—¿Estás seguro que estás bien?
—Sí, Steve, estoy bien.
Tony hizo girar los ojos. Si Steve volvía a preguntarle algo así de nuevo, gritaría. Después de dos semanas en el hospital, había regresado a casa. Pero de eso hacía más de un mes.
—Tony...
—Estoy bien, Steve. Te lo juro. Mira. —Se levantó la camiseta y le enseñó la cicatriz. Aún estaba rosada, pero no quedaban puntos, y estaba bien cerrada y curada.
Steve se agachó y le dio un beso allí. Hacía aquello cada día por la mañana al despertar, y por la noche antes de ponerse a dormir. Se había convertido en un ritual.
El omega sabía por qué hacía aquello. Se sentía culpable. La intención de su padre, había sido dispararle a él, no al castaño. Pero Tony se había interpuesto después de apartarlo de la línea de tiro. Y él alfa, se creía responsable.
—Debería haber sido yo quien recibiera el disparo.
Su confesión no la cogió por sorpresa. Durante aquellos días, había sido tan condenadamente cuidadoso con él.
—No podía permitirlo, Steve.
—No debiste ponerte en la línea de tiro. Yo...
—¿Tú no habrías hecho lo mismo, Steve? —le preguntó de repente, acercándose a él, poniéndole las manos sobre el pecho. Él alfa estaba sufriendo, y quería aliviar ese dolor. Además, estaba harto de ver esa sombra en sus ojos.
—No es lo mismo.
—¿Por qué? ¿Por qué no es lo mismo?
—¡Porque yo soy quién debe protegerte a ti! —exclamó, furioso consigo mismo—, ¡y no al revés!
—«Esto no se trata de ti o de mí», me dijiste. «Sino de nosotros». Me perteneces, Steve, tanto como yo te pertenezco a ti; y yo protejo lo que es mío. ¿Entiendes? —Empezaba a estar furioso—. ¿Qué pretendías que hiciera? ¿Qué me quedara quieto mientras mi padre —escupió esa palabra —, te disparaba por la espalda? ¿Tenía que dejar que murieras, para preservar tu orgullo? Pues no lo hice, así que, ¡supéralo!
Steve enrojeció hasta la raíz del pelo. ¿Vergüenza? ¿Ira? Tony no lo supo hasta que él se acercó, y poniéndole la boca muy cerca del oído, le susurró con ese tono sensual que la volvía loco de deseo:
—Sabes que acabas de ganarte un castigo, ¿verdad?
—Sí. Por favor, Señor. Y después lo besó.
Fin
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Bueno hemos llegado hasta el final, espero que les halla gustado como me gusto a mi adaptarla a esta versión del Stony.
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Porfavor, Señor (Adaptación al stony)
RomansaAnthony Stark lleva seis meses acudiendo al pub Avengers esperando que su dueño, Steve Rogers, se fije en él. Un día, cansado de soñar lo imposible, abandona el local decidido a encontrar a alguien con quién pasar una noche loca. Pero Steve no puede...