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Capítulo intermedio

—Estúpida cama, estúpidas sábanas, estúpido suelo, auch...— se quejó del dolor al caer desde el colchón donde dormía —Estúpidos todos, estúpida vida...— continuó maldiciendo, levantándose y caminando con dificultad y cuidado de su separar mucho sus piernas, hasta llegar al armario, donde tuvo que hacer un esfuerzo y estirarse un poco hasta la parte de arriba, donde agarró un juego de sábanas para cambiar las que tenía ahora, sucia por pequeñas manchas de color rojo tirando a marrón. Probablemente tendría que lavar el short que usaba como pijama también —Estúpido Andrés— musitó y finalizó con enojo, apretando con fuerza las sabanas azul pastel que tenía entre sus manos.

Con rapidez, cambió las sábanas sucias por las otras limpias, y se dirigió al baño con una muda de ropa aparte y el pequeño paquetito que contenía una toalla femenina, escondido entre las ropas, no es que le diera vergüenza, pero tampoco iba a andar desfilando con en objeto íntimo por toda la residencia.

—Buenos días _______-chan kero~ saludó la de cabellos verdes, brindándole una sonrisa, se acercó a la de orbes ______, cambiando su expresión al sentir el aura de su amiga —¿Sucede algo?— preguntó, como siempre llevando su dedo índice a su mentón.

—Verás Tsu-chan...— se inclinó un poco y empezó a susurrarle al oído, contándole su reciente suceso y disculpándose si fue grosera al no responder sus buenos días.

—Oh ya veo, no te preocupes _______-chan, las otras chicas también entenderán— posó su mano en el hombro de la más alta, comprendiéndola totalmente, a fin de cuentas, las siete que habitaban en las residencias eran chicas y pasaban por lo mismo.

—Gracias por tu comprensión— agradeció sonriéndole, la contraria le correspondió y continuó su camino, evitando retrasarle a la peli______.

Se apresuró y llegó al baño, dónde tomó una refrescante y reconfortante ducha, que había hecho que su humor mejorara un poquititito, de todas formas el dolor en su vientre no disminuía. Al terminar su baño se vistió con rapidez y emprendió camino de vuelta a su habitación, cruzando sus dedos para no encontrarse con nadie más para poder encerrarse y dormir todo el día. Agradecía profundamente que era fin de semana y tenían Lunes y Martes libre por mantenimiento en su clase.

—Gracias Katsuki, por explotar "accidentalmente" un par de escritorios— sonrió para si misma.

—¿Qué haces hablando sola?— escuchó a sus espaldas, causando que se sobresaltaera y se llevara la mano al pecho, sintiendo los agitados latidos de su corazón.

—Hablando del Rey de las explosiones locas— se burló, girándose para quedar frente a frente con su pareja, quién frunció el ceño y suspiró.

—¿Qué demonios con ese humor?, puedo sentir tu aura de "Mueran todos ya" desde la cocina— le devolvió la burla, sonriendo ladinamente, pero volviendo su expresión a la típica al ver que la oji______ no se reía —Oe, ¿Qué pasa?— se le acercó un poco más y tocó la frente y cuello de la fémina —No tienes fiebre, ¿Entonces?— enarcó una ceja, examinando con su mirada carmesí algún factor de su novia que le diera indicios de lo que le ocurría.

No tengo nada en mente. Pensó con una gota de sudor resbalando por su mejilla, manteniendo su ceño fruncido.

Algo divertida al verlo tan sumido en averiguar qué le sucedía, le tomó de la muñeca y lo empezó a arrastrar con ella —Vamos a mi habitación y allí te explicó— dijo agotada, caminando por el pasillo hasta estar frente a su puerta.

𝒕𝒖, 𝒚𝒐, ¿𝒆𝒔 𝒑𝒐𝒔𝒊𝒃𝒍𝒆? || 𝙠𝙖𝙩𝙨𝙪𝙠𝙞 𝙗𝙖𝙠𝙪𝙜𝙤𝙪 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora