CAPÍTULO DIEZ

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El visillo blanco de la ventana baila al son de una suave corriente de aire que ingresa de forma repentina a mi habitación, la cual se encuentra sutilmente iluminada por los últimos rayos de sol que tiñen el cielo de un tranquilizador color anaranjado. Tanto mi cuarto como el resto del departamento se encuentran sumidos en un profundo mutismo que es perturbado, solamente, por mis sollozos que no han querido cesar desde que me encerré en mi dormitorio tras discutir con JaeBeom, quien, al parecer, se ha largado a otro lado. Y no lo culpo, porque yo también lo habría hecho si fuera él.

Tomo una profunda respiración y abrazo mis piernas con más potencia para seguido, apoyar mi cabeza sobre mis brazos mientras cierro los ojos por un momento. Percibo cómo las lágrimas se deslizan por mis mejillas, sin dar la menor señal de querer detenerse hasta llevarse consigo el desagradable dolor que se ha instalado en mi pecho desde la disputa con mi padre.

— Y ahora... ¿Qué diablos vas a hacer, Bomi? — me pregunto en un bisbiseo ahogado, sollozando otra vez al ver que el camino hacia mis sueños ha sido bloqueado por una gigantesca piedra que mi progenitor se ha encargado de poner sin ningún tipo de compasión.

"Tómalo como... Una pequeña devolución de todo el dinero que he invertido en ti desde que te sacamos de ese orfanatorio..." Sus venenosas palabras acompañadas de su fría expresión, se repiten en mi cabeza vívidamente, empujando más adentro la daga que él mismo se encargó de incrustar en mi pecho con sus actos insensibles y carentes de cariño.

La puerta de mi cuarto es golpeada con suavidad dos veces seguidas, consiguiendo llamar mi atención y asustarme en el proceso. Su grave voz se hace oír desde el otro lado con tranquilidad, sin esperar a mi respuesta.

— Bomi, ¿puedo entrar?

— Vete, JaeBeom — pido, volviendo a hundir mi rostro en el espacio entre mis brazos, pero sin ningún rastro de desagrado o molestia en mi voz; solo tristeza y cansancio.

No recibo ninguna respuesta de su parte y supongo que ha decidido obedecerme sin poner objeciones, algo que, a pesar de haber sido lo que claramente pedí, no me hace sentir para nada bien. ¿Por qué? Ni yo misma lo sé y, supongo, que se debe a la mezcla de emociones que hay en mi interior; emociones que, en su totalidad, son muy poco agradables y de las que me gustaría poder deshacerme con un solo chasquido de dedos.

Un pesado suspiro se escurre de entre mis labios y lo único que quiero ahora... Es un abrazo, pero no un abrazo de cualquier persona. Claro que no. Quiero cobijarme entre los brazos de mi novio o, en su defecto, de mi hermano mayor que, a esta hora, se debe encontrar aún en la universidad porque la carrera que le han impuesto no hace más que consumirle la vida. Y eso me entristece mucho, porque la carrera que ocupa la mayor parte de sus horas y se encarga de quitarle el sueño ni siquiera es la carrera que YoungJae deseaba estudiar en primer lugar, sino que es una con la que se auto convenció que quería y a la que le terminaría agarrando el gusto con el pasar del tiempo después de recibir un rotundo no, por parte de mis padres cuando les hizo saber que su más grande pasión es la música.

Todo es tan triste. Me rompe el corazón verlo partirse la cabeza por entender cosas que jamás fueron de su interés y...

— ¡AAAH! ¡SALE! — Doy un salto en mi lugar y chillo, fuertemente, cuando la palma de una mano se posa en mi espalda de manera repentina, sacándome de mis cavilaciones y dándome un mini infarto.

— ¡¡Hey, tranquila!! — exclama JaeBeom rápidamente, alzando las manos en señal de paz al notar lo alterada que me he puesto con su inesperada presencia y es que... ¿Cómo carajos consiguió meterse en mi cuarto cuando la puerta se encuentra cerrada con llave desde adentro? — ¡Que solo soy yo!

STRANGE BOY » IM JAEBUM ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora