1- No puede la luna brillar en esta ciudad

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Aún quedaban rastros del verano para aquel entonces y una adolescente de cabellos castaños de anteojos redondos se divertía cazando insectos en medio del bosque a las afueras de la ciudad, insectos que luego llevaría a casa para disecarlos para su colección personal pese a que su madre le había advertido que tenía prohibido hacerlo ya que la servidumbre solía quejarse de sus extraños pasatiempos. Sin embargo, durante esa tarde de sol nada lograba calmar la sed de descubrimiento de la joven Hanji. La muchacha observó sobre su hombro, el horizonte parecía bastante lejano y aquello le hizo comprender que se había alejado más de lo que hubiera deseado de la ciudad. En solo un par de horas caería la noche y Hanji no tenía ánimos de pernoctar en medio de la nada.

El inconfundible sonido de los cascos de los caballos acercándose le devolvió la alegría a Hanji, tal vez podría conseguir que la llevasen de regreso a la ciudad antes del anochecer. Entonces ella se escabulló entre los arbustos a esperar, pero los caballos ya no se oían cercanos. Fue en ese momento cuando una pesada mano apresó su rostro haciendo que Hanji perdiera el equilibrio para que luego un pañuelo humedecido de algún extraño líquido se posara en su nariz y pronto ella perdió la voluntad de sus movimientos. Antes de cerrar los ojos, en un intento desesperado por escapar, ella abrió la boca para morder la mano de su atacante, pero solo consiguió un grosero golpe en su rostro que finalmente le hizo perder el conocimiento.

El ambiente se sentía húmedo, oscuro y sofocante para cuando Hanji abrió los ojos otra vez. La chica no tenía ni la menor idea de lo que ocurría a su alrededor, ella quiso llevarse una mano a su rostro para quitar el sudor frío que caía por su mejilla, pero solo descubrió que sus manos se encontraban atadas al igual que sus tobillos.

—Estoy seguro que pagarán bien por ella, es una chica de la nobleza allá en la superficie —se oyó una voz a la distancia.

Hanji gimoteó en voz baja, ahora sí estaba en serios problemas y algo en su mente le decía que aquello que había oído no era algo muy bueno. Intentó zafarse en vano de las sogas que la mantenían prisionera, pero era inútil.

Fue entonces cuando las voces se acercaban cada vez más, al igual que los pasos que retumbaban el oscuro lugar para desgracia de Hanji que permanecía inmóvil a la espera de que ocurriera algo. La acalorada discusión llegó a su fin cuando el inconfundible brillo de una navaja destacó en medio de la oscuridad y luego ésta se hundió en el estómago de uno de los interlocutores quitándole el aliento a su receptor.

—¡Tomen todo lo que sea de valor! —gritó alguien en medio de la penumbra.

—¡Ladrones!

Hanji se odió a sí misma en ese momento, el fin había llegado para ella y hasta entonces no había conseguido nada por sí misma. Tal vez morir secuestrada sería lo más emocionante de su vida aburridamente predecible. Inesperadamente de un momento a otro, unas frías manos tomaron su rostro y la respiración suave de alguien le golpeó el cuello para su sorpresa. La misma navaja utilizada antes sirvió para cortar las ataduras de sus manos y tobillos que la mantenían prisionera.

—¡Tsk! ¿Qué esperas? ¡Sujétate con fuerza! —gruñó su salvador.

Hanji obedeció y una extraña sensación de libertad inundó su ser cuando sus cuerpos se elevaron con gracia del suelo y se movían a una velocidad impresionante gracias al extraño artefacto que había visto antes en los soldados de la superficie que salían fuera de las murallas. Ahora en las alturas, Hanji reparó en detalles que no había notado antes por la falta de luz y un intenso rojizo cubrió sus mejillas al percatarse de lo emocionante que resultaba ser rescatada por un muchacho de apariencia temeraria y de una magnífica complexión física. Sus manos curiosas de descubrimiento se desviaron más de lo permitido por el cuerpo del sujeto temerario y fue cuando el muchacho se detuvo con brusquedad a un par de metros de altura y la dejó caer sin la más mínima amabilidad. El chico de mirada fría descendió con elegancia segundos después, pero Hanji lejos de sentirse ofendida, estaba increíblemente eufórica.

—¡Eso fue maravilloso! ¿Quién te enseñó a usar el equipo de maniobras? ¿Lo has robado?

Eran tantas preguntas que tenía la curiosa Hanji y tan poca la paciencia del muchacho que tan pronto como la rescató, el chico deseó no haberlo hecho.

—Mi nombre es Hanji Zoe —se presentó a sí misma.

—Levi, solo Levi —respondió el chico de semblante malhumorado.

—Estoy increíblemente agradecida por haberme salvado de esos cerdos, no sé cómo pagarte —Hanji se atrevió a tomar sus manos entre las suyas en señal de agradecimiento.

—Solo quita tus sucias manos de mí, cuatro ojos —replicó Levi rebuscando en su bolsillo un pañuelo que luego utilizó para limpiar sus manos.

Levi pareció despreocupado ahora que había rescatado a la chica y ya era asunto de ella la forma de regresar a la superficie.

—¿Qué es éste lugar? —preguntó Hanji mientras giraba la cabeza en todas las direcciones sorprendida de que existiera un lugar así donde las personas pudieran vivir.

A diferencia de la superficie, el ambiente se sentía sofocante en todo momento y la escasez de luz natural se sentía extraño para alguien como Hanji. La ciudad estaba iluminada en su gran mayoría con antorchas, lo que tampoco era de gran ayuda ya que de todas maneras el lugar lucía deprimente todo el tiempo.

—La ciudad subterránea —respondió simplemente Levi encogiéndose de hombros.

Levi comenzó a caminar, no había razones para seguir intercambiando palabras con aquella ruidosa y molesta chica de la superficie, Levi creía que salvarla de aquellos cretinos era todo lo que podía hacer por ella. Sin embargo, para su mala suerte las piernas de Hanji resultaban ser más largas y sus pasos requerían menor esfuerzo para alcanzarle con facilidad lo que solo consiguió irritarlo aún más.

—Vete, mocosa —gruñó Levi dirigiéndole una mirada capaz de congelar hasta el aire.

En ese preciso instante, Levi supo que esa cuatro ojos era distinta al resto de personas que conocía, su sonrisa risueña iluminó sus ojos marrones bajo la suave luz de esa lúgubre y deprimente ciudad que vivía eternamente en la oscuridad bajo la tierra.










La ciudad donde la luna no brilla [LeviHan/Historia completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora