II: pastel de fresas.

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Dos personas se sentaron en un parque, una ansiosa, corta y nerviosa. Otra, aburrida, larga e indiferente. Con las manos temblorosas, la más corta tomó el brazo de la larga. La larga sólo miró el espectáculo de ansiedad que era su acompañante. Pero no dijo nada.
— Ahora que somos... P-p-p...
— No sabía que estas cosas te ponían así...
— ¡Estoy nervioso! Jamás había tenido un novio... o pareja en general...
— Es comprensible si hablamos de ti...
— ¡Hey! ¿¡No se supone que deberías ser más amable!? ¡Eres mi novio!
— Soy tu novio, sí, pero eso no significa que deje de molestarte — La figura más larga hizo una sonrisa triunfante al ver a la más pequeña soltar sonidos de frustración. Sin embargo, la expresión no le duró mucho cuando la figura pequeña le dio un beso suave y corto, más una caja.
— El pastel de fresas te gusta... Así que decidí hacer un poco...
— Apuesto a que tratas de envenenarme.- volvió a la sonrisa triunfal y maliciosa de la figura larga.
— ¡Jamás haría eso! Solo quería hacer algo lindo... — La figura pequeña se quedó callada cuando la larga le devolvió el beso.
— Gracias, lo disfrutaré.
— Más te vale.

¡Hinata! ¡Hinata, reacciona! — Fujioka le dio unas pequeñas palmadas en las mejillas y Hinata abrió los ojos de poco en poco.
— ... ¿Qué...?
— Te volviste a desmayar. Hinata si sigues así no te dejaré ir a la práctica de hoy ¿Estás comiendo bien? ¿Te duele algo? - "El corazón tal vez", pensó Hinata. Negó con la cabeza y su amigo soltó un suspiro.
— ¡Estoy bien! — Hinata señaló con sus dedos índices su sonrisa para indicarle que no pasaba nada.
— Hoy te acompañaré a casa, no puedo dejar que te descuides. Eres nuestro mejor jugador, después de todo. — Fujioka le revolvió el cabello suavemente a Hinata y le sonrió.
"... Hoy te acompañaré a casa..."
La enfermera le indicó a Hinata que se hidratara y comiera bien en el almuerzo para evitar estos incidentes.
— Debes cuidarte si quieres ser un deportista.— Hinata sabía que no lo decía con veneno, pero sintió un escalofrío por los secretos que solo él sabía.
Dio gracias, se inclinó, tomó sus cosas y salió de la enfermería. Al tomar su teléfono buscó el chat de Fujioka. El cual no era bastante difícil de encontrar porque era el primero en aparecer y casi el único.
Hinata se llevó una mano al cabello. Le dolía la cabeza y tenía ganas de gritar y llorar hasta que él saliera de su mente.
Fujioka no tardó en encontrarlo y fueron a su siguiente clase juntos.
— Hinata, no creo que debas ir a la práctica de hoy.
— Fujioka, estoy bien. Una práctica no me va a matar. — Honestamente, Hinata solía entrenar hasta que vomitaba.
— Bien, bien. Pero si veo que te sobrepasas no dudaré en sacarte de la práctica. — Hinata asintió y dio un salto. — ¿Oye eso que suena no es tu celular?
Hinata revisó su teléfono y colgó. No hacía falta ver el número. La persona detrás de ese teléfono no tenía nada más que decirle.
— ¿Quién era? — Hinata abrió sus ojos con sorpresa, y su boca tembló un momento.
Ya había sido suficiente. No importaba si seguía llorando todas las noches. Hinata no sería abandonado otra vez.
— Un número desconocido.

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