IX: Impulsos pt.2

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¡Lamento muchísimo la demora! Sufrí un leve bloqueo y no sabía cómo continuar este capítulo, pero bueno, ya estamos aquí ^^
(Este capítulo también es algo corto y me disculpo por eso ;;)
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Lo sabía. Esa era la voz que lo atormentaba en su mente, lo dejaba sin respiración y pidiendo otra oportunidad.
Esa vocecita estaba a punto de romperse en la otra línea y Kei no sabía por qué.
¿Pero, por qué ahora? ¿Por qué ahora que Kei estaba vuelto pedazos? ¿Por qué ahora que había decidido no volver a Miyagi y atormentarse más?
Tsukishima Kei había decidido que al universo le divertía joderlo cada vez más.
No podía hablar, y si pudiera ¿Qué podría decirle? "¿Te extrañé?", "¿Por favor no te vayas?"
Agitado, suspiró. Las lágrimas iban a quemar sus ojos, pero no habló. Todo esto le había dolido demasiado y Hinata caminaba tranquilamente por la  desesperación de Kei. Se había ido, y regresaba llorando.
Kei no podía con esto, si escuchaba la voz de Hinata una vez más se rompería en su cuarto, moriría sumergido en angustia y lágrimas.
— Hinata ¿Eres tú? — Kei preguntó con temor en su garganta. Temía que esa voz desapareciera, que sus oídos repitieran una de las memorias más preciadas para Kei.
—...— La otra línea murmuró algo ininteligible, algo que hizo que el corazón de Kei se acelerara.
— ¿Hinata? — No había respuesta.
— ¿Hinata?... ¡Shōyō!— No había respuesta, solo había sollozos y palabras que Kei no podía comprender, oraciones que intentaba capturar pero que se deslizaban entre su tímpano y decían nada.
— ¿Hinata? — Había colgado. No estaba. Se fue, desvaneció.
Kei permaneció en silencio ¿Eso había sido bueno o malo? ¿Por qué Hinata había reaparecido y se había ido con tanta facilidad? ¿Por qué ahora?
Apresurado, se colocó los lentes devuelta y tomó el póster que había rechazado momentos antes.
Miyagi... Karasuno... Hinata, todo se mezclaba y se confundía entre las memorias de Kei, pero al fin y al cabo ¿no eran lo mismo?
Ahí estaba una oportunidad, un salto. Un impulso.
.
.
.
Kei nunca había sido bueno con los impulsos.
Mientras esa ardiente cuerda lo jalaba, él solía correr hacia atrás.
Pero esa cuerda lo había envuelto y lo arrastraba por una corriente de impulsos que lo hacía tropezar.
No sabía hacia dónde volver.
Kei pensaba en Hinata, porque Hinata era su impulso.

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