celular comenzó a vibrar. Decidió ignorarlo. No tenía ánimos para ir a una práctica donde lo más seguro era recibir otro golpe en la nariz.
La vibración se tornó más insistente y molesta. Sin ponerse los lentes contestó la llamada:
— Mira, no estoy de...
¿Kei? — Los ojos de Kei se abrieron. La otra voz estaba quebrada, desconsolada, y absolutamente reconocible... ¿Acaso era...?
— ¿Hinata?

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